Captulo 20

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MAXON

Me despierto a las 7:30 de la mañana. Guau, nunca creí poder despertar tan temprano, y menos por la hora en la que terminó la fiesta.

América sigue dormida. Me quedo admirando su precioso rostro dormido. Estoy tan agradecido por tenerla conmigo, y sobretodo por la fiesta de anoche. La beso algo lento y profundo, hasta que me corresponde. Noto una sonrisa de ella, y de mí también.

-Buenos días, cariño.-le digo sin dejar de besarla. Dios mío, esos labios me embriagan tanto.

-Hola, querido.-se ríe.

-Nunca me llamó así, mi reina.-digo mientras abandono su boca para ir a su cuello. Su olor es delicioso. Ella suelta un jadeo.

-¿Y le molesta, Majestad?- me mira juguetona. Ya entendí, pero dos pueden jugar a ese juego.

-Para nada.-mentí. No me molesta, solo que no elegiría ese apodo. Prefiero los otros.

-No te creo.

-¿No confía en mí?-me llevo una mano al pecho y finjo estar herido, pero la sonrisa se me escapa. Ella toma mi rostro suavemente.

- Si no quieres, no lo haré.- hacerca mi rostro de a poco al suyo hasta que nuestros labios se rozan y nuestras respiraciones se mezclan. Trato de besarla, pero ella me aleja cada vez que lo intento.-Primero admítelo.-me ordena. Lo dice también un poco jadeando para excitarme, y lo está logrando.

-No.-Dios, pero no puedo resistirme. Siento que sus labios me llaman a gritos. Esos dulces y carnosos labios, ¿qué hago?.-Bien.-me rindo.-No me gusta ese apodo.-ella se ríe triunfante.

-Lo sabía.-luego intenta escapar pero antes, la pongo debajo de mí y pongo mis manos en sus brazos para que no escape.-Eso no vale.-se queja.

-Nadie habló de reglas.-me defiendo. Trato de atrapar sus labios pero me esquiva.- Me está provocando, Mi Reina.-le advierto.

-¿Y?

-Nada bueno pasa para los que me provocan.

Ella suelta una carcajada. Aprovecho ese instante,me aviento a sus labios y la beso con tal intensidad para que no se resista. Aunque ella nunca se resistió, me contestó.

Aflojo su agarre y me acerca con las manos en mi espalda. Yo la levanto y la siento en mis piernas. Las suyas automáticamente se enredan en mis caderas, deshaciendo el espacio entre nosotros. Acaricio sus muslos, son tan suaves. Ella juega con mi cabello y acaricia mi abdomen.

-Falta mi regalo.-me susurra en el oído, pero lo único que logra es excitarme más.

-Dejémoslo para después.-le contesto de una forma sensual.

La acuesto en la cama sin dejar de besarla. Ella intensifica el beso cada vez más. Madre Mía, su boca es deliciosa. 

-Creo que podemos quedarnos aquí un rato.-le digo mientras beso su cuello.

-No se.-trata de ser firme, pero sé que ahora no quiere irse.-Tenemos trabajo.

-Shh.-le susurro mientras rozo mis labios en su cuello.-Quedemos un rato.-y la beso.

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-¿A dónde vamos?-le pregunto. Vamos por unos pasillos los dos porque me dijo que tenía algo que mostrarme. 

-Ya verás.-dijo solamente.

Paramos, busca algo en la pared y acciona algún botón escondido. Ya conocía este lugar.

-¿Me está llevando a la biblioteca, América?

-Sí, y ahí es donde está la sorpresa.

Subimos escaleras hasta llegar a la biblioteca, pero estaba muy cambiada.

Las paredes estaban limpias y sin ninguna telaraña como había antes. Las cortinas estaban corridas, de manera que iluminaban por completo todos los muebles, estantes y cuadros. En el medio había algunas mesas con sillas para leer, antes no estaban, y en una estaban los diarios de Gregory Illea. Se veía muy acogedora.

-La mande a ordenar.-dijo ella.-¿Te gusta?

-Está hermoso.

Ella ríe.

- Y mira.-me señala a una de las mesas.

Había una mesa con una caja no muy grande, forrada de celeste cielo, y con una pequeña tarjeta con mi nombre.

-Ábrelo.-me dijo ella.

Fuimos a la mesa.

Dentro había una carta y unas fotos nuestras enmarcadas. La veo y ella está roja.

-Como tú me abriste tu corazón en esas cartas, pensé que era mi turno.-dijo tímida.

Le tomé la mano y le di un leve apretón. Luego se la bese en forma de agradecimiento. Ella sonrió.

-Y hay algo más.-dijo después de un minuto de silencio.

Se levantó, me llevo a los diarios de Gregory y pude notar algo de emoción en sus ojos.

-En mi tiempo libre, los estuve leyendo.  Encontré otra fecha importante que tal vez te gustaría.

-¿A sí?-le pregunto curioso. Apoye mi cabeza en su hombro y le rodee las caderas con mis brazos.-¿Cuál es?

-El día de San Valentín.

-Y ¿de qué trata?

-Día de los enamorados. Se celebra el amor entre las parejas.-plantó un beso en mi mejilla.

-Guau. A penas me entero y ya me empezó a gustar. Deberíamos volverlo tradición.

-Estoy de acuerdo, cariño.-ella giró hacia mi.-Por cierto, ¿podrías leerlas en tu despacho? Es que me da un poco de... vergüenza las cartas.-le di un casto beso.

-Por supuesto, cariño. Me encanto el regalo, aunque el mejor regalo eres tú.-la abracé. Ella rió.

-Te amo.

-Y yo a ti.

Nuestras vidas comienzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora