Capitulo 21

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MAXON

Después de la cena, le dije a mi amada esposa que tenía algo que hacer antes de irme a dormir. Y así era. Fui a mi despacho y ahora tengo la carta que América me dio en mis manos. Estoy emocionado por leerla. Ya no puedo esperar. Recuerdo cuando le escribí las mías. Aún me siento algo avergonzado, pero tenía que hacerlo, tenía que decirle cuanto la amaba. Abrí el sobre y comencé a leer.

Para mi Real Marido,

Me siento algo tonta por esta carta, ya que es algo cursi, pero tú hiciste lo mismo conmigo y te agradezco mucho por eso. Quiero devolvértelo. Quiero dártelo como regalo de cumpleaños.

Siempre quise decirte que cuando te conocí y me volví tu amiga, me di cuenta que aunque no estuviera en mi casa y el palacio me pareciera como una muy linda cárcel, me sentiría cómoda, ya que tenía tu amistad, aunque al principio no teníamos tanta confianza.

Después de la primera cita, dude mucho que esa amistad continuara, sobretodo porque te patee algo fuerte.

Siempre pensaba en ti en las comidas, tratando de idear alguna forma para borrar ese recuerdo.

Cuando inventamos nuestra seña secreta (tirar de la oreja), comencé a practicarla para poder hacerla bien cada vez que te necesite. Y al parecer nos sirvió de mucho.

Luego aparecieron los ataques y las discusiones. Me tranquilizaba al verte cada día, sabiendo que estabas bien y que tenía otra oportunidad para reconciliarme contigo. A medida que pasaban las semanas, cada día te hacías más importante para mí. Cada día me enamoraba cada vez más de ti.

Cuando me besaste, no podía pensar en otra cosa, excepto en ti. Fui a la primera que besaste de todas, fue tu primer beso, y fue conmigo, y no podía estar más feliz por eso. Desde esa noche en mi balcón, todo brillaba, y casi no pude dormir de la alegría que había en mí. Ya había decidido que quería pasar el resto de mi vida contigo. No me importaba si el Rey no lo quería, yo te amaba.

Cuando te dije por primera vez "te quiero", lo decía de verdad y más. Te amaba y mucho, y por eso cuando pensé que escogerías a Kriss, me sentí terrible. Por fuera sonreía, pero por dentro me estaba muriendo. No quería que te enteraras así de mi ex relación con Aspen, quería decírtelo, pero no sabía cómo.

Y casi me muero cuando te vi herido por los rebeldes. En ese refugio, cuando estaba sola, pensé que te perdería. Juré que si sobrevivías, te dejaría llamarme "querida". Y por lo que ves, cumplí. Bueno, más o menos.

En el momento en que me propusiste ser tu esposa, lo único que podía hacer era llorar de la alegría, ya que por fin podríamos estar juntos. Que despertaría todas las mañanas contigo y comenzaríamos una familia. Cuando dimos el "si", fue ahí cuando mi verdadera vida comenzó.

Te amo y siempre te amaré, Maxon Schreave, siempre.

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AMÉRICA

Después de pasar el día con mi amado esposo, me fui a mi habitación mientras él hacía algo que le quedó pendiente. Eso es lo que me dijo.

Fui a darme una ducha. El agua caliente me relaja. Amo las duchas calientes. Cuando salgo me pongo mi pijama. De repente, siento que la puerta se abre.

-América.-giro y es Maxon. Tiene los ojos llorosos. ¿Qué pasó?

-¿Maxon, que tienes?-se quedó callado. Ya me estoy preocupando.-Amor, ¿qué...-

-Tu carta.-dijo mientras mostró una sonrisa que me tranquilizó. Mis hombros se relajan, pero siento como mi rostro se calienta.

-¿Te...gustó?-le pregunto con la cabeza gacha.

Él se acerca a mí y toma mi mano. Se arrodilló bruscamente frente a mí sin soltarla y comenzó a besarla, subiendo por mi brazo, dejando un rastro de besos. Ahora sí estoy segura de que mi rostro y mi pelo se pueden confundir de color. Se levantaba a medida que subía y me abrazo de la cintura.

-Me encantaron tanto que hasta me hicieron llorar.-me susurró.

Yo solo lo abracé más fuerte.

-Es lo que siento por ti.-le digo.

Nos quedamos un rato así, abrazados, sin nada de distancia entre nosotros. Yo le rodeaba el cuello y él mi cadera. Cerré los ojos, y puedo jurar que en ese momento me sentía en el cielo, en sus brazos. Nos quedamos así un buen rato.

-América,-lo miro a los ojos.-eres como un ángel que llegó a mi vida y le dio sentido a ella.-Dios, es tan romántico. Lo amo tanto. Me apretó un poco más a él.

-Y tú eres el hombre que me enseñó lo que es amar de verdad. El hombre que conquistó mi corazón y me dio verdadera felicidad.-le dije. Sonrió.

-Yo también te amo para siempre, América Schreave.

Pude notar que su mirada fue bajando poco a poco de mis ojos a mis labios. Entendí lo que quería. Me sentía como en las películas, cuando se daban el primero beso. Sus labios se acercaron lentamente a los míos, y deje que me besara. Sabía que me transmitía todo su amor en ese beso, porque lo sentí. Yo también se lo transmití. Era uno de los mejores besos que nos habíamos dado. Me sentí como cuando nos besamos por primera vez, solo que más...intenso.

Nuestras vidas comienzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora