6. El Silencio Motivado

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La luz brillante resplandeció ante mis párpados, panorámicas de ida y vuelta entre ellos y poco a poco me desperté en un extraño cuarto. Estaba mirando hacia una punta de varita iluminada, reconocí la mano de McGonagall que la sostenía.

"Señorita Lafette?" pregunto, y gemí, cerrando los ojos ante la intensidad del sonido.

"Señorita Lafette, es imperativo que explique el significado de esto." continuó, al parecer desconociendo mi condición.

"Vuelva mañana." murmuré, tratando de alejarme, pero deteniéndome bruscamente al sentir el dolor. Un dolor como ningún otro, como si todos mis músculos estuvieran en llamas.

Estaba en la enfermería. El olor de los extraños conjuros médicos estaba en todas partes, y las sábanas se sentían familiarmente ásperas contra mi espalda adolorida. Había estado aquí muchas veces antes.

"Esto no es cuestionable", dijo McGonagall secamente, tirando de su varita y se arreglo el sombrero. Entrecerré los ojos y los puse en blanco, preparándome para explicar que estaba en un infierno con un montón de dolor, cuando el Profesor Dumbledore entro.

"Minerva... tal vez es mejor dejar que la señorita Lafette descanse un poco. Estoy seguro de que ella está sintiendo las consecuencias de sus acciones con gran fuerza."

Quería ponerme de rodillas y besar los pies del hombre.

"Ah, y, ¿no podría también ser sabia para... bueno, para mover a la señorita Parkinson? Poniendo a estas dos una al lado de la otra parece un poco imprudente", añadió Dumbledore.

Eché un vistazo a mi lado con cansancio y pude ver a Pansy, poco a poco reduciéndose a su tamaño normal y gimiendo todo el tiempo.

Sonreí, pero me detuve de inmediato, porque me dolía mucho, y cerré los ojos de nuevo. ¿Por qué no podían simplemente expulsarme ahora? Era bastante obvio lo que había pasado... lo que había hecho.

El rostro de Malfoy apareció en mi cabeza con un fuego intenso, y casi sin aliento, me pregunte si realmente lo había hecho. Si le había hecho daño? Bueno, yo había querido, pero... lo hubiera hecho o no?

Lo hubiera hecho?

"Duerma bien, señorita Lafette," Dumbledore me palmeó suavemente el tobillo. "Vamos a repasar todo esto cuando sea el momento sea adecuado."

Lancé un gemido contenido, de agradecimiento, pero no estaba segura si él lo entendió, y luego escuché los pasos que se alejaban de los muchos miembros del personal que habían sido amontonados en torno a mi cama de hospital.

Ahora estaba sola, porque habían movido a Pansy a una habitación separada, era lo más prudente en realidad. No es que yo pudiera haberle hecho algo en mi estado.

La noche se libero, la luz de la luna se filtraba por las cortinas mal colocadas de la enfermería. Y no me atreví a dormir... ni siquiera por un momento. Estaba siendo perseguida por los recuerdos de la mañana anterior.

Bueno, si de una cosa estaba segura, era que nadie me vería de la misma manera. Y eso era un regalo y una maldición.

Ahogándome lentamente en mis pensamientos, no me di cuenta de que la puerta chillo al abrirse, una pequeña cantidad de luz goteo a través de esta. Ni siquiera sabía que había alguien en la habitación conmigo hasta que se sentó a mi lado.

Era Draco.

"¿Qué quieres?" Gemí, apartando la mirada de él. Se le veía cansado, como si hubiera perdido algo de sueño.

"Eso es muy cortes, viniendo de ti." espetó, pero no con el mismo tono de costumbre.

"No después de lo que me hiciste." dije entre dientes, mirando hacia el techo. Su presencia me estaba poniendo nerviosa, haciendo que me hormigueara la piel de la manera más desagradable.

"Oh, lo que yo te hice?" Se echó a reír con incredulidad, "Si no lo recuerdo mal, tu fuiste la que trató de despedazarme esta mañana."

Me voltee para poder mirarlo, tratando de ignorar la forma en que sus brillantes ojos claros me afectaban, "No iba a matarte y lo sabes. Y si no lo recuerdo mal, tu te acercaste a mí."

Se sentó derecho, me dio una mirada de interés mientras fruncía el ceño. Traté de sofocar la agitación en mi estomago. "Así que lo recuerdas." murmuró.

"¿De qué demonios estás hablando?" Escupí amargamente, mirando al techo de nuevo. Así por lo menos, podía fingir que estaba adolorida y el no notaria la manera en que me afectada, no puedo ser del todo fría y amargada, como él.

"Pensé que tal vez podrías haber olvidar lo que sucedió cuando...cambiaste", se encogió de hombros.

"Oh, ¿y de repente eres un experto en Animagos, ¿verdad?"

Puso los ojos en blanco, ajustando el cuello de su camisa.

Oh... así que estaba incómodo. No era bueno en ocultarlo. Yo conocía ese movimiento. Lo había visto miles de veces cuando estaba asustado o avergonzado o de alguna manera fuera de su elemento.

"¿Qué haces aquí, Malfoy?" Suspiré finalmente, mirándolo a los ojos con una expresión que esperaba que fuera todo menos amable.

Él se encogió de hombros "Tengo simple curiosidad. Quería echarle un vistazo a la chica lobo que pensé haber descifrado ya hace años."

Resoplé, "¿Y qué has descubierto?"

"No tienes carácter." me miro con frialdad. Gruñí, dándome vuelta en la cama, a pesar del dolor, volví a gruñí en la almohada,

"Voy a ser expulsada de todos modos. Las cosas volverán a ser como antes".

"Bueno, eso no es divertido", se quejó, golpeando la pata de la cama con su zapato. "Te has vuelto interesante."

𝕭𝔯𝔬ӄ𝔢𝔫 𝕺𝔭𝔢𝔫 {𝚍.𝚖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora