Parte 50 " Todo lo que llega demasiado rápido y es bueno, se va tan rápido ...

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Cuatro meses después:

Buenos Aires, Argentina.

-¿Estas bien?- me pregunta Anna mientras miramos una película en el sillón de nuestro nuevo departamento.

Asiento con la cabeza.

- Te noto triste Mel- dice y se acerca a mi.

- Estoy cansada solo es eso- digo y me levanto del sofá- ¿no te molesta si me voy acostar?-.

Ella niega.

Me voy a mi cuarto que queda en la parte de abajo del departamento. Miro el entorno, el cual todavía me parece desconocido. Me siento en la silla junto a mi escritorio y saco del cajón un cuaderno de tapa marrón y que dice en letras doradas "Diario", lo compre cuando llegue a Buenos Aires en uno de los puestos de revistas que se encuentran en las veredas, recordando lo que decía mi abuelo: " -Libera tus penas en letras-".

Como de un tsunami se tratara los recuerdos vienen a mi y mi pulso tiembla, lo contaré todo ahora que puedo hacerlo.

-Hoy ya le darán el alta señorita- dice una enfermera al entra en mi habitación de hospital.

Yo miro a Benjamin que se encuentra junto a mi.

-La doctora Montesano, vendrá solo en unos momentos- dice la enfermera y se retira.

Unos momentos después la doctora llega. Y en su semblante se refleja que no trae buenas noticias.

-Señorita Burton, hoy ya puede ir a su casa, esta totalmente rehabilitada pero hay una cosa que quería decirles- hace una pausa y respira, me pongo tensa- es difícil para mí decirles esto- mira a Benjamin y este toma mi mano con fuerza - El bebe la ha dañado señorita, dejándola estéril- dice.

La doctora sigue hablando y explicando pero yo ya no puedo oírla, ante la posibilidad de jamás poder ser madre mi mundo se desmorona. Mi mente queda nula en ese momento.

Lo demás de como llegue a casa de Benjamin ni lo recuerdo.

Un ruido en la calle Sarmiento donde se ubica mi departamento me saca de mis recuerdos por un momento, pero a pesar de ello vuelvo a ellos en un parpadeo.

La primera semana después de salir del hospital fue insoportable en casa de Benjamin.

No podía comer y menos aún  bañarme. Me encerré en la habitación que iba a ser de mi bebe, la cuál había decorado con esmero. En la torturada mirada de Benjamin veía su pena, paso toda esa semana en casa, aunque yo le gritase que se fuera cada vez que entraba en el cuarto del niño. El dócilmente intentaba hablar conmigo, intentar hacerme comer algo pero yo usaba mis peores palabras para que se fuera y me dejara sola.

Me pasaba llorando en esas cuatro paredes, besando las ropitas de mi bebe, llorando hasta atragantarme con mi propia saliva y sintiéndome culpable porque jamás iba a poder darle un hijo a Benjamin, por eso no lo quería ver porque el me recordaba con su presencia a que jamás iba a poder ser madre.

Una mañana Benjamin se presento en la habitación con un doctor y yo los saque a ambos a los gritos:

- Ninguno me tocará un solo pelo sin antes matarme- conteste desquiciada, el doctor ni se arrimó pero Benjamin hizo el intento y le tire por la cabeza lo primero que tenía a mano: una lámpara  en forma de osito a la cual ágilmente esquivo.

-No puedes seguir así Melody- me cuestiono y yo le conteste que por su culpa había perdido a mi bebé.

Ambos hombres salieron y quede sola nuevamente, yo sabia que Benjamin me estaba dando tranquilizantes en el agua que me traía. Luego de eso no oí mas pasos en la casa.

¡Ese es mi Jefe! (Wattys2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora