10. El silencio Rechazado

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Dos semanas. Dos pacíficas semanas, maravillosas y dichosas, que había pasado con Dean, y luego tuve que ir a meter la pata.

Nota mental: no hablar sobre tu condición con tu nuevo novio.

Simplemente no hablar sobre mi condición.

Pero, yo! Que soy una idiota. Una tonta. Debí haber adivinado que no todas las personas eran tan indiferentes como yo cuando se trataba de mi condición. Sin embargo, no creí que Dean seria tan aprensivo al respecto.

"Entonces, ¿es una cuestión de ira?" me había preguntado cortésmente -como siempre-, sentado conmigo en la hierba junto al lago negro. "Cuando estás enojada, tú... ¿Cambias?"

Me reí de eso. "En realidad, es más una cosa genética. Natural, Cambiaría todas las noches alrededor de las 8:37... Sin falta."

Dean se quedó sin aliento, "Todas las noches?"

Asentí con la cabeza, "Todas las noches."

"¿Qué quieres decir con 'natural'?"

"Quiero decir que si yo no fuera adicta a la droga que me controla, cambiaría." me voltee y hice una mueca de las de él, "No es un elixir muy saludable el que tomo."

Él me miro sorprendido, "Así que... eres una drogadicta... o si no, te conviertes en esa cosa?"

Traté de no mirarlo como un insulto y me encogí de hombros. Dean no era muy sutil.

"Esas son mis opciones."

Él apartó la mirada de mí, trago en seco, "¿Por qué 8:37?"

Suspiré, "Ese es el momento en que nací." Y entonces me puse de pie, riéndome, "Vamos al agua!" Pero cuando le tiré de la mano no pude conseguir que se moviera.

"Dean?" Mi sonrisa se desvaneció, "¿Qué pasa?"

"Nada." Sacudió la cabeza, envasando una sonrisa falsa en su rostro.

"Dean, no estoy tonta." Puse mis manos en mis caderas, "¿qué pasa?"

Fingió una risa y me miró: "No es nada, _____. Es sólo... que todo este asunto en un lío, ¿no?"

"Bueno, sí, por supuesto que lo es. No nos llaman engendros del demonio por nada".

Debí haberme dado cuenta de que había ido demasiado lejos.

Dean se movió incómodo, evitando mis ojos y mordiéndose el labio. Di un paso atrás, comprendiendo lo que pasaba.

"Oh, ya veo..."

"_____"

"Maldita sea", y me di la vuelta, sacudiendo la cabeza, "Eres exactamente igual que los demás."

"_____, yo-"

"Eres igual que todos los demás. Tienes miedo de mí."

"No."

"¿Oh, no es eso? ¿Es simplemente que soy un fenómeno? no quieres perder tu tiempo con una mala y drogadicta chica lobo?"

Él negó con la cabeza desesperadamente, pero pude verlo en sus ojos.

"Por Merlín, Dean... ¿no podrías por lo menos no haberme ilusionado. Yo... yo... bueno, yo confiaba en ti."

Él se puso en pie, dando un paso hacia mí, con los brazos extendidos, pero le di un manotazo. Y luego, en una breve pausa, me decidí a probarlo.

De repente me abalance a el y di un pequeño gruñido.

Como una niña asustada, Dean se lanzó hacia atrás, colapsando en el suelo y dando un gemido.

Cerré los ojos, tratando de contener las lágrimas. Luego, con una furia ardiente, lo miré y escupí, "Eres. Patético", y marche lejos hacia el castillo, sin mirar atrás. No mires atrás.

Pero tan pronto como cruce puente, decidi que  volver al castillo era una idea horrible. Todo el mundo me vería llorar. Y yo no iba a permitir que me vieran llorar por Dean Thomas.

Cada vez más, me estaba dando cuenta, como penosamente me dirigía hacia la cabaña de Hagrid, Dean no era digno de mi tiempo. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? Ni siquiera era tan atractivo... no como, digamos... Draco Malfoy.

Di un grito horrorizado por eso, sacudiendo la cabeza -como una idiota- y acomodando mi túnica alrededor de mis hombros, cuando una brisa fría me golpeó.

El Sauce Boxeador. Ahí es donde me gustaría ir.

La Profesora McGonagall me había hablado de el, el año pasado... me dijo que una vez fue un escondite de otro estudiante, hace unos años, que había tenido una situación similar a la mía. Ella había dicho que el árbol no me atacaría, porque, francamente, podía oler el lobo en mí y creería que era el otro estudiante.

Pero yo no era una boba.

Sabía que ese joven estudiante era el Profesor Lupin. Yo también podía oler al lobo en él, durante mi tercer año.

Lo que significaba que yo sabía que él era un hombre lobo.

McGonagall no parecía saber qué tan diferentes los hombres lobo y los Fenrir eran en realidad... así que nunca me acerqué al sauce, pensando que la última cosa que necesitaba era un par de costillas rotas.

Pero hoy no me importaba, no estaba pensando con claridad. Caminé hasta el Sauce Boxeador sin darme cuenta de lo cerca que estaba, y entonces oí el gemido del árbol y di un salto hacia atrás.

Sin embargo, no arremetió contra mí, sino que levantó sus ramas fuera de su tronco de una manera peculiarmente suave.

Me quedé congelada un largo rato, mirando desconcertada, McGonagall tenía razón. El Sauce se quejó de nuevo, parecía impaciente y me tambalee hacia delante, con cautela caí de rodillas en el tronco.

Y las lágrimas no se hicieron esperar...

Tiré mi cuerpo contra el árbol, llorando como un bebe y permitiendo que el viento tragara el sonido.

Nunca tienes que confiar en nadie, trate de recordarme, clamando inútilmente en mi mente. Nunca.

Oí un ruido, Pasos que se acercaban.

Inmediatamente, esperaba que fuera Dean, levante la cabeza preparándome para gritarle una serie de insultos. Por suerte me las arreglé para sujetar mi lengua justo a tiempo.

No era Dean allí de pie

Con una de las tazas de té masivamente grandes de Hagrid en la mano, gafas torcidas sobre la nariz, el pelo negro revuelto alrededor de su frente.

Era Harry Potter.

Una vez más.

𝕭𝔯𝔬ӄ𝔢𝔫 𝕺𝔭𝔢𝔫 {𝚍.𝚖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora