Capítulo 13

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Se alegraba de poder disfrutar de un poco de tiempo para ella.

Pasó la hoja del nuevo libro que Robin le había prestado mientras se acurrucaba en el sofá de la biblioteca del Sunny. Aquella tarde la tripulación parecía estar más tranquila de lo normal y la única compañía de la que _____ disfrutaba en esos momentos era la de Nami. La navegante estaba sentada en el escritorio, concentrada, intentando cartografiar la isla Walla. Ya casi estaba terminado el mapa, pero Nami quería seguir contando con la ayuda de _____, por si la chica podía notar algo que a ella se le hubiera escapado.

Aquella era la tercera vez que _____ leía la misma frase. Por mucho que la arqueología la interesara y por mucho que la ilusión que demostraba Robin por enseñarla la invitaban a continuar con el aprendizaje, no podía concentrarse.

Había pasado la mañana limpiando el estropicio de la fiesta de la noche anterior y, aunque nadie se lo había pedido, había organizado y limpiado un poco el Sunny. La habitación de los chicos era un completo desastre y, aunque el rincón en el que Sanji dormía era el único que no había necesitado una limpieza a fondo, el resto de la habitación parecía una pocilga. Usopp le había insistido en que no era necesario, pero _____ estaba empeñada en buscar su sitio en la tripulación, así que habían optado por dejarla actuar a su manera.

Después de comer era el único tiempo que había tenido para relajarse, pero en vez de estar disfrutando de la lectura y de la compañía de Nami, se sentía tensa. Aquella mañana se había levantado con un insoportable dolor de cabeza que había despertado más de una burla por parte de sus compañeros, divertidos por el hecho de que _____ tuviera resaca habiéndose bebido dos jarras de sake. Afortunadamente, Chopper le había dado una de sus muchas medicinas milagrosas y, a lo largo de la mañana, el dolor que se había instalado en la parte superior de sus ojos había desaparecido.

La pasada noche había sido la primera vez que había bebido más de la cuenta y los recuerdos eran borrosos. No estaba del todo segura de si aquella conversación en el nido del Sunny con Zoro había sido cierta, pero cada vez que la recordaba sentía cómo una calidez inexplicable se instalaba en su pecho. Aquella noche había vuelto a soñar con él o, al menos, creía tener la certeza de que se trataba de eso, pero el realismo de las sensaciones le hacía tener serias dudas. Había sido un sueño distinto, más real, en el que casi podía notar sus dedos enredarse en su esponjoso cabello verde. Durante la mañana, había procurado evitarle, aunque no más de lo habitual, pues sabía que sus mejillas sonrojadas la traicionarían una vez más ante el espadachín que provocaba en ella los más profundos anhelos.

Ya no se lo negaba a sí misma, lo había asumido, se estaba enamorando de ese cabeza hueca que solo le daba señales confusas. _____ creía enfermar día a día, necesitada por saber si él sentía lo mismo o si aquellas miradas furtivas que Zoro solía dirigirle eran producto de su imaginación. Se aferró con fuerza los brazos y aspiró su propio aroma, que parecía oler todavía a él, ese inconfundible aroma a acero y sal.

- ¿Te encuentras bien?- preguntó Nami mientras seguía con la vista puesta en su mapa.

- Sí, solo estoy un poco cansada.

- Pues no lo parece. Llevas media hora en la misma página.

_____ tragó saliva y miró el libro. Nami tenía razón. Sin mediar palabra, pasó la página, aunque estaba convencida de que no había leído ni una sola palabra de lo que en ella ponía.

- Oye, Nami- la navegante respondió con un 'mmm' mientras trazaba líneas en el papel- ¿Crees que soy de utilidad en la tripulación?

Nami dejó la pluma a un lado y levantó la vista, para mirarla con el ceño fruncido.

Acero y sal [One Piece. ZoroxReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora