Sin sentido

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-¿Cómo lo sabes? -le preguntaron los gemelos a Walker.

-No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el tío de las notas está jugando con nosotros. Es obvio que les ha puesto a todos el mismo nombre que el suyo para despistarnos. -Walker se giró hacia el tal Mason y lo apuntó con el dedo-. ¿Dónde se esconde el que te manda?

El vecino se cruzó de brazos.

-Al parecer, tampoco hay que ser muy listo para pertenecer al Clan... ¿Crees realmente que te lo voy a decir?

Vi cómo, Walker, cerraba los puños con rabia. Le acababa de insultar un británico...

-Vale, está bien. No vas a decir nada... -empezó a decir con la mirada fija en los ojos azules del otro-. Pero, ya que no le sirves ni a él ni a nosotros, tú muerte no le importaría a ninguno, ¿no? Te podría matar aquí mismo y no habríamos perdido nada...

El vecino lo miró aterrorizado, pero no fue el único que se quedó petrificado con el comentario de Walker. Yo misma me había asustado. Él no era así, no iba matando a gente sin algún propósito. Lo agarré del brazo cuando empezó a sacar la pistola que tenía en la chaqueta, pero ni me miró.

-Walker, no lo hagas -dije temiéndome lo peor-. Él no tiene la culpa de que le hayan lavado el cerebro.

En ese momento, Rebecca se puso entre Mason y Walker y se quedó mirando a este último con autoridad.

-Abigail lleva razón. Él no tiene la culpa; no lo puedes matar.

-Ese tío -respondió, apuntando al británico con el arma-, sabe quién está detrás de todo esto. Sabe quién fue el que ha mandado matar a mucho de los nuestros, sabe quién es el que ha puesto muchas vidas en peligro y ha destrozado otras, ¿y vosotras lo defendéis? ¿Sabéis que estáis defendiendo a un asesino? -Rebecca siguió sin inmutarse-. ¡Esto es de risa...! -Apartó la pistola y se la guardó, enfadado. Se llevó las manos a la cabeza y se dejó caer en mi sofá.

Ethan se acercó a él y se sentó a su lado. Ambos, vestidos de negro, parecían sacados de una película. Rebecca, también de negro, se giró hacia Mason y lo cogió del brazo. Lo llevó hasta la puerta y lo sacó del apartamento murmurándole algo, cerró la puerta tras de ella y pensé que se habría ido. Los cuatro chicos se quedaron en silencio mirándome, me sentí abrumada e incómoda. Me crucé de brazos y miré tras de Ethan y Walker por la ventana; la ciudad se había despertado hace un par de horas y ya empezaba a volver a la normalidad del día a día. Normalidad porque aquellas personas no tendrían a ningún psicópata observando todo lo que hacían. Fui a acercarme a la ventana para mirar la calle y los chicos me siguieron con la mirada, algo que hizo que me pusiera más nerviosa aún.

-El tal Mason debe estar en algún lado escondido, no puede ser que no lo podamos encontrar.

-Le podríamos haber sacado algo de información al británico ese -gruñó Walker.

Me giré y vi que las miradas de los cuatro seguían puestas en mí; me subió un cosquilleo por el estómago. Pero mis ojos se pararon solo en Walker.

-Pretendías matarlo en medio de mi salón. ¿En serio crees que te iba a dejar? Así no le habrías sacado nada, tan solo habrías conseguido manchar mi suelo. -Los gemelos se rieron y a Ethan se le escapó una sonrisa de diversión, pero Walker no gesticuló expresión alguna. De hecho, se levantó, serio, y se sacó la pistola que tenía en la chaqueta. Por un momento me asusté, pero sabía que no me haría daño. Todo lo contrario. Dejó el arma encima de la mesita de la entrada con la que me había golpeado minutos atrás.

-Quédatela. Te hará más falta que a mí -fue lo último que dijo antes de abrir la puerta y marcharse.

Me quedé mirando la puerta cerrada por donde se había ido y sentí una punzada de dolor en la boca del estómago. Y no era hambre.

En el enigma [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora