Capitulo 28: Adiós...

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Dean nos había obligado a Sam y a mí a salir a comer todos juntos, como era obvio, entre Sam y yo había mucha tensión, y Dean lo notaba.

- ¿Y qué tal vuestro día? -intentó abrir conversación Dean.

- Horrible -resoplé- ¿En serio tenemos que comer todos juntos?

- Sí, os noto muy extraños, ¿os pasa algo?

Reí por lo bajo.

- Créeme, Dean, vives mejor en el desconocimiento.

Comí un nugget de pollo.

- ¿Qué os pasa?

- Si yo te contará...

Sam se levantó dando un golpe en la mesa y se fue enfadado.

- ¿Y a ése qué le pasa?

El móvil me sonó.

- Vuelvo ahora -salí de la cafetería y lo cogí- ¿Sí?

- Emily, cariño.

- Mamá -dije feliz- No sabes la alegría que me da oír tu voz.

- ¿Ah sí?

- Sí, estoy de problemas hasta las cejas, y necesito desahogarme.

- Ven mejor hasta casa, cariño y me lo cuentas.

- ¿Te encuentras bien? Te noto la voz extraña.

- Sí, es solo que por las noches ha hecho algo de frío y he dormido destapada, ya sabes como soy.

- Ah.

- Acércate hasta casa, cariño.

- Bueno, un poco de relajación no me matará, llamaré a Dean y al otro gilipollas y vamos.

- No, mejor ven sola, echo de menos nuestras días madre e hija.

Miré a través de la ventana a Dean sentado comiendo una hamburguesa.

- De acuerdo, mamá, iré yo sola.

- Bien. Te quiero, Emily.

- Yo... también te quiero.

Colgué. Que rara está esta mujer. Espero que no se enteren de que me he ido.

****

El conductor del coche me dejó delante de mi casa.

- Gracias por llevarme.

- No hay de que.

- Adiós.

El coche se alejó y yo entré. Subí las escaleras y entré en casa.

- ¿Hola? ¿Mamá? ¿Estás en casa?

Recorrí parte de la casa sin encontrarla, ¿a dónde habrá ido esta mujer? Oí ruidos provenientes de mi habitación. Entré sin dudar. Christopher estaba tirado en el suelo con un cuchillo en el pecho.

- ¡Christopher! -me arrodillé a su lado- ¿Qué te ha pasado? -pregunté nerviosa.

- Fue él.

- ¿Quién?

- Un hombre de ojos amarillos, te está buscando, y tiene a tu madre.

El corazón se me detuvo por un momento. Esto no puede estar pasando, esto tiene que ser otro mal sueño. Sí, debe ser eso.

- Te llevaré a un hospital.

- No te molestes, no me ha rematado porque quería que te contase que él estaba aquí. Quiere que os veáis en el parque ahora.

- Voy a llamar a una ambulancia.

- Para cuando lleguen seguramente yo ya esté muerto.

- No digas eso, te pondrás bien.

- Igual que me decías a mí antes, no me mientas.

La acaricié la mejilla.

- Es culpa mía.

- Ve, y salva a tu madre, nos vemos al otro lado, Emily.

- Hasta luego, Chris.

Salí corriendo de la casa. Fui caminando al parque, necesitaba tranquilizarme antes de llegar, y si Azazel aún no mató a mi madre es porque aún la quiere viva, pero no sé durante cuánto tiempo...

Llegué al parque. No había nadie. Llegué hasta el centro del parque y miré a todas partes.

- Hola, Emily.

Me giré y vi a Azazel sujetando a mi madre por el cuello.

- ¡Emily! -dijo mi madre entre sollozos.

- ¡Mamá!

Iba a correr hacia ella, pero Azazel me enseñó un cuchillo.

- Un paso más y la mato.

- ¿Un cuchillo? Estás perdiendo clase.

- La crisis.

- ¡Suéltala! Me quieres a mí, no a ella.

- Cierto, pero ella es el único seguro de que no vas a cometer ninguna estupidez.

- Ella no tiene nada que ver con esto. ¿Qué quieres de mí?

- Realmente nada, solo quiero verte sufrir.

Azazel hizo un movimiento y mi madre gritó.

- ¡No! -grité- Juro que como la mates...

- Emily, Emily, Emily, ¿de verdad crees que tus amenazas sirven de algo? ¡No ves quien tiene el control! -me gritó- ¡Bien, te enseñaré quién tiene el control aquí!

Azazel levantó el cuchillo y lo clavó en la espalda de mi madre.

- ¡No! -grité desesperada. Azazel desapareció y corrí hasta agarrar el cuerpo de mi madre entre mis brazos- Mamá, ¿puedes oírme? -todo mi cuerpo temblaba y tenía ganas de romper a llorar.

- Emily -me dijo ella. La separé un poco de mí y la miré- Estás tan guapa.

- No puedes hacerme esto -empecé a sollozar- No puedes.

- Lo siento tanto, hija -me acarició el pelo.

- Es culpa mía, todo es culpa mía, mi maldita culpa, tendría que haberte protegido -tapé la herida con mis manos en vano.

- No se puede salvar a todo el mundo, Emily -tosió- Pero está bien, he tenido una buena vida, y te he tenido a ti, mi hija bonita.

Apoyé la cabeza en su pecho.

- No puedes irte ahora -apreté su camiseta.

- Eres fuerte, lo superarás, solo recuerda que te quiero.

Mi madre me dio un efímero beso en la frente, y de repente, su cabeza cayó un lado.

- ¿Mamá? ¿Mamá? -negué con la cabeza- No puede estar pasando, no esto, no a ti.

Miré mis manos manchadas de la sangre de mi madre, ya no era capaz de hablar, ni de gritar para pedir ayuda, simplemente no podía, nada salía de mi garganta, solo me quedé allí, llorando sin consuelo al lado del cuerpo de mi madre.

****

Pasó el rato y aún seguía allí, las lágrimas habían dejado de fluir, pero el dolor seguía, la culpabilidad seguía.
- ¿Emily? -levanté la cabeza y vi a Dean corriendo hacia mí- ¡Emily! -Dean se arrodilló a mi lado y vio el cadáver- ¿Era...?

No respondí, solo le abracé y las lágrimas volvieron a fluir otra vez sin descanso. Pude ver a Sam a lo lejos observando la escena con los brazos cruzados.

- Él... lo va a pagar -le susurré a Dean al oído- Me encargaré personalmente de que muera, esto no quedará así.




Chained souls (Sam Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora