Entré en la habitación del motel con normalidad. Dean y Sam estaban comiendo, Sam una ensalada y Dean una hamburguesa, qué raro que no se la haya acabado ya.
- Hola -me saludó Dean- ¿Qué tal el paseo?
- Ah, bueno -me senté en la cama- Me encontré a un perro que me llevó a un callejón donde unas tías locas intentaron apuñalarme, que por cierto el perro era otra de esas zorras, entonces, apareció un tipo llamado Jake que era como mi acosador porque lo vi en el casino de Las Vegas y en el baile de mi universidad dónde habló como un jodido acosador descubierto, pero en fin, él se sacó una lanza de bolsillo y mató a unas cuantas de mis agresoras y las otras huyeron, él se fue y aquí estoy -crucé las piernas.
- ¿Fuisteis al casino sin mí? -preguntó indignado Dean.
- ¡Dean! -le riñó Sam.
- Perdón. ¿Te encuentras bien?
- Perfectamente.
- No te han hecho daño, ¿verdad? -Sam se arrodilló delante mía.
- No, estoy bien, Sam.
- ¿Sabes quiénes eran? -Dean cogió una cerveza y le dio un trago.
- No, en la vida las había visto. Jake dijo que seguramente vuelvan.
- Y, dime, ¿tú y Jake tenéis algo? -Dean me guiñó un ojo.
- No, dado que hasta hace media hora, creía que era un psicópata acosador.
- ¿Te gusta?
- No, es mono... pero no -Dean asintió- ¿A qué vienen estas preguntas?
- Curiosidad -seguí la mirada de Dean hasta Sam, vale, ya lo cojo.
- Ahora, si me disculpáis, me voy a dormir.
- ¿No cenas?
- No, mañana hago desayuno doble y listo.
- Me gusta tu estilo. Me gusta para ti, Sammy.
Sam, quien casi se atraganta con su cerveza, le lanzó una mirada llena de puñales a su hermano.
- Buenas noches, parejita.
- ¿Yo dónde duermo? -preguntó Dean.
- En la misma cama que Sam -bostecé- Ahora callad un rato.
****
Caminaba por el medio de la carretera, la falta de coches encendidos y gente caminando por la calle, me daba a pensar que era un sueño. Al principio, tanto silencio da algo de miedo, pero una vez te acostumbras, no se está tan mal. Rocé con la mano uno de los coches. Hasta la fecha, este es uno de los mejores sueños que he tenido.
Me senté en el borde de la fuente y miré el agua inmóvil, detrás mía vi a una mujer con una daga, me eché a un lado alarmada y ella clavó su daga en la fuente donde momentos antes me había sentado. Esa daga parece igual a las que tenían las que me atacaron en la realidad.
- ¿No os vale con tratar de matarme en la realidad que ahora también queréis hacerlo en mis sueños? Aunque bueno, esto ya es más bien una pesadilla...
Otras tres chicas aparecieron mientras desenfundaban el mismo tipo de arma blanca. Eché a correr. ¡Ni en sueños me libro de hacer ejercicio! Aceleré todo lo que pude y creo que logré perderlas. Me escondí detrás de una esquina. Oí unos pasos y automáticamente detuve mi respiración.
- ¡Separaos y encontradla! -ordenó una de ellas.
Los pasos se alejaron y volví a respirar. Si esto es un sueño, yo debería de poder hacer cosas. Me separé un poco de la esquina, alcé una mano y con ella apunté a la pared. Quizá si me concentro... Pasaron los segundos y no sucedió nada, bueno, entonces lo de lanzar rayos láser por las manos queda descartado.
- Te encontré.
Giré la cabeza y vi a una de esas locas mirarme con sadismo. Hora de correr otra vez. Volví a las calles y seguí corriendo con la otra detrás mía.
- ¿Puede alguien venir a salvarme? Dean, Sam, Jake, mi madre... ¡Quién sea! ¡Salvo mi padre, a ese no le quiero ver ni en pintura! -mientras corría, miré al cielo esperando que una voz me hablase, o un rayo celestial desintegrase a la arpía que tenía detrás, o algo así, pero no, todo seguía igual- ¡Vale, muchas gracias! ¡Hasta mis sueños me odian!
Otra de ellas apareció delante mía. Me detuve, supongo que habrá que pelear. Las dos se acercaron lentamente a mí.
- ¿Por qué hacéis esto?
- Para hacer nuestro futuro mejor.
Una de ellas intentó clavarme la daga, pero yo la evité y salí corriendo. Me acerqué a un coche e intenté abrirlo con todas mis fuerzas, pero no hubo manera. Por el reflejo del cristal vi a una de ellas dispuesta a clavarme la daga, me hice a un lado y la daga quedó clavada en la puerta del coche. Le pegué un empujón a la chica, cogí su daga y eché a correr. Por lo menos ahora tengo algo con lo que defenderme.
Me giré preparada para correr nuevamente, pero para entonces, estaba rodeada. Preparé la daga para pelear. Una de ellas intentó caminar hacia mí, pero otra se lo impidió.
- No, deja que Madre se encargue de ella.
- No sé quién es esa, pero me da igual, la que se acerque recibe una puñalada -amenacé.
El círculo se abrió por un lado y se acercó una mujer mayor, casi una anciana, con el cabello rubio casi blanco. Su mirada transmitía odio.
- Por fin nos vemos otra vez, Emily -dijo- Una pena que aún no nos podamos ver en físico, pero por ahora, esto servirá.
La mujer sacó una daga, yo la amenacé con la mía. Ella esbozó una sonrisa. La daga me empezó a quemar en la mano, así que no tuve otro remedio que soltarla, la daga se deshizo en el suelo.
- ¿Por qué yo?
- Puede que algún día lo sepas -la anciana clavó su daga en mi corazón, se acercó a mi oído y susurró- Si no te encuentro yo antes.
Solté un gemido de dolor y caí al suelo con la daga aún clavada. Escupí sangre y empecé a perder el conocimiento...
Me levanté sobresaltada y con un grito. Dean y Sam se cayeron de la cama a ambos lados. Toqué donde se supone que debía de estar la herida, no había nada, mi corazón aún funciona, y bastante rápido por cierto... Dean y Sam se acercaron a mi cama.
- ¿Te encuentras bien? -me preguntaron.
- Sí, solo ha sido una pesadilla...
- ¿Segura? -asentí- De acuerdo.
Los dos se levantaron y fueron a meterse en su cama.
- Sam -él se giró- ¿Te importa dormir conmigo?
- ¿Segura?
- Sí, Dean quiere espacio y yo compañía, todos ganamos, si tú quieres, claro.
- Por supuesto.
Abrí las sábanas y Sam se metió dentro. Dean se metió en su cama.
- Por fin algo de espacio -Sam le tiró una almohada- ¡Eh!
Me abracé fuertemente a Sam y traté de dormir.