En el enigma [TERMINADA]

Mentiras y verdades ocultas

      —¿En serio te dijo eso? —Me preguntó Caroline desde la cocina—. No sabía que Walker fuera tan romántico, la verdad... Me pensaba que era un tipo duro, ya sabes. Con esa mandíbula y esos ojazos cualquiera diría que es tan cariñoso. Y bueno, el color negro también le ayuda.

Se rio a la vez que se sentaba con el cuenco de palomitas en el sofá y me tuve que echar a un lado para compartir mejor la manta. Ahora que había salido el tema de Walker quería llamarlo, estar con él, lo que fuese con tal de tenerlo cerca, pero ya me había decidido, ya le había dicho que no cambiaría de idea. Y recordar el momento en cuanto se lo dije y ver en mi cabeza cómo se terminó alejando de mí el día que recibí la última nota aún dolía.

—La verdad, Abigail, sigo sin entender por qué no le dejas que te quiera. Es el tío perfecto; guapo, simpático (cuando quiere), gracioso, cariñoso y encima tiene dinero. ¿Qué más quieres? Yo, de verdad, no te entiendo en absoluto.

—Sí, lo sé. Es un chico increíble, pero no puedo. Realmente no puedo dejar que se enamore de mí.

—¡Pero si ya lo está! ¡Qué me estás contando! Esa no es excusa, Abigail... Tú no quieres que se te acerque por algo y lo sabes.

Sí, esa era la única excusa que continuamente me repetía en la cabeza para alejarlo de mí. Pero ¿y si Caroline tenía razón? ¿Y si lo intentaba alejar de mí por algo que no sabía ni yo misma? El caso es que ya le había dicho por segunda vez que no cambiaría de idea, que se mantuviera alejado de mí lo máximo que pudiera.

—Te voy a decir una cosa, pero no te enfades —susurró como si alguien la fuera a oír a pesar de que estábamos solas en mi apartamento—. Creo que Rebecca te quiere quitar a Walker. Yo solo lo digo... Y cuando llegue ese momento, será cuando te des cuenta de que has perdido algo muy valioso. Yo dejaré que me llores en el hombro y te ayudaré a recoger los pedazos de tu corazón, pero te advierto que te diré la famosa frase <<Te lo dije>>.

Esta vez fui yo la que me reí. ¿Rebecca y Walker? ¡Por Dios! No podía ni pensarlo, solo con eso me reía. Pero, ¿y si mi cuerpo se reía por no llorar? ¿Y si <<no todo es lo que parece>>? Mi carcajada se consumió de pronto.

—¿Por qué crees que Rebecca me quiere quitar a Walker? Aunque debo decir que él nunca fue mío. Ni yo suya, recalco.

Caroline masticó rápido las palomitas que se había echado a la boca y giró el torso hacia mí. Su cara no era la misma de hacía unos minutos, había cambiado a más seria, más diplomática.

—Ahora ya no tanto, pero hacía un mes ella se le arrimaba mucho. Lo cogía del brazo, le susurraba en el oído, cosas así. —Se quedó pensativa unos segundos antes de seguir hablando—. Ya sé que Walker te quiere, y no poco, por todo lo que me has contado, pero un tío no se puede resistir mucho a una chica como Rebecca. Y si encima te haces de rogar, se terminará cansando. Los chicos son la cosa más simple del mundo, si ven que se les complica mucho la cosa, se cansan y pasan a otra.

—Eso no es del todo así, Caroline. Aunque me gustaría, así me dejaría en paz de una vez.

Apartó el cuenco a un lado y se quitó los zapatos para poder subir las piernas al sofá. La televisión sonaba de fondo, pero no nos molestamos en apagarla.

—No te creo. —Se cruzó de brazos—. Imagínatelo abrazando a Rebecca. No, no, mejor besándola. ¿Qué sentirías? ¿Acaso no te dolería como si te hubieran arrancado el corazón lentamente?

No quise imaginármelo, pero mi cerebro actuó rápido y vi claramente la imagen en mi cabeza. Las manos de Walker rodeaban la cintura de ella, subían hasta su nuca y la aferraba con pasión, con deseo. Esas manos que me habían limpiado las lágrimas momentos atrás... Esos ojos que me habían mirado como si no existiera nada más en el mundo, como si yo fuera la cosa más importante en su vida. Como si quisiera darlo todo por mí, por alguien que ni siquiera le da amor.