12. El Silencio Justificado

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Me senté sola en la sala común esa noche, después de que Snape me hubiera dado mi transfusión. La doble dosis me había puesto un poco eléctrica, había visto estrellas durante los primeros cinco minutos. Pero, por suerte, ese extraño arrebato que había tenido esa mañana -la declaración de necesitar a Draco- había disminuido a sólo tener un leve respeto hacia él.

Le debía mucho.

Como si lo hubiese invocado, apareció, él y Pansy entraron en la sala común, riéndose de algo ridículo e interrumpiendo mis pensamientos. La impresión de ver a Draco me hizo momentáneamente inmovilizarme, pero luego me relaje en la silla, mirando hacia el libro de poesía Muggle que leía.

"Bueno, bueno, bueno..." Draco ronroneó. "Lafette, ¿por qué no estás con los sucios Gryffindors? estas todo el día con ellos, tanto así que también podrías dormir con uno de ellos."

Giré mi nariz por su comentario, mirando a través de las páginas como si las palabras que leía fueran la cosa más interesante del mundo, era un viejo poema de Lord Byron.

Me gustaría ser un niño descuidado,

Aún viviendo en mi cueva en las tierras altas,

O deambulando por la senda oscura,

O en la espuma de la oscura ola azul;

La popa engorrosa de orgullo Saxon, 

Recordando haber nacido con el alma libre,

Qué ama el lado escarpado de las montañas,

Y busca las rocas donde las olas ruedan.

Yo también desearía ser un niño descuidado. pensé con amargura, tratando de ahogar las palabras de Malfoy. Pero no me di cuenta de lo cerca que estaba hasta que me arrebató el libro de las manos.

"¿Qué demonios estás leyendo?" mofó, con el libro cerca de los ojos. "Poemas de amor?"

"Eso no es un poema de amor," me defendí con cansancio.

"¿Estás segura?" Él arqueó una ceja desafiándome antes de recitar: "Y la mujer, mujer hermosa! Tú, mi esperanza, mi consoladora, mi todo! ¡Qué frío debe estar mi pecho ahora, cuando en tus sonrisas comienza el otoño!"

Me quede congelada.

Nunca había oído a un hombre recitar así y ciertamente no a Malfoy.

Y lo hizo con tanto descuido también! No era justo. Las palabras apenas escapaban de él con una perfección indiscutible.

Salazar, estaba perdida.

"Oh, y no sólo poemas de amor," dijo arrastrando las palabras. "de amor no correspondido... algo no me estás diciendo, Lafette? Espero que la flecha de Cupido no te halla dado demasiado duro cuando me viste."

Pero eso fue el colmo.

Me levante de mi asiento, cogiendo el libro de sus manos y camine lejos de él hacia el dormitorio de las chicas, a la vez que la molesta risa de Pansy sonaba en mis oídos.

Merlín, no podía ser mas indignante! Así de increíblemente, el era un cerdo, un dolor de cabeza, un egocéntrico, y era diabólicamente-

Guapo.

Me detuve en seco, a mitad de las escaleras, y, literalmente, me di una palmada. Necesitaba tener aunque sea una idea coherente. Yo nunca podré respetar a Draco Malfoy, de todas las personas de esta casa.

Él era un idiota. Un mentiroso. Un abusador.

Era como Harry había dicho: un imbécil.

Me gustaría ser un niño descuidado...

La idea me tranquilizó por alguna razón, y me dejé caer en mi cama esa noche, me llevé el libro de poemas.

Después de esto, seguramente se convertirá en un nuevo hábito mío. Poesía. Qué extraño.

Poniendo los ojos en blanco, me di la vuelta y quedé dormida, pensando en todo, bueno, en todo menos ese horrible, estúpido rubio platino.

Pero no sirvió de nada porque igual soñé con él.

Estaba sentado solo, con la cabeza entre las manos, y no podía distinguir en dónde estaba. Su camisa blanca estaba empapada con lo que parecía ser sudor, su pelo alborotado locamente sobre su cabeza.

Cuando levantó la vista, los moretones debajo de sus ojos eran evidentes. Pero lo que fue más evidente fue la marca en su brazo. El verde oscuro, una torcida serpiente sobre un cráneo.

La Marca Oscura.

Me desperté esa noche, no está dispuesta a verlo nunca más de la misma manera. Yo no lo podía creer. Ya no era él mismo.

Sin embargo, esta extraña conexión con Malfoy, había llegado para quedarse. Me parecía que no podía sacarlo de mis pensamientos.

No, no lo respeto, pero desde ahora era seguro que mantendría un ojo sobre él. Debido a que estos sueños míos tenían la mala costumbre de hacerse realidad.

Tal vez era por eso que me había apegado a él. Ese sueño problemático que había tenido con él, lo más angustiante era que toda la escuela sabía sobre eso...

Tal vez me había esperanzado.

Este sueño me hizo tener miedo. Pero Draco... no sería tan estúpido como para unirse... al Señor Oscuro. No, por supuesto que no. Draco era un imbécil, pero no un estúpido.

Él nunca lo haría.

Con estos pensamientos, me volví a dormir, maldiciendo mi estúpida preocupación por él, cuando él nunca había hecho nada por mí.

Bueno... aparte de salvarme de convertirme en una asesina.

Por la barba de Merlín, uno de estos días tendría que ponerle una correa a mi conciencia. Esta "alabanza a Draco" estaba comenzando a fastidiarme.

Y así hice un pacto conmigo misma esa noche, mientras dormía.

Nunca le daría importancia a Draco Malfoy, nunca.

Ya tenía suficiente en mi plato, como para agregarle más porquerías.

𝕭𝔯𝔬ӄ𝔢𝔫 𝕺𝔭𝔢𝔫 {𝚍.𝚖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora