Capítulo 4.

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Al otro día, el grupo de InuYasha despertó, todos algo somnolientos. Kagome preparó el desayuno como siempre y todos comieron tranquilamente aunque el ambiente estaba algo tenso. Kagome no le dirigía la palabra a InuYasha y sus compañeros lo notaron. Luego de desayunar comenzaron a caminar, Kagome iba adelante con Sango y Kirara, InuYasha, Miroku y Shippo iban atrás, la actitud de la joven los extrañaba a todos pero no decían nada al respecto.

—Mi querido amigo canino, ¿Estás seguro de que no has hecho nada? —Le preguntó el monje a InuYasha, él no le respondió sólo miraba como el cabello de la muchacha se movía, perfectamente sabía que ese abajo por la noche no apareció por arte de magia. Quería hablar con ella y explicarle sobre su decisión pero temía a empeorar las cosas.

InuYasha por alguna razón no quería perder a Kagome, a la joven que lo despertó luego de 50 años y le enseñó muchas cosas pero su amor por Kikyo era algo que él siempre tenía en frente sin saber qué hería mucho a la futurista. Suspiró y se armo de valor, iba a hablar con ella y explicarle lo sucedido, quería que al menos quedaran como ¿Amigos? Sí, amigos. Sin rencor, sin resentimientos aunque muy estúpido por parte del híbrido, es normal que ella sienta un poco de odio y este enojada con el luego de decir que no era nada más que un detector de fragmentos y tras de eso ilusionarla y luego decir que nunca tuvo interés por ella.

—Kagome —La llamó, la nombrada se detuvo seguida de Sango. Esta última le mando una mirada asesina. Cerró los ojos y respiró profundamente, abrió de nuevo los ojos para encontrarse con una mirada fría acompañada del ceño levemente fruncido— ¿P-podemos hablar? —Se rasco la nuca algo apenado, Miroku se dio un golpe en la cara al igual que el pequeño zorrito, Sango tenía ganas de mandarle su Hiraikotsu y cortarle la cabeza. Kagome asintió y se detuvieron, ambos se fueron a un lugar "más privado" y se sentaron, ella más alejada no quería tenerlo cerca y aunque su personalidad no sea muy distante y de un poco de miedo, esta vez no podía ser como siempre. —Yo..

—¿Qué InuYasha? —Le preguntó de mala gana—. Ya se lo que quieres no hace falta que vengas y me repitas lo mismo otra vez —Escupió. InuYasha se sorprendió por la total indiferencia y la frialdad en las palabras de la muchacha, bajo la mirada, se sentía mal.

—Yo no quería que escucharas y vieras eso.. —ella rió sarcástica—. K-Kagome yo te quiero de verdad.. Pero no es el mismo sentimiento que tengo hacia Kikyo. Yo no quería lastimarte.. Me dejé llevar por el momento.

—Eres un idiota —se limitó a decir— Todo este tiempo.. Me estuvieron agarrando del pelo, los dos. ¿Sabes cómo me siento, InuYasha? Ahora dudo en sí quiero seguir viajando con ustedes y no lo hago por ellos si no por ti. No hace falta que me expliques nada.. —Se levantó y sacudió su falda— Que te quede claro que ya no voy a seguir perdonando tus estupideces y mucho menos seguiré siendo igual contigo —InuYasha apretó los puños y tenso la mandíbula, la había perdido ese era el adiós, con esas palabras para él, ella quiso decir que ya no le importaba aunque en el fondo ella sabía que si le importaba, aún le importaba y le dolía tener que comportarse así con el. Ambos se quedaron en silencio— Me duele estar enamorada de ti, InuYasha..Pensó dándose la vuelta para irse pero InuYasha la detuvo.

—Kagome, perdóname, por favor..  —negó con la cabeza y trato de zafarse del agarre pero no podía— Podríamos ser amigos.. –Sonrió con melancolía. ¿Amigos? ¿En serio?, pensaba la joven, después de lo que hizo ella no planeaba perdonarle nada. Muchas veces estuvo a punto de morir por culpa de Kikyo, sí de Kikyo. Siempre por alguna razón se aparecía cuando ella estaba en peligro y distraer a InuYasha, tanto así que a este se le olvidó rescatarla una vez y estuvo secuestrada por varios días.

—No, InuYasha. Yo no puedo ser tú amiga. Sueltame —El la soltó y dio un suspiro— Abajo —InuYasha se estrelló en el suelo, lo dejo ahí tirado y volvió con sus amigos. Unas pequeñas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos  sin permiso, por más que lo intentara no podía evitar llorar, todo ese tiempo, siempre había sido InuYasha la causa de su sufrimiento, siempre el se encargaba de hacerla llorar y hacerle sentir mal, los días en los que InuYasha le causaba sonrisas se estaban desmoronando. Todos sus días se estaban volviendo grises. —¿Porqué..? —Susurró. Al llegar donde sus amigos Sango vio a Kagome, no sollozaba pero las lagrimas la delataban, corrió hacia ella y la miro preocupada.

—¿Kagome que ha pasado? —Le preguntó aunque ya sabía la respuesta. Kagome levantó la mirada que dejo perpleja a Sango– Kago..

—Tengo que volver a mi época, lo siento, Sango —La interrumpió. Sango no dijo nada, Miroku se acercó con Shippo y Kirara.

—Señorita Kagome.. ¿He escuchado bien? —Preguntó el monje agarrando su mano.

—No, Kagome, no te vayas.. —Dijo Shippo. Kagome ha sido como una madre para él y ahora no permitiría que por culpa de InuYasha se fuera de su lado— Ese perro estúpido..

—Cualquiera que sea tu decisión para alejarte de este problema.. estoy de acuerdo —Dijo Sango abrazándola.

–Por favor, tómese su tiempo, nosotros buscaremos los fragmentos y a Naraku por nuestra cuenta —Le dijo Miroku, Sango se separo de ella y Shippo salto para abrazarla, ella lo abrazó de vuelta.

—Perdonenme, chicos, perdoname, Shippo.. —Dijo con la voz entre cortada. Se separó de Shippo y lo dejo en el suelo y luego se fue por sus cosas— ¿Me prestas a Kirara, Sango? —Ella asintió. Inmediatamente la gata se transformó y Kagome se montó en ella—. Adiós, chicos, si InuYasha pregunta por mi, no digan nada.

—Claro, adiós Kagome —Dijeron los tres al unísono.

Kagome no dijo nada y Kirara emprendió el vuelo directamente al pozo. Volvió a llorar una vez más, InuYasha no sólo la hirió, la estaba alejando de sus amigos y eso también la afectaba mucho. Se limpió las lágrimas y se aferró más a Kirara.

(...)

La gata comenzó a descender hasