Capitulo 76: La llave

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  Me asomé al balcón de la habitación y sonreí al divisarla acostada en la playa sobre una toalla. La señorita estaba tomando sol. Negué divertido con la cabeza.
Una semana pasó volando desde que llegamos. Hace una semana que ya soy un adulto. Mi padre me llamó ese día y recibí el sermón de mi vida por cumplir 18.
Todo estaba bien, todo es perfecto. Fuimos a hacer varias compras al pueblito. Nos dijeron que habría una fiesta hoy en la noche. TN_______ dijo que sería lindo que fuéramos.
—¡TN_______! —le grité. Ella se incorporó y se giró a verme —¡Ya esta la comida!
—¡Ahí voy! —dijo mientras se paraba.
Volví a sonreír y entré a la casa. Aquella tímida y vergonzosa gitana se había vuelto una completa pervertida a la hora de estar en una cama... o en donde sea. Hasta llegamos a hacer el amor en la playa... eso si que fue nuevo para mí. Muy nuevo.
Bajé corriendo las escaleras y la alcé en mis brazos apenas entró. Ella rió divertida y besó mis labios.
—Te extrañé en esta media hora que no estuviste conmigo —le dije.
—¿De verdad? —preguntó risueña.
—Si, ya me estoy poniendo muy celoso del sol. Te esta gustando ir a tomarlo muy seguido.
—Ay, Zayn —dijo divertida. Reí y la besé cortamente.
Entramos en la cocina y nos sentamos a almorzar.
—¿Vamos a ir a la fiestita del pueblo esta noche? —le pregunté.
—¿Tú quieres ir? —me dijo mientras se metía un poco de ensalada en la boca.
—Yo si, ¿tú?
—También —sonrió.
—Sabes que es de disfraces, ¿cierto? —asintió.
—Pero, nosotros no tenemos disfraces —dijo frunciendo el ceño.
—Estás muy equivocada —le aseguré. Alzó ambas cejas.
—¿Por qué? —quiso saber.
—Fíjate que hay en esa bolsa que está detrás de ti —dije.
Dejó la ensalada y se giró a buscar la bolsa blanca que yo había preparado. La abrió entusiasmada. Sus ojos se abrieron bien y alzó la vista hacia mí.
—Pero, ¿Cómo... cómo los conseguiste? —preguntó y metió la mano para sacar las enormes alas de ángel. Sonreí autosuficiente y me metí un trozo de carne.
—Yo siempre tengo todo bajo la manga, cariño —contesté con soberbia. Ella me miró divertida.
—No, enserio... dime —dijo y sacó el vestido blanco.
—Bueno, bueno —me senté bien en la silla —Cuando fuimos a mi casa para buscar mis cosas encontré la bolsa en mi camino y la metí en mi bolso sin pensarlo.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque quería volver a ser Romeo, para hacer bien las cosas con mi Julieta —dije. Me miró de manera boba y soltó las cosas para correr hasta mí y sentarse sobre mi regazo. Comenzó a besar todo mi rostro, enfatizando principalmente en mis labios.
—¿Por qué eres tan lindo, eh? —dijo sin dejar de besarme —Te odio por ello...
—¿Enserio? —dije siguiéndole el juego.
—Naaa —sonrió y volvió a besarme.
Luego de almorzar pasamos la tarde jugando y tomando sol frente a la casa. No había preocupaciones, ni problemas. Solo nosotros dos.
Luego de hartarnos del mar entramos a la casa para prepararnos para ir al pueblito. Ya eran más de la 7.30... íbamos a perdernos lo mejor por no llegar temprano.
—¿Estás lista, Julieta mía? —le pregunté parado al final de las escaleras.
—¡Ya casi! —me contestó.
Yo hacía media hora que estaba listo. Y este maldito traje de caballero ya estaba incomodándome de sobre manera. Dejé de forcejear con el cuando la vi bajar. Su cabello caía en perfectas hondas sobre sus hombros. Tenía un par de pequeñas trenzas que estaban entrelazadas con cintas blancas. Llegó hasta mí y tomé su mano. Besé el dorso de ella.
—Te ves tan... hermosa —le dije aun atónito.
—Tonto —musitó enrojeciéndose levemente —Tú también, hermosísimo.
—¿Vamos? —pregunté.
—Vamos —asintió ella.
