Capítulo 23- Problemas y disgustos

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Dos semanas después...

Narra Sienna:

Ya estábamos rindiendo nuestros exámenes, me tenía que concentrar al máximo, si quería que todo siguiera bien, como al parecer lo estaba.

Salía de casa temprano y me dirigía a la escuela en autobús, ya que mi papá no podía llevarme. Sí, lo sé, estaba demasiado ocupado y no tenía ya ni un segundo para mí. Mi única compañía era Liza.

Llegué al colegio, y me fui a buscar mis libros en mi casillero, como lo hacía rutinariamente.

-¡Hola Sienna! ¿Qué tal has estado?.- preguntó amigablemente alguien. Me giré a verlo porque apenas lo había oído, ya que estaba como siempre en mi mundo.

-Hola Aleks. Bien, no tengo mucho que decir, ¿y tú?.- dije neutral e indiferente.

-Pues, todo ha estado genial. Ya sabes, normal.- dijo aburrido.- Oye, quería invitarte a una fiesta, este fin de semana. Es en casa de Karolina, y pensaba si querías ir...- lo miré atento. No quería ir a ningún lugar dónde Karolina estuviese cerca, menos a su casa. Debía inventar una excusa.

-Mmm... Te agradezco, de veras la invitación, pero me temo que no podré ir.- pedí disculpas fingidas.

-Oh, ya veo. ¿Qué es lo que debes hacer?.- me cuestionó.

-Tengo que ir con mi padre a una reunión que tendrá con los señores Santorski. Ya sabes, siempre lo acompaño a ese tipo de cosas o eventos.- me excusé, tratando de sonar convincente.

-Ya...- dijo derrotado.- De acuerdo, pero luego te invitaré a salir a caminar o algo. No puedes evitarme siempre, ¿vale?.- finalizó. ¿Quién se creía?, pensé y solo asentí.

Se fue por donde vino, gracias al cielo. Hubiese deseado que Dominik, se hubiese aparecido a interrumpir o algo. Giré para irme y choqué con el ancho pecho de alguien, obviamente más alto que yo. Miré hacia su rostro, y me encontré con la mirada de disgusto de mi novio.

-Oye, me asustaste.- solté junto con el aire que había retenido de la tensión.

-¿Qué hablabas tanto con el estúpido de Aleksander?.- me miró, pero esta vez furioso. No estará celoso, ¿o sí?.

-Me quiso invitar a una fiesta en casa de Karolina y solo le respondí que no podia porque mi padre tenía una reunión con los tuyos. Luego, quiso hacer el ademán de invitarme a salir...- el no me dejó continuar.

-Y asentiste.- dijo cortante.

-¿Que querías que le dijera? No sabía si querías que ya todos sepan que estamos juntos.- me excusé. Mala excusa.

-No veo porque debamos ocultarlo, pero si quieres salir con él, no te detendré.

-Vamos, ¿enserio Dominik? No creí que desconfiaras tanto de mí. Una relación se basa principalmente en la confianza, y a partir de ello, lo demás.

-Déjalo ahi.- dijo y se dio la vuelta para irse. No iba a detenerlo, se estaba comportando como un niño inmaduro.

No lo vi en el resto del día. Tal vez, se había salido antes. A la salida, comencé a caminar, pero en dirección contraria a mi casa. Llegué hasta la plaza que ya me había comprado, por las veces que vine hasta aquí sólo para llorar.

Esta vez, no tenia ni ánimos de soltar lágrimas. Por algún motivo, me sentía vacía, pero no en el sentido del amor. Yo amaba a Dominik, y pelear era parte de una relación. Sentía como otra cosa, se me oprimía el pecho, como si estuviese triste sin razón.

Otra vez, me acordé de que últimamente no veo a mi papá. Nunca está en casa, y no creo que haya tanto trabajo como para que no pueda ni acercarse a comer los fines de semana. Algo raro pasaba, pero no sabía que era.

Seguía sentada en una hamaca de la plaza, cuando una mujer se me acercó.

-Hola.- me dedicó una sonrisa suave.- ¿Me puedo sentar aquí?

-Claro, no creo que haya problema, además la hamaca no es mía.- reí y ella volvio a sonreír.

La mujer era como muy maternal, no sé si me explico. Era muy bonita, tenía cabello corto y castaño oscuro; era algo morena de piel al igual que yo; y tenía los ojos iguales a los míos. Ya se, estoy delirando por mi falta de madre.

Al parecer, me quedé mirándola fijo, porque ella sonrió más que antes y me miró dulce.

-¿Cómo te llamas?.- me preguntó.

-No la conozco. Quiero decir, no me malinterprete, pero mi padre siempre me decía que no debía darle mis datos a extraños.

Ella echó a reír. ¿Qué era tan gracioso?

-No voy a secuestrarte o algo así. Pero tienes razón. Mi nombre es Danuta.- dijo y volvió a mirar hacia el horizonte.

Me quedé pensando. Vamos, sólo era mi nombre.

-Yo... Me llamo Sienna.- dije insegura.

-Que hermoso nombre. Un gusto Sienna.

-Igual Danuta.- ambas sonreímos.

-Sabes, cuando era más joven, me quedé embarazada. Mis padres me echaron de casa y empecé a trabajar. Mi novio casi no quería saber nada con la bebé.- su tono de volvió triste.- Luego, entré a trabajar para agentes clandestinos, por lo que a él no le gustaba para nada la situación. Cuando la pequeña nació, el me la quitó, con la justificación de que mis actos le traerían miseria a mi hija...- pausó y dirigió su vista al suelo.- Desde entonces, no volví a ver a mi pequeña. Ella hoy debe tener 18 años.

¿Por qué me decía esto? La escuché atenta.

-Lo lamento mucho.- es lo único que pude responder.

-Descuida. Gracias por escucharme.- susurró, se levantó y se fue.

"Vaya, qué raro lo que pasó". Mi móvil, me sacó de mis pensamientos. Era Dominik.

Dominik: Sienna, ¿dónde rayos estás? ¿Estás con Aleksander? Bien, ve con él.

Sienna: Dominik, nooo.- le grité, me estaba alterando.- Estoy en la plaza del sol, donde vengo siempre que... Ya sabes donde estoy. Deja de insinuar y acusarme de cosas que no hago.

Le corté el teléfono y permanecí un rato más allí.

*************

Llegué a casa, y extrañamente mi padre ya estaba allí.

-Sienna, ¿qué haces? ¿dónde has estado? Dominik me dijo que no sabía nada de ti, que simplemente desapareciste.

-¿Desde cuándo hablas con él y le tienes tanto aprecio? Estuve en la plaza a la que siempre voy.- dije y se quedó en silencio.

-Entonces, si eras tú la que estaba con esa mujer.- dijo frío y me dejó más confundida.

-¿Me andas espiando? ¿Y qué hay con esa mujer?

-Nada, pero no sé a qué vino.

-Entonces, no niegas que me andas espiando. Además, no me dijo nada. Sólo necesitaba que alguien la escuchara.

-¿Qué? ¿Qué te dijo?.- insistió nervioso.

-Pues me contó un par de cosas de su vida. Nada interesante. No le di mis datos, así que tranquilo, no te pongas paranoico.

Mi papa me miraba raro y preocupado, ¿por qué era tan importante la mujer desconocida?

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Corregido.

Justo A Tiempo (Dominik Santorski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora