En el enigma [TERMINADA]

Últimas palabras

      Cuando volvimos a mi casa después de ir al museo, comenzó a llover y Walker decidió quedarse conmigo para pasar lo que quedaba del día juntos. Desde que me había dado cuenta de lo tonta que había sido intentando alejarme de él, no podíamos separarnos el uno del otro. Pensábamos que el tiempo que nos quedara debía de ser juntos porque ya bastante habíamos perdido tiempo atrás.

Ya era bien entrada la tarde y lo único que habíamos hecho había sido sentarnos pegados en el sofá hablando y reflexionando. Hasta que Walker quiso hablar con Kyle por el teléfono y estuvieron horas charlando y preguntándose qué tal les iba todo. Al parecer, Kyle se había ido a España, a un pueblecillo de la costa mediterránea, pues, el verano que dieron clases de español los tres hermanos se fueron a dicho país para aprenderlo y Kyle tenía un amigo por allí. Dijo que mataría a Walker si no le había hecho irse por algo realmente importante y luego estuvieron riéndose por algo que a mí no me hizo ninguna gracia. Cuando ya llevaban dos horas de conversación, se les ocurrió la idea de poner la cámara para verse y ahí fue donde entré yo.

A Kyle se le iluminaron los ojos al verme. Parecía más cercano, a pesar de los miles de kilómetros que nos distanciaban, y más abierto conmigo con su hermano presente ahora. Ambos se parecían tanto... Pero a la misma vez eran tan diferentes... No era coherente lo que estaba diciendo, lo sabía, pero era exactamente lo que pensaba.

—¿Y cuándo será la boda entonces? —preguntó, de pronto, Kyle hacia nadie en particular.

Me quedé con los ojos como platos y miré a Walker con sorpresa. Ambos hermanos se rieron por mi expresión y Kyle aclaró que era una broma.

—Aunque... —continuó diciendo—. Realmente parecéis muy enamorados. ¿No os lo habéis replanteado aún? Que ya tenéis una edad, muchachos... Y yo quiero sobrinos británicos.

Me ardieron las mejillas. No podía creerme que nos estuviera preguntando algo así. Nunca me había replanteado casarme. Nunca, que yo recordara. Tampoco es que hubiera tenido a nadie con quien querer estar toda una vida juntos... Pero ahora sí. Ahora sí que lo tenía, pero la situación era demasiado escamosa como para pensar aquello.

—Kyle —le respondió su hermano—, ¿has oído hablar de la paciencia? Dicen que es buena. Y por cierto, ¿nos acabas de llamar viejos?

Se echó a reír su hermano pequeño por detrás de la pantalla y cuando miré a Walker, también estaba sonriendo. ¿Se habría replanteado él lo de casarse? ¿Habría pensado alguna vez en ello?

—Joder, Tom, que tenéis veinticinco años ya. Y no quiero ser tío cuarentón...

—Ya eres tío. De tres, para ser exactos.

—¡Pero no son británicos!

Solté una carcajada que resonó por todo el salón. ¿Qué problema tenían los Harries con los británicos? Me dio miedo preguntarlo en voz alta, pero lo hice.

—¿Qué tenéis con los británicos?

Ambos hermanos se miraron y se rieron. ¿Qué mosca los había picado?

—¿Te acuerdas de la primera vez que viniste a nuestra casa? —me preguntó Kyle.

Afirmé con la cabeza y esperé a que continuara hablando, pero, en su lugar, lo hizo Walker.

—¿De la vez que te acorralamos en la cocina?

Volví a afirmar con la cabeza, esta vez más lentamente que la anterior, con miedo a la respuesta.

—Y de que saliste enfadada hacia el comedor... —continuó Kyle.

—Sí, ¡sí me acuerdo! ¿Queréis ir al grano ya?