Acorralada por todas partes

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Antes de que se abriera más, empujé la puerta y la cerré de golpe, haciendo que el intruso se cayera al suelo del salón por el impacto.

Emitió un ruido que relacioné rápidamente con una persona.

Abrí la puerta apresuradamente y me llevé las manos a la boca. Me quedé contemplándole con los ojos muy abiertos por la sorpresa y no pude contener la risa.

-¡¿Se puede saber a qué ha venido eso?! -Gritó enfadado llevándose la mano a la nariz. -Creo que me la has roto.

Solté una carcajada, que de inmediato disimulé, y me arrodillé enfrente de él.

-¡Lo siento! ¿Te traigo hielo?

Afirmó con la cabeza y me levanté para ir a la nevera riéndome por el camino.

-¿Te ríes, capulla? -Dijo con tono divertido intentando expresar seriedad.

-Ya te he dicho que lo siento -le respondí entre risas.- Pero has sido tú el que ha entrado en mi casa sin llamar ni nada en mitad de la noche, Walker. ¿Qué querías que hiciera? Pensaba que podrías ser él.

Hubo un segundo de silencio incómodo entre los dos. Metí unos cuantos hielos en una bolsa de plástico y se la di.

-Gracias. -Agradeció al cogerla.- No creo que el hombre de las notitas vaya a entrar en tu casa sabiendo que podrías tener un arma en cualquier parte. Sabe que te vigilamos todos nosotros y que no te dejaríamos desprotegida.

Me apoyé en la encimera de la isleta y me quedé mirando cómo se llevaba el hielo a la zona herida.

-¿Qué hacías a estas horas por aquí y cómo has entrado?

Se levantó del suelo y se sentó en el brazo del sofá. Sus ojos verdes oliva se veían muy oscuros con la poca luz que había en la habitación. Tan sólo iluminaban la estancia la lamparita del salón y las luces de la ciudad por la noche que entraban por la ventana.

-Sabes que soy experto abriendo puertas, Aby. -Me guiñó un ojo y puse los ojos en blanco.

-Y tú sabes que odio que me llamen Aby. -Le dije bajando de la encimera de un salto y dirigiéndome hacia él con un dedo acusador.

-Lo sé, por eso lo hago. ¿Acaso no merezco hacerte enfadar por el golpe que me has dado? Creo que es lo más justo, preciosa. -Dijo levantándose y apartando mi dedo.

-Vale, sí. Pero no me has respondido a lo otro.

Se quedó mirándome unos segundos callado hasta que mi paciencia se agotó y le quité el hielo de las manos para que bajara de la luna.

-¡Eh! ¡Que la voy a necesitar! -Exclamó reclamando su bolsa.

Alargué el brazo para dársela y la cogió enfadado.

-¿Me vas a responder?

-Había venido para felicitarte. Me he acordado de tu cumpleaños, Abigail. Creo que me merezco algo. -Dijo acercándose más a mí.

Me crucé de brazos y lo miré con arrogancia.

-Cuando te dije que te acordaras de esta fecha era para que me regalaras algo caro, no me refería a que vinieras a felicitarme a las dos de la mañana, precioso. -Le solté poniendo cierto tono de voz en la última palabra.

Soltó una carcajada divertido y se le quedó una sonrisa de medio lado en la cara.

-No pensaba regalarte nada material, tenía en mente darte otra cosa... -Se mordió el labio inferior y se pasó la mano por el pelo.

-¡Ni en tus mejores sueños! -Le dije dirigiéndome a mi dormitorio.

No me permitía gastar más mi tiempo con un tío como él.

En el enigma [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora