Estábamos en el impala discutiendo todavía sobre el tema de mi puntería.
- Sigo diciendo que eso no valió -me quejé.
- ¿Por qué no?
- Esa pistola estaba trucada -Sam esbozó una gran sonrisa ante mi comentario- Como las escopetas de ferias.
- Eres incapaz de aceptar tu pésima puntería, ¿eh?
- ¡Tengo una puntería perfecta!
Sam se seguía riendo de mí.
- Te creo, Emily.
- Eres un perro. A todo esto, ¿cuánto falta para llegar?
- Poco, no seas impaciente.
Me recosté en mi asiento.
****
- Emily, venga, despierta de una vez.
Bostecé y me estiré en el asiento.
- ¿Ya hemos llegado?
- Sí.
Entramos en la recepción. Había algunas personas sentadas conversando a un lado de la sala. Sam se acercó al del mostrador.
- Hola, ¿nos podría dar una habitación de dos camas?
- Por supuesto -el recepcionista dejó una llave encima del mostrador y Sam la agarró inmediatamente- Que pasen buena noche.
- Gracias.
- ¿Una habitación?
- Sí, ¿te importa?
- No, en absoluto, simplemente es que me sorprende. No es culpa mía si te sientes incómodo conviviendo con una chica.
- Tranquila, no me sentiré nada incómodo -dijo con una sonrisa.
¿Eso era una especie de indirecta?
Llegamos a la habitación. Sam dejó sus cosas encima de una cama y yo sobrentendí que iba a dormir en esa cama.
Dejé mis cosas en el suelo y me tumbé en mi cama.
- ¿Dónde estamos? -pregunté.
- Cerca de Las Vegas.
- ¿Las Vegas?
- Sí.
- Tenemos que pasar por allí sí o sí.
- ¿Te va el juego?
- ¿A mí? Que va -nos quedamos unos segundos en silencio- Es ocio no vicio.
- Ya hablaremos de ir allí.
- ¿Tenemos un caso aquí o qué?
- No, todo parece estar tranquilo.
- Entonces vamos a ir a Las Vegas y jugaremos en el casino hasta quedar en la indigencia.
- Pero primero...
- ¿Pero? ¿Entonces vamos a ir?
Empecé a dar saltitos.
- Pero -volvió a repetir Sam- Primero vas a tener que entrenar.
- ¿A qué? ¿Al póquer? ¿Al blackjack?
- No, defensa personal.
- ¿Qué?
- Ya hemos visto tu gran afinidad con las armas de fuego, así que, vamos a ver si se te da mejor el cuerpo a cuerpo.
- Eh, eh, eh. Para el carro, ¿yo cuerpo a cuerpo? ¿Y contra quién practico?
- Contra mí -dijo señalándose con ambas manos.
- ¿Yo contra ti? ¿Qué fumaste ya? ¡No puedo contigo! Eres demasiado grande.
- Exagerada.
- ¿Exagerada?
- Sí.
Resoplé.
- ¿Si te hago caso iremos antes a Las Vegas?
- Sí.
- Bien -me levanté de la cama- Empecemos.
- ¿Ahora? Es un poco tarde, deberíamos...
- Ni tarde, ni ostias, venga.
Sam se levantó, se quitó la camisa dejando a la vista su camiseta.
- De acuerdo -Sam abrió las manos- Puñetazos, derecha, izquierda, derecha, izquierda... y así sucesivamente.
Empecé a golpear contra las manos de Sam tal y como él me dijo varias veces.
- ¿Qué tal?
- No sueltas malos puñetazos.
- Obvio -intenté sacar músculo en el brazo- Mira que músculo -Sam sonrió y ahora fue él quién me enseñó el músculo de su brazo. Dejé caer mi brazo- Capullo.
- Venga. Sigamos. Atácame.
No me lo pensé dos veces e intenté pegarle un puñetazo, él me agarró el puño y me colocó el brazo en la espalda, y luego me pegó la mejilla izquierda contra la pared y se pegó a mí.
- Esto es abuso -me quejé.
Tras un par de segundos en esa postura, Sam debió de cansarse y me soltó.
- Me duele el brazo por tu culpa.
- Venga, segundo intento.
Di un par de pasos e intenté pegarle, en cuanto vi a Sam mover los brazos para cogerme, yo me agaché y me agarré a su pierna.
- Emily, suéltame la pierna.
Sam intentó mover la pierna pero yo me mentuve agarrada.
- ¡No! Esta es mi forma de combatir cuerpo a cuerpo.
Sam me agarró por los costados y empezó a tirar de mí, mientras él tiraba yo hacía ruiditos iguales que los de un animal en peligro.
- No puedes pasarte toda la noche agarrada a mi pierna.
- ¿Qué no? Tú observa.
Sam empezó a menear la pierna desesperadamente para zafarse de mi agarre, pero no le servía de mucho.
- ¡Suéltame!
- ¡No!
Sam empezó a moverse conmigo arrastras.
- ¿A dónde estamos yendo?
Sam no respondió y me siguió arrastrando hasta el baño. Él se tiró en la bañera, yo solté un grito y caí encima suya.
- ¿Lista para darte un bañito?
- No serás capaz, tú también sufrirás si lo haces.
- Correré el riesgo.
Sam encendió la ducha y el agua fría empezó a caernos encima. Me solté de Sam y salí de la bañera mientras soltaba toda clase de adjetivos ofensivos contra Sam, quién aún estando todavía dentro de la ducha, se seguía riendo como un loco.
Salí del baño seguida de Sam.
- ¡Eres un cabrón! -estornudé- ¡Y ahora estoy resfriada por tu culpa!
Sam se limitó a sonreír. Joder, que deje de sonreír de una maldita vez, así no hay manera de estar enfadada.
- Te compensaré -dijo Sam.
- ¿Cómo?
- Llevándote a Las Vegas.
- Por mí perfecto. Vámonos.
- Pero no ahora. Cámbiate de ropa y a dormir.
- Como diga el señorito.
- Y aún tengo que darte otra clase de cuerpo a cuerpo.
- ¡Ni de broma! -le grité.