Capítulo 32- Pérdidas

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Narra Dominik:

Papá había llegado a casa y no me dirigía la mirada, me estaba ignorando peor que lo hacía siempre. Se fue a la cocina.

Kamine se levantó del sofá y se despidió de mí al ver que el viejo Santorski había llegado. La acompañé hasta la puerta, la besé en la mejilla y ella simplemente desapareció por la calle.

Me dirigí hasta la cocina donde el viejo gruñón, estaba preparándose una taza de café.

-Pensé que estarías trabajando.- pregunté frío.

-¿Por qué? ¿Qué te impido tirarte tranquilo a esa chica? No tenías que correrla.

-De acuerdo, estás con todos tus demonios afuera.- me quejé.

-No, Dominik. Sólo volví antes del trabajo.

-¿Es por mamá?

Pensó un momento, analizando que decir.- Sí, y no. Salí de trabajar, arreglé unos asuntos y fui a hablar con tu ex novia. Luego regresé aquí.

-¿A qué fuiste a su casa?.- pregunté molesto y con expresión de asco.

-A hablar con ella, te lo acabo de decir.- repitió dando un sorbo a su café.

-¿Sobre qué?

-Sobre ti no. Debe ser que fuiste un verdadero idiota para que ella no te haya mencionado.

-Vamos, déjate de boberías y cuéntame.

-Le conté sobre la situación, que su padre se tiraba a Beata. Que ella estará mejor sin depender de nadie. Le dije indirectamente que no quedaría así la situación. Y por último, que busque a su ama de llaves porque la necesita, y que cualquier cosa que necesite, no dude en llamarme.

-¿Te vengarás de Rutkowski, enserio? ¿Cómo y por una mujer que no lo vale? Déjalo y ya papá.- me burlé de él. Su expresión de odio era contundente. Debí haberme callado.

-No tengo que seguir perdiendo el tiempo con tus inmadureces. Viajo esta tarde con tu madre. Te quedarás solo en casa, ya eres mayor para saber manejarte solo.

Terminó de decir y subió a preparar su equipaje.

*************

Narra Sienna:

Me dirigí al centro de la ciudad, en busca del departamento en que estaba quedándose Liza.

Llegué y me paré enfrente de su puerta, para poder analizar lo que diría. Ya estaba por golpear la puerta, cuando de repente se abrió. Era Liza. Me miró y automáticamente me sonrió, yo salté a abrazarla. La había extrañado demasiado.

-¡Oh, cariño, te he echado de menos!

-Y yo a ti Liza. No quiero sonar desesperada, pero el problema, es que lo estoy. ¿Quieres volver a ser mi ama de llaves? Por favor.- supliqué como un cachorro.

-Por ti, haría cualquier cosa. Pero, ¿qué diría tu padre?

-Se va de viaje hoy en la tarde. Cuando regresé, lo lamento pero soy adulta y mi decisión también vale, le diré que no tiene derecho a echarte jamás.- dije seria pero emocionada porque si aceptaría.- Además, mi madre del corazón, me enseñó que debo hacerme valer como persona siempre.- le sonreí.

-Tienes razón.- susurró abrazándome aún más fuerte.- Espera a que traiga mis cosas y avise a los dueños que ya me retiro.- sonrió dulce y entró por sus cosas.

La esperé un largo rato, en la sala del departamento. Liza, venía cargada de cosas.

-Tomaremos un taxi, sino no podremos con todo las dos solas.- dije tomando un par de maletas.

Justo A Tiempo (Dominik Santorski)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora