Capítulo 39

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Zoro siguió a Luffy muy de cerca tras despedirse de _____. No podía evitarlo. El bienestar de la chica le preocupaba en exceso, pero, en esos instantes, debía dejar todas aquellas preocupaciones de lado y debía centrarse en acabar con aquella pesadilla cuanto antes.

Zoro no se fiaba de Izaro. Había convivido el tiempo suficiente con él como para percatarse de las malas intenciones del hombre. Aún no tenía muy claro qué era lo que quería o por qué hacía lo que hacía, pero eso no implicaba que no deseara matarle con sus propias manos. No era alguien que jugara limpio y sus teorías se confirmaron cuando Luffy quedó enrollado en una especie de tela viscosa al atravesar el portón de uno de los enormes salones del pasillo.

Tal y cómo esperaba, Zoro aceleró su ritmo para desenvainar rápidamente Wano Ichimonji y evitar que lo que fuera que se dirigía a Luffy no le llegara a herir. No obstante, Zoro no tenía permitido bajar la guardia ni un segundo y, haciendo alarde de su haki de observación, se percató rápidamente de la presencia de alguien. El espadachín utilizó su katana para evitar que el efecto del ataque que habían lanzado contra ellos les diera por completo y apretó los dientes con fuerza.

-¡Tú! ¡Izazu!- gritó Luffy desde el suelo.

El hombre rio.

-No estás en posición de hablar, Mugiwara, y me temo que yo no soy Izaro.

-¿Dónde demonios está?- preguntó Zoro entre dientes. Reconocía a aquel tipo a la perfección. Era alto y extremadamente delgado, con el cabello largo de color gris recogido en una coleta alta. Era uno de los que había ido a provocarles el día anterior.

-Roronoa Zoro... Tenía ganas de enfrentarme a ti.

-Apártate de mi camino porque a quien quiero ver es a Izaro.

-Eso no puede ser posible. En estos momentos tú no eres su prioridad, sino que lo es él- el hombre posó sus ojos momentáneamente sobre Luffy- Ahora es su presa. Tú tendrás que conformarte conmigo. Espero estar a la altura.

El hombre sonrió con malicia y, de un salto, se colocó justo frente a Zoro, haciendo que las espadas que ambos habían desenvainado chocaran. El sonido del metal contra el metal inundó la habitación, pero la mente de Zoro seguía puesta en Luffy. Debía liberarle, pues claramente aquel tipo estaba ejerciendo de distracción para que Izaro pudiera encargarse de un Luffy completamente débil contra él en esos momentos.

Zoro propinó un puñetazo en la cara a aquel tipo, haciendo que éste retrocediera unos pasos. El espadachín se giró y, haciendo un movimiento seco con la espada en el aire, la onda llegó hasta Luffy, haciendo que la extraña tela pegajosa que le rodeaba se partiera en diminutos trozos.

-¡Gracias, Zoro!- dijo Luffy poniéndose en pie.

Su oponente chasqueó la lengua.

-Has fastidiado toda la diversión.

-Cállate- dijo Zoro entre dientes mientras se lanzaba a por él.

El hombre saltó varias veces hacia atrás, alejándose de Luffy, por lo que Zoro, muy a su pesar, tuvo que seguirle de cerca para no perderle de vista. Sin embargo, no le llevó muy lejos, ya que se encontraban en el mismo salón, justo en el extremo contrario, pero a una distancia suficiente para que Zoro, en caso de que Luffy estuviera en problemas, él no pudiera ir en su ayuda.

-Terminemos esto cuanto antes- dijo Zoro, sonriendo con superioridad- Tengo otras cosas más importantes que hacer- añadió, pensando en cierta chica.

Su oponente aferró su espada con fuerza y, sonriendo con malicia, como si supiera lo que pasaba por la mente del peliverde, saltó contra él. Zoro frenó el impacto con su propia espada y presionó con fuerza, haciendo a su enemigo retroceder.

Acero y sal [One Piece. ZoroxReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora