Capitulo 42: Sensaciones

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  -Zayn
—¡Wow! Hemos encontrado un hermoso ángel —dijo Brian detrás de TN_________. Ella se giró a verlo rápidamente y pude ver como apretaba los dientes —Que bonita te ves, TN_________.
—¿Qué quieres? —preguntó ella.
—Podríamos bailar un poco ¿no crees? —preguntó y se acercó un poco a ella.
Me estaba por acercar a él para impedir que la tocara pero alguien se me adelanto.
—Aleja tus asquerosas manos de 'vampiro' de nuestra chichoncito —le dijo Harry que se había puesto en medio de él y de TN_________.
—Más te vale no buscar problemas, Cole. No querrás que te golpee —le advirtió Liam.
—Tranquilos, tranquilos... ya me quedó claro que no debo acercarme al angelito —dijo burlón y miró a TN_________ —Ya tendremos la oportunidad de bailar.
—O quizás quieras otra patada —le recordó Styles.
—Y mucho más fuerte —sonrió Payne y miró de reojo a TN_________ —¿Verdad, chichoncito?
Ella miró con una leve sonrisa a sus dos amigos. Y luego volvió su vista a mí. Le guiñé un ojo y ella me miró bien. Brian se fue diciendo algo en voz baja. Los dos amigos de la gitana se giraron a verla.
—¿Te incomodó mucho? —le preguntó Harry.
—No —sonrió ella.
—¿Estás segura? —siguió Liam —Mira que si se propasó voy a buscarlo para...
—No hizo nada —le contesté yo. Ambos hombres me miraron —Yo tampoco iba a permitir que le hiciera y dijera algo.
—Es bueno saberlo, Malik —Styles palmeó mi hombro.
—¿Se puede saber de qué estás disfrazado? —le pregunté. Harry estaba completamente vestido de blanco y en su remera estaba escrita una S con negro, mientras que Payne estaba vestido de negro y en su remera había una P. Esté último palmeó mi otro hombro.
—Somos la sal y la pimienta. Yo soy la pimienta por si no está claro.
—Por dios, son los peores disfraces que vi en mi vida —dijo TN_________ haciendo que los tres la miráramos.
—Discúlpenos su grandiosidad en disfraces —dijo Harry. Ella revoleó los ojos.
—¿Qué les parece si mejor vamos a buscar a sus novias, Sal y Pimienta? —les preguntó.
Ambos sonrieron al instante y se acercaron a ella.
—Buena fiesta, Zayn —me felicitó Payne antes de comenzar a caminar entre la gente, llevándose de ahí a mi ángel.
¿Mi ángel? Negué con la cabeza y comencé a caminar para cerciorarme de que todo estaba bien. Tenía que comenzar a preparar las cosas para la media noche. Me acerqué al DJ y le di la instrucción de que a las 12 en punto dejara de tocar música.
Inspeccioné el pequeño escenario que había mandado a poner cerca de donde estaba el DJ. Ahí es donde todo va a pasar.
—¡Zayn! —escuché que alguien me llamaba.
Me giré a verla. Mejor dicho verlas, porque eran varias.
—¿Qué tal muchachas? —les pregunté.
Las chicas del grupo de porristas se acercaron a mí a la vez. Las miré algo divertido ya que todas estaban igualmente vestidas de conejitas play boy.
—Muy bien —dijo la capitana del equipo. Lesly Stewart una alta y delgada porrista de piernas largas y lindas —Nos enteramos de tu separación con Isabella...
—Y de que Tiffany se ha ido...
—Lo sentimos mucho —aseguró otra de ellas.
—No se preocupen, estoy bien.
Lesly se acercó un poco más a mí y apoyó su mano sobre mi pecho. Su mirada miel encontró la mía.
—No dudes en buscarme si necesitas algo —susurró.
—Claro —le guiñé un ojo.
Todas rieron como tontas y se fueron dejándome seguir por mi camino. Que rápido se expanden las cosas personales de uno. Pero esta noche no va a necesitar expandirse el pequeñito secreto de la gitana... todos van a saberlo de una.
Entré a la cocina. Necesitaba tomar algo fuerte para poder esperar a la hora indicada. Busqué el caro whisky de mi padre, saqué dos hielos y busqué el vaso especial para esta bebida. Hacia tanto que no tomaba algo fuerte... la última vez que tomé fue hace muchos, muchos meses.
Miré el líquido color ámbar y luego lo vertí en el vaso. Apenas un poco. No tenía que propasarme con esta rica bebida. Agité un poco el líquido y lo acerqué a mi nariz para absorber su aroma. Sonreí levemente, mi padre diría que esto no es vino para olerlo así. Tomé el primer sorbo y fue como una sensación aterciopelada que pasaba por mi garganta. Luego sentí el leve ardor. Agradable ardor... dulce alcohol.
Solté un suspiro y volví a tomar. Esta vez la sensación fue mejor que antes. La música sonaba con menos intensidad dentro de la cocina. Podía escuchar a la gente divirtiéndose. Todos se estaban riendo y disfrutando de mi fiesta.
¿Por qué estoy sentado en la cocina con un vaso de whisky como un buen viejo millonario? Debería estar divirtiéndome también. Me puse de pie... si, iba a ir a divertirme.
Pero me detuve y volví a sentarme. Miré mi vaso y ya estaba vacío ¿En qué momento me lo terminé? Le resté importancia haciendo un gesto con los hombros y volví a llenar el vaso.
Está vez si supe cuando lo había terminado... pero este vaso me había parecido eterno. El whisky apenas quemaba mi garganta. La sensación ya no era la misma que al principio.
Miré la hora en el reloj de la cocina. Apenas son las 11 en punto... ¡Demonios! Falta demasiado.
Me puse de pie y guardé el whisky. Alguien entró a la cocina. Me giré a ver rápidamente. Era ella. Se quedó quieta mirándome fijamente.
—Que rápido te recuperas Isabella – dije y coloqué el vaso en el fregadero – Ya has encontrado consuelo con Alex... me alegro mucho por ti.
—Guárdate el cinismo, idiota —me dijo. Sonreí levemente. El whisky me estaba afectando un poco.
—Tranquila, linda. No hay rencor. Por mi puedes estar con medio mundo que no va a afectarme en nada.
—¿Qué es lo que pasa contigo? —preguntó. Sus ojos se llenaron de lágrimas —¿Nada te importa? ¿Ni un poco?
—Lamento romper más tu corazón, Bellita. Pero no, no me importa en lo absoluto nada de nada —le fui sincero.
—No puedo creer que yo haya perdido tanto tiempo contigo. Verdaderamente no puedo creerlo —dijo con los ojos vidriosos y salió rápidamente de allí.
—Bella... —la llamó ella justo entrando mientras Bella salía. Miró fijo hacia la salida y luego volvió su vista a mí —¿Qué sucedió?
—¿Otra vez chismoseando, gitanita? —le pregunté.
Ella bajó la mirada y entró más a la cocina.
—Lo siento, no voy a meterme —dijo.
Sentí una imperiosa necesidad de acercarme a ella. Sentí calor... mucho calor. El maldito disfraz me estaba ahogando. Quizás sea el whisky. O tal vez es por ella. ¡Maldita sea! Saber que es virgen, que nunca nadie la tocó, que nunca nadie estuvo con ella... me excita más de lo que debería.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté.
—Estaba buscándote —dijo.
—¿Por qué? —cuestioné.
—No lo se... no te vi por ahí entre las personas y pensé que quizás te había pasado algo malo o necesitabas ayuda.
—¿Te preocupaste? —ella asintió.
La sensación de calor se hizo más insoportable. Tironeé un poco del cuello de mi disfraz para que el aire pasara un poco mejor por mí. Una canción lenta comenzó a sonar fuera de la cocina.
—Bueno, veo que estás bien así que te dejo solo de nuevo —caminó hacia la puerta de la cocina.
—Espera por favor —me acerqué a ella rápidamente y le tendí la mano —¿Me permites este baile, bella Julieta? —le pregunté. Sus mejillas se tiñeron de un suave rojo. Sonreí levemente.
—No... no sé bailar —susurró. Di un paso hacia ella... pude sentir que mi sangre corría con más fuerza en mis venas al estar más cerca de ella.
—No es necesario que lo sepas porque solo tienes que dejarte llevar por mí —le dije.
Bajó su mirada de la mía. Tomé su mentón con un dedo e hice que me mirara a los ojos —¿Aceptas?
Ella asintió levemente... como si estuviera embalsamada, anonadada. Con cuidado tomé su mano y coloqué su brazo izquierdo sobre mi hombro. Luego hice lo mismo con el otro brazo. Su rostro ahora estaba mucho más cerca. Apoyé mis manos en su cintura y la acerqué más a mí. Su pecho chocó contra el mío, un poco más abajo. Sus manos se deslizaron hacia abajo hasta quedar apoyadas sobre mis hombros.
Comencé a moverme de un lado a otro, haciendo que ella siguiera mis pasos. Recorrí su rostro con la mirada hasta encontrarme con su boca. Ahora ya entiendo por qué siempre me llamó tanto la atención... es una boca no besada. ¿Por qué no la habrán besado? Esa boca esta hecha para ser besada. Volví mi mirada a la suya
—¿Qué estás pensando? —me preguntó.
Yo ya no puedo esperar más. No puedo esperar hasta las doce. Me alejé de ella y tomé su mano. Ya era hora de terminar con todo este teatrito barato.
—Vamos —dije y salimos de la cocina para comenzar a caminar entre toda esa gente. 


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