Salimos de la casa y cerré bien todo. Subimos al auto y prendimos marcha hacia la pequeña fiesta del pueblo. En el camino nos la pasamos hablando y hasta discutiendo un poco. Siempre es divertido ver como ella quiere tener la razón en todo. Aunque yo no me quedo atrás...
Bajamos cuando llegamos. En el lugar había música y gente bailando.
—¿Bailamos? —le dije al oído.
—No sé bailar —musitó
—Si que sabes... yo te enseñé —le recordé.
La tomé de la cintura y la acerqué a mí para bailar. Aunque la música no era para bailar pegados, yo quería estar pegado a ella.
—Zayn, no creo que esta música esa para bailar así —habló sobre mi hombro.
—¿Por qué lo dices? —le pregunté.
—Porque la gente no esta bailando así —contestó divertida.
—Pero nosotros somos un caso especial... —le dije y besé su sien.
Cuando la música dejó de sonar me quejé un poco pero decidimos ir a caminar un poco para ver que podíamos encontrar. Había lugares en los que vendían comida, en otros artesanías. Llegamos a un puesto en donde vendían colgantes y todo ese tipo de cosas que les gustan a las mujeres. Divisé algo que llamó mi atención... un colgante con forma de llave.
Miré a TN_______. Ella no estaba observando lo mismo que yo.
—Zayn, voy a buscar un baño. Enseguida vuelvo —me dijo. Me besó cortamente en los labios y la vi desaparecer entre la gente. Me acerqué al puesto de la mujer.
—Buenas noches —la saludé. Ella me sonrió amablemente —¿Puede decirme el precio del colgante con forma de llave?
Ella asintió y la tomó. La miró fijamente por un par de segundos y luego la estiró hacia mí. Fruncí el ceño. Una chica más joven que la mujer que me estaba dando el colgante se acercó a ella.
—Mamá, ¿Qué haces? —le preguntó extrañada. La mujer comenzó a hacerle señas con la mano libre a la chica. Ella me miró.
—Perdón, mi madre es muda —me dijo y sonrió —Y dice que el colgante es gratis...
—¿Gratis? —dije extrañado. La mujer volvió a hacer señas.
—Si, dice que se lo regala.
—Pero, ¿Por qué? —quise saber —Yo puedo pagárselo.
—Dice mi madre que a ella no le interesa el dinero —la mujer siguió haciendo señas. Cada vez más efusiva —Dice que las llaves abren puertas. Y que las puertas abren caminos... o quizás recuerdos. Y que la persona que tenga la llave, siempre va a tener recuerdos sobre ti.
Tomé la llave con cuidado de la mano de la mujer. La observé bien y le sonreí.
—Muchas gracias —le dije. La mujer miró a su hija e hizo más señas.
—Dice que de nada y que tienes una novia muy bonita —tradució la chica para mí.
Guardé el pequeño colgante dentro de mi bolsillo. Cuando divisé que TN_______ volvía hacia mí. Les agradecí a ambas mujeres antes de alejarme.
—¿Qué hablabas con esas mujeres? —me preguntó arqueando una ceja. Me reí.
—¿Acaso vas a pensar que yo estaba coqueteando con ellas? —dije.
—No, yo no dije eso —dijo haciéndose la desentendida.
Le robé un breve beso y la tomé de la mano.
—Ven, amorcito, vamos a seguir recorriendo un poco todo.
Volvimos a la casa a eso de las tres de la madrugada. Habíamos bailado, comido y hasta tomado un poco. TN_______ se dejó caer en el sillón.
—Mis pies no dan más —se quejó. Me tiré a su lado.
—Y yo ya no aguanto más este traje de caballero —aseguré. Metí la mano en el bolsillo de mi traje y encontré la llave. Por poco y lo olvido.
—Tengo algo para ti...
—Tengo algo para ti...
Dijimos los dos al unísono. La miré extrañado. Ella sonrió divertida.
—¿Enserio tienes algo para mi? —me preguntó.
—Si —asentí —¿Y tú algo para mí?
—Ajá —dijo sin dejar de reír.
—Bien, dime tú primero —le dije. Ella negó con la cabeza.
—No, tú primero —dijo.
—No, tú —parecíamos dos niños. Suspiré —Bueno, los dos juntos ¿si? —ella asintió —A la una, a las dos y a las tres.
Mis ojos se abrieron bien al ver que ambos teníamos las mismas llaves colgando de nuestras manos.  



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