Estúpida sonrisa perfecta...

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—Abigail, es Abigail, mamá —la corrigió Walker nervioso.

—Oh, perdona.

No supe a quién iba dirigido el perdón, y la verdad, no sabía qué hacía en esta casa. Quise salir corriendo de allí rápidamente, desaparecer, que me tragara la tierra, pero necesitaba una explicación. ¿Por qué Rebecca? Justo cuando fui a dirigirme hacia Walker, Azure apareció con la respiración agitada.

—Mamá ha dicho que nos sentemos a comer ya.

Los tres afirmamos con la cabeza y, cuando Walker fue a quitarse el abrigo y colgarlo, Azure se me acercó y me habló cerca del oído.

—Eres mucho más guapa que la otra... y me caes mejor.

Le sonreí, pero en mi interior estaban batallando los celos, la rabia, la confusión y las pobres mariposas, que claramente iban perdiendo.

—¿Puede sentarse Abigail a mi lado? —Gritó a los cuatro vientos.

Walker le puso una mano en el hombro.

—Solo si me la cuidas bien.

—Estará mejor en mis manos que en las tuyas, te lo aseguro, renacuajo.

Su tío la fulminó con la mirada y le dedicó una sonrisa, mientras que ella le sacó la lengua y me cogió de la mano. Tiró de mí hasta llegar al salón principal. Me quedé con la boca abierta al ver la gran sala. Nunca antes había visto un salón tan decorado, grande, brillante y bonito. En el centro había una mesa con una cubertería de oro sobre un mantel precioso. La tapicería de los sillones y sillas era muy lujosa. La habitación en sí estaba decorada con muy buen gusto.

Azure me sentó en uno de los extremos de la mesa. Walker llegó unos segundos después a sentarse también en la mesa, pero antes de eso, justo al entrar en la habitación, dos niños más —hermanos de Azure— fueron a abrazarlo. En la mesa ya estaban sentados los padres de Walker, su abuela y su hermana con su marido, quien no me dejaba de mirar. Me sentí algo incómoda bajo su punto de mira, pero me tranquilicé un poco cuando Azure se giró hacia mí y se puso a hablarme. Yo tan solo me quedé escuchándola, no me dejaba ni responder con la velocidad a la que hablaba.

—Papá, Rose, Gerard, abuela, esta es Abigail —me presentó Walker.

No supe qué hacer, por lo que sonreí ante los saludos de la familia Harries.

—Es muy guapa, ¿a que sí, mamá? —Comentó Azure a su madre, Rose.

—¡Y que lo digas, cariño! Y me apuesto lo que sea a que dura más que la otra chica.

Me quedé paralizada, no estaba entendiendo nada. Pude captar el nerviosismo de Walker, que estaba sentado a mi otro lado. Los otros dos pequeñajos se me quedaron mirando desde sus sillas.

—Rose... —Dijo Walker en un tono autoritario.

Lo miré con el ceño fruncido, pero como no me miró tuve que apañármelas sola.

—¿Qué otra chica? —Pregunté.

Si no me lo quería decir él mismo, lo tendría que averiguar yo solita.

—La otra, ¿cómo se llamaba? —Se quedó pensativa Rose.

—Rebecca... —pronunció con asco la abuela.

Esa mujer me había caído bien, yo pensaba lo mismo de Rebecca. Miré a Walker, o Tom, o como quisiese que se llamase, pero él solo miraba a Rose con rabia.

—Esa, Rebecca. No sé cómo no se me ha quedado el nombre de la chica, si no paras de pronunciarlo —le soltó Rose a su hermano.

—A mí esa chica me cae mal, lo siento, Tommy. Pero su cara de asco y arpía me produce escalofríos —dijo la abuela.

En el enigma [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora