Capítulo 3- Ópera

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Narra Sienna:

El ensayo había terminado y con eso también, la clase.

-Te veré mañana por la noche.- dijo Aleks y me besó en la mejilla. No sé porque no tuve buena sensación cuando lo hizo.

Ignoré eso y vi a Dominik que seguía mirándome. Agaché la cabeza avergonzada y me retiré a los vestidores para buscar mi ropa y cambiarme. Cuando intenté salir, me di con Dominik en la puerta.

-Asi que eres hija de Rutkowski. Sabía que me sonaba tu apellido de algún lado.

-Ah cierto. ¡Qué tonta he sido! Me olvidé que mi padre trabaja con el tuyo. Me dijo que han de llevarse bien.

-No sé que es lo que hace mi padre en el trabajo, ni menos con quién se habla tampoco me incumbe.- notaba su desinterés pero siguió hablando.- ¿Tu padre también te obliga a ir a ver la bendita ópera?.- lo miré y dudé un poco. Me di cuenta que él no quería ir, ni yo tampoco.

-Mmm... Bue...- no me dejó seguir.

-Lo sabía, también la detestas. No te culpo, es la condenación.

-Ay vamos, no es tan terrible. Siempre hay que verle el lado positivo a las cosas. Hay ciertas óperas que no tienen finales felices y por lo que dijiste en clases, te gusta que una historia exprese la realidad. No todo es final feliz.- me miró anonadado por mi respuesta.

-Pues, así es. En fin, que más da. Te veré en la noche, chica cerebrito.- solté una risita, me saludó con la mano y se fue.

Salí de la escuela y pude notar que Dominik subía a un auto, al parecer tenía chofer, porque no era un taxi aclaro.

Me dirigí a la esquina a parar un auto porque recordé que mi papá me vería en la ópera. Debía de llegar para que Liza me diera mi ropa. Subí a un taxi y le di mi dirección.

En cuanto llegué, entré corriendo básicamente, tiré mi bolso en el sofá y salí buscando a Liza. Ella estaba en la cocina. Entré y la saludé con un abrazo, era como una especie de abuela para mi. Era una señora grande muy maternal. Me ofrecía ese cariño de madre que yo no tenía, a pesar de que mi padre hacía un gran esfuerzo.

-Ve a ducharte, cariñito. Dejé tu ropa en tu cama.

Obedecí al instante y subí a mi habitación. Abrí mi computadora y entré a mi perfil. Ah genial, un par de solicitudes en Facebook. Las revisé. Entre éstas, había una de Aleks, y otra de Dominik. Sonreí por lo de Dominik, no sé porqué. Al instante las acepté y entré a ducharme. Cuando salí tome el vestido color azul que estaba en mi cama, me lo coloqué con cuidado para no hacerle ningún rasguño. Me maquillé naturalmente, para que no se notara tanto y sequé mi cabello para luego rizarlo y darle un poco más de vida.

-¡Cariño, ven a comer algo o te desmayarás en la ópera!.- gritó Liza desde abajo. Antes de bajar, encendí mi cámara y me saqué una foto ya arreglada para compartirla con mis amigos. Esto era un acontecimiento para la sociedad. Pasaría mucho para que me volvieran a ver con vestido, o eso esperaba. Me reí sola mirándome arreglada como nunca. Volví hacia la computadora. Vaya que eran rápidos en meterse en mi publicación. Leí los comentarios:
Aleks: Linda mi parejita para el baile. (Ahí me acordé del baile)
Dominik: Presumida hasta por las redes sociales. ¿Ya estás lista?

Sonreí y le contesté solo a Aleks, a Dominik lo vería en un rato. Bajé a la cocina, tratando de no morir bajando la escalera por la altura de mis zapatos. Llegué a zancadas hasta la cocina. Liza estaba divertida viendo cada uno de mis movimientos.

-¿Tienes hambre?.- me preguntó y asentí.

-Tengo más hambre que un caballo. Me siento tan hombre diciéndolo.- Liza soltó una carcajada. Me divertía con ella, tenía gran sentido del humor y me agradaba mucho su compañía.

-Ah, por cierto.- empezó a decir, y la animé a que continuara.- Tu padre me pidió que fuera a tu baile de promoción. Pero yo quiero saber que opinas tú...

-Por supuesto que sí, Liza. Eres parte de esta familia. Sin ti, papá y yo no seríamos nada. Viviríamos en un McDonalds si no fuera porque estás siempre recibiéndonos con comida. Sabes que yo no vivo sin comida. El hombre sí, pero yo no. Eres como mi segunda madre.

Me miró confundida.- Augustus es mi primera madre.- sonreí y ella volvió a reír.

Al rato, un auto tocó la bocina. Liza me acompañó hasta la puerta y se despidió de mí. El conductor bajó para abrirme la puerta. Liza y yo miramos desconcertadas. En eso, bajó Dominik y se acercó.

-Buenas noches. Señora.- la saludó.- Señorita.- su mirada pasó de arriba a abajo a todo mi cuerpo. Tocí incómoda y recién reaccionó.

-Pensé que irías con tus padres.

-No sé si te lo he dicho, ellos trabajan todo el día, así que mi madre a último momento me avisó que me dejó ropa y que un chofer vendría por mí. Y como he estado investigándote, me dije a mi mismo: "Pasa a buscarla". ¿Cómo ibas a llegar sino?

-¿Tomando un taxi?

-A estas horas de la noche, es peligroso que una jovencita de 18 años tome un taxi sola. Por cuestiones de seguridad, a eso me refiero. Ahora ¿le importa que la lleve?.- negué con la cabeza y tomé su mano. Subimos al coche y llegamos al teatro en poco tiempo.

La ópera ya estaba por empezar. Vi a mi papá, y como pude corrí a abrazarlo. Justo, él se encontraba conversando con el señor y la señora Santorski.

Tomamos nuestros respectivos lugares. Mi padre y yo quedamos con el ministro, su esposa y su hija, de un lado. Y del otro, estaban los Santorski.

Habían pasado dos horas desde que la ópera comenzó. Ya me había consumido el aburrimiento. Miré a papá, que miraba fascinado la obra de Hamlet que estábamos viendo. Miré a Veronika, la hija del ministro, que de momentos miraba muy seguido a Dominik. Por último, me encontré con la mirada de Dominik, que blanqueaba los ojos haciendo referencia a que ya estaba harto de estar aquí. Reí.

Cuando por fin finalizó la obra, salimos todos al pasillo. Allí hablaron de lo genial que fue la obra y un poco también de su trabajo.

-Ustedes tres deben de estar súper aburridos rodeados de adultos. Si quieren, vayan a divertirse.

Era eso o nos querían despachar. Me quedo con la segunda opción. Apenas cruzamos la salida, me agaché y me quité los zapatos y empecé a caminar. Veronika me miraba con desagrado y Dominik se puso a mi lado mientras avanzábamos.

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Corregido.

Justo A Tiempo (Dominik Santorski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora