Capítulo 33

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El sonido de los bonitos zapatos de tacón negro que se había puesto resonaba por los pasillos del castillo. Tragó saliva e intentó bajarse un poco el vestido, tan ajustado que apenas le permitía moverse y que, a cada paso que daba, le hacía tener la sensación de que se le iba subiendo constantemente.

¿Por qué habré decidido ponerme esto?, pensó mientras sentía cómo su corazón se aceleraba a medida que avanzaba. No. En realidad, la pregunta era: ¿por qué había decidido salir a cenar con Izaro? En el fondo no quería, habría preferido quedarse con Zoro, pero su orgullo de nuevo había sido más fuerte. Aquella no era la primera vez que le pasaba, solía cometer estupideces cuando se sentía rechazada por el espadachín, pero aquella vez había sido diferente porque él le había hablado con un tono diferente. Estaba preocupado por ella, de verdad, pero su falta de sincerad habían llevado a _____ lanzarse por el precipicio.

Intentó sonreír cuando vio a Izaro esperándole frente a la puerta principal del castillo, rodeado de algunos de sus hombres de confianza, aquellos que habían ido hasta la zona en la que habitaban los príncipes solo para provocarles. Sin embargo, por mucho que forzara una sonrisa, su rostro solo consiguió dibujar una mueca.

-¿Te encuentras bien?- preguntó Izaro con el rostro serio cuando se puso a su altura.

-¿Eh?- fue lo único que consiguió pronunciar cuando, de repente, Izaro extendió su brazo hacia ella y, con su pulgar, limpió una lágrima que estaba cayendo por su mejilla. _____ se estremeció ante el contacto y, en un acto reflejo, apartó la mano de él y terminó ella de secarse la lágrima. Ni siquiera se había dado cuenta. Había estado llorando.

Izaro frunció momentáneamente el ceño ante el atrevimiento de la chica, pero, finalmente, mostró una sonrisa encantadora y le tendió su brazo, para que ésta lo tomara. _____ miró hacia el suelo, apesadumbrada, pero agradeció el gesto y tomó el brazo del hombre, dejando que éste la llevara hasta el interior de un vehículo que les llevaría hasta su destino.

Por primera vez desde que había pisado aquel castillo, _____ había visto el puente que conectaba con la orilla extendido. Según tenía entendido, Izaro nunca lo bajaba, sino que las llegadas al edificio debían hacerse a través de pequeñas barcas de madera, tal y cómo habían hecho ella y Zoro cuando habían sido descubiertos en el bosque. _____ suponía que el hecho de que la coronación fuera en unas horas había hecho cambiar a Izaro de opinión al respecto. Sus ansias de poder iban a convertir la coronación en un acto ostentoso y ciertamente repugnante a ojos de _____, pues la humillación a los príncipes iba a ser parte del plato principal. Parecía que eso era lo único que le importaba a Izaro, demostrar la debilidad de la familia real. No obstante, parecía no ser consciente o ni siquiera le importaba que el pueblo no le iba a aceptar porque hiciera de menos a Sion a Meldy. Él nunca podría ser su rey.

Era extraño cómo se sentía prácticamente ausente desde que había salido del castillo. Ni el lugar en el que estaba había conseguido captar su atención, pues su mente seguía puesta en Zoro. Se arrepentía de todo lo que había dicho y, cuando regresara a la habitación, no sabía cómo debía actuar.

-Llevas mucho tiempo callada.

_____, que llevaba un buen rato jugueteando con las verduras que le habían puesto como guarnición, levantó su rostro del plato para clavar sus ojos sobre Izaro. El hombre la miraba con frialdad, habiendo terminado ya de comer la comida que hacía unos minutos había sobre su plato.

-¿Es que no te gusta lo que te han preparado?- insistió el hombre, frunciendo el ceño.

-No... Es que... No tengo hambre- respondió la chica, agachando de nuevo la cabeza.

-Es una pena- Izaro apoyó su espalda en el respaldo de la silla- Esperaba encontrar a una _____ mucho más alegre o, al menos, que tuviera una respuesta para todo. Ni siquiera te has dado cuenta del sitio al que te he traído.

Acero y sal [One Piece. ZoroxReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora