Capitulo 36: Consumiendo el deseo.

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Una de esas bolas de metal vino directa contra mí, me agaché y la evadí, otra vino hacia mí, saqué la daga e intenté cortarla, pero al hacer contacto la bola me pegó una descarga por todo el cuerpo y caí al suelo. Jake negó con la cabeza desde el otro lado de la habitación.

- ¿Qué te dije sobre atacar bolas de energía con la daga?

- Me sale por instinto, ¿vale? -me levanté del suelo- Además, no me voy a pasar una hora esquivando sus bolas de energía.

- Eso es verdad, pero ella no te dará muchas oportunidades para que la mates, así que, tienes que aprender a ser escurridiza, y una vez seas intocable -Jake desenfundó la lanza, me hizo un barrido con ella haciendo que me cayese y me puso la punta en el cuello- Debes ser rápida y precisa -completó.

Jake me tendió la mano, apreté con fuerza su mano y le tiré al suelo, saqué mi daga y se la puse en el cuello.

- ¿Así de rápida y de precisa?

- Lo admito: no me lo esperaba -Jake atrajo la lanza hasta su mano y se levantó.

- ¿Cómo has hecho eso?

- Bueno, pequeños trucos que aprendí gracias a mi padre.

- ¿Tu padre es brujo?

- No, pero cuando él era joven, aprendió a hacer un par de cosas, y luego esas cosas pasaron a mí.

- Debe de estar bien tener un padre así -dije decaída.

- No está mal, la verdad, pero no tienes porqué ponerte triste, has sabido llevarlo bien -no respondí- Sam y Dean llegarán enseguida -Jake recogió del suelo las bolas de metal- Nos vemos.

Jake abrió la ventana y se dispuso a saltar.

- Jake -le llamé. Él de detuvo y giró la cabeza- ¿Y si no soy capaz de matarla? ¿Y si ella lo hace primera?

- Estaremos jodidos -resoplé, esas palabras no eran muy alentadoras- Pero la matarás, tengo fe en ti -alguien picó a la puerta- Ese es Sam. Ya hablamos.

- Chao -Jake saltó por la ventana y yo fui a abrir la puerta- Hola, Sam.

- Hola, cariño -Sam me dio un beso y entró en la habitación- Dean está borracho y se ha puesto gruñón, así que si no te importa que me quede aquí...

- No importa -Sam tiró la chaqueta encima de la silla y se tumbó en la cama con los brazos estirados- ¿Y tú no estás borracho? -me senté a su lado.

- Un poco, pero alguien tenía que conducir -Sam me cogió de la cintura y me puso encima de su regazo- ¿Y qué tal por aquí?

- Normal, me he dedicado a ver la tele y escuchar música.

- Pues pareces cansada.

- He... estado bailando -cada día se me da mejor mentir, no sé si debería de preocuparme- Y estoy agotada.

Me tumbé encima de Sam aprovechándome de la posición en la que estábamos, él me envolvió entre sus brazos.

- Duerme un rato, anda.

- Más te vale no meterme mano o te patearé el culo.

- ¿Segura que lo harás con el pie? -preguntó Sam perversamente.

- Sí, bastante segura. Buenas noches.

****

Sentí un leve roce cruzar mis labios, mi cuello, una zona cercana mis pechos y así bajando hasta llegar a la parte de abajo de mi ropa interior. Abrí los ojos y vi un bulto gigante bajo las sábanas.

- ¿Sam? -pregunté.

Él sacó la cabeza de debajo de las sábanas y se me quedó mirando.

- Buenos días, hermosa -gateó hasta llegar a mis labios- ¿Qué tal has dormido?

- Bien -Sam se levantó de la cama y trajo una bandeja llena de comida- Ala -Sam se sentó a mi lado y pasó un brazo por detrás de mis hombros- ¿Y todo este despliegue de comida?

- Estaba dando vueltas por la cama hasta que decidí ir a comprar el desayuno, y... no sé, me apeteció comprarte todo esto.

- ¿Comprarme? Estás loco si crees que me lo voy a comer todo. No quiero parecer grosera, pero, ¿hay alguna razón en es especial para que estés tan feliz hoy?

- No, es simplemente que estoy feliz, y hoy vamos a pasar un día romántico tú y yo solos.

- Suena bien.

- Ahora cómete el desayuno.

- Come algo tú también, yo no puedo con todo.

Sam se rió y cogió una galleta.

****

Sam me llevó al cine y estuvimos viendo una película de terror, las había visto mejores, pero fingí que me daban miedo para tener una excusa con la que pegarme más a Sam, cualquier chica haría lo mismo. Después del cine, estuvimos dando un paseo por el parque. Finalmente, volvimos al motel. Yo entré la primera seguida de Sam. Él se sentó en la silla y suspiró mientras se masajeaba el hombro izquierdo. Cuando estábamos dando el paseo, un perro que se le había escapado a un chico, vino corriendo hacia nosotros, enredó la correa alrededor de las piernas de Sam y al caer se dio contra la fuente de piedra que había allí, en el momento me había reído de él, pero al parecer se hizo más daño de lo que creía.

- ¿Necesitas un masaje? -le pregunté.

- Pues no estaría nada mal.

Me levanté de la cama, me puse detrás de Sam y comencé a masajearle los hombros. Al cabo de unos minutos, mientras Sam echaba la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, deslicé mis manos desde sus hombros hasta sus pectorales, él sonrió sin abrir aún los ojos. Metí mi mano por dentro de su camisa y seguí tocando cada parte de su abdomen, mientras dejaba un rastro de besos por su cuello, cosa que a él le encantaba.

Me moví y me senté encima suya cara a cara. Él comenzó a besarme con impaciencia mientras sus manos iban hasta mis caderas, mientras las mías desabrochaban su camisa. Al cabo de un minuto o así, ambos habíamos perdido la parte de arriba de la ropa y un bulto se hacía notar en los vaqueros de Sam. Desabotoné su vaquero y seguí besándolo.

Sam se levantó haciendo que yo hiciese lo mismo, se quitó los pantalones y volvimos a la misma posición que antes solo que ahora en la cama. Ahora ese bulto parecía más grande... Sam me quitó los pantalones y bajó en cierta medida sus manos por mi espalda. Ambos nos tumbamos en la cama, y, antes de tirar hacia abajo de los boxers de Sam, él me dedicó una sonrisa traviesa. Sin duda esta noche no voy a olvidarla...

Chained souls (Sam Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora