Llegó la mañana, por suerte pude dormir sin sufrir aquella pesadilla otra vez. Giré en la cama y quedé cara a cara con Sam, a los pocos segundos él abrió los ojos.
- ¿Qué tal dormiste?
- Esta vez no tuve ninguna pesadilla, así que mucho mejor.
- Me alegro -me abracé a él- ¿Aún quieres dormir, perezosa? -preguntó con cierto tono de comedia.
- Un poco -Sam me acarició el pelo.
Dean entró en la habitación con cafés y el periódico.
- Buenas noticias, chicos -Dean dejó un periódico encima de la mesa- Tenemos un posible caso.
- ¿Y eso son buenas noticias? -pregunté.
- ¿Interrumpo algo?
- No -dijimos Sam y yo a la vez.
- Perfecto -Dean se sentó en la cama- Cinco asesinatos, según el periódico, la causa un traumatismo en el cráneo.
- ¿Alguna idea de lo que puede ser?
- No, hay que ir enseguida.
- Vamos en un rato, Emily tiene sueño.
- No, tranquilo, ya no tengo sueño -me levanté de la cama- Me visto y vamos.
Sam le pegó un codazo a Dean en el costado.
- ¡Ouch! -se quejó- ¿Qué? -Sam se levantó y se metió en el baño- ¿Qué he hecho?
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- Siguen sin gustarme estos trajes -dije mientras me ajustaba la corbata- Son asfixiantes.
Ambos hermanos ignoraron mi comentario.
- Emily y yo iremos a la morgue a ver qué nos dicen sobre los cadáveres, Sam, tú ve a interrogar a las familias.
- De acuerdo.
Sam se fue y Dean y yo caminamos hacia la entrada.
- Quiero dejar claro, que hablas tú -le informé a Dean.
- ¿Por qué?
- Porque a mí estas cosas me ponen muy nerviosa.
- Como quieras.
Un policía nos acompañó hasta el hombre que realizó todas las autopsias de los asesinados.
- Hola, agentes.
- Hola, somos los agentes Johnson y McMurphy -ambos sacamos las placas falsas.
- Me supongo que vendrán por los asesinados, ¿cierto?
- Así es, ¿qué puede contarnos sobre los fallecidos?
- Bueno, todos murieron de la misma forma, por un traumatismo en la parte trasera de la cabeza, a simple vista no puedo apreciar el uso de ningún arma contundente, así que de alguna forma, el asesino golpeó fuertemente a las víctimas contra el suelo u otras zonas llanas y duras, pero lo que más me ha llamado la atención, es la falta de testosterona en todos los cuerpos.
- ¿Testosterona? ¿La hormona sexual principal de los hombres? -pregunté.
- Así es, señorita -afirmó el doctor- En todos los cadáveres, había una falta notable de esa hormona.
- ¿Cómo? ¿Por qué?
- No tengo ni la más remota idea.
- Muchas gracias por todo -Dean le tendió la mano.
