En uno de los tantos hospitales de la ciudad, se encontraba una joven de cabellos castaños dando a luz a su primer hijo. En lo más hondo del Hospital se escucharon leves sollozos que con los minutos se convirtieron en llantos llenos de vida.
Habían nacido dos hermosas niñas de ojos marrones.
(14 años después)
El par de alegres chicas estaban en patio trasero de su casa intentando resolver algunos ejercicios de aritmética mientras su madre, de ya unos 34 años, observaba atenta cada similitud y diferencia entre ellas.
–Min, Gem vengan tengo limonada– dijo suavemente su madre.
– ¡Ya vamos!– gritaron mientras corrían alegremente.
Físicamente eran como un reflejo de la otra; cabello azabache ligeramente castaño, ojos marrones, tez canela, ni tan altas ni tan bajas, la única diferencia que se podría apreciar entre ellas eran las pecas de Min alrededor de su nariz.
Aunque sus ideales fueran diferentes siempre permanecían juntas sin importar el qué o por qué. La puerta principal resonó anunciado la llegada de su querido padre y esposo, con una sonrisa inmensa asomaron su cabeza desde la cocina.
–Hola princesas, hola amor– saludó con un beso a la última.
–Cariño aún es temprano.
–Lo sé– sonrió –quería llevar a mis princesas a pasear por el bosque un rato.
–¡Vamos a alistarnos Min!– gritó evidentemente emocionada la pequeña adolescente llamada Gem.
Tomó su mano y la llevó a rastras hasta la habitación que compartían, paredes color crema, una litera, un armario de madera, dos ventanas con cortinas celestes, una baldosa vainilla para el piso y un gran espejo de metal tallado con el nombre de ¨Gem y Min¨
Se cubrieron con una sudadera roja del mismo diseño y bajaron para encontrarse con sus padres sonrientes y listos para partir.
Un gran y frondoso bosque se divisaba a solo unos cuantos kilómetros de distancia, la amante de la naturaleza, Gem, examinaba cada mínimo detalle del paisaje mientras la extrovertida y traviesa, Min, intentaba sacar su mano para sentir la gentil brisa.
Al llegar lo primero que hicieron fue salir desesperadamente del auto y correr bosque adentro, el mismo que visitaban desde su infancia. Pareciera que lo conocían de memoria ya que daban giros, giros, vueltas y más vueltas sin mostrar señales de estar perdidas o algo parecido. A unos pequeños metros estaba un lago que encontraron a los 10 años y desde ahí era su favorito, no solo por el ambiente de paz que transmitía sino por el agua cristalina, las flores llenas de vida, árboles inmensos que las cobijaban, el trinar de los pájaros e insectos escurridizos pero hermosos para sus ojos.
Min cortó una pequeña flor blanca que estaba cerca de los árboles y tomó rumbo hacia donde su hermana que sentada en la orilla del lago admiraba cada detalle del mismo. En un brusco movimiento se sentó a la par de ella y soltó un suspiro.
– ¿Qué sucede Gem?
–Nada Min, solo que...
– ¿Qué pasa? Me estás preocupando– la miró con esa inocente expresión que solo ella podía hacer.
– ¿Me prometes una cosa?– preguntó mirando las ondas que producían las hojas al caer en el agua.
–Claro, dime cual.
– ¿Estaremos juntas por siempre, verdad?– llevó su vista hasta su hermana que remplazó su cara de preocupación por una feliz.
–Por siempre.
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12 Signos [Sin completar]
De Todo-¿Oigan están seguros de esto?- comentó Virgo algo dudosa. -Más que nunca-contestó la mayoría de signos. -Manos a la obra ¡Todos vengan, debemos empezar con esto!- gritó Capricornio. ¡Bienvenid@s al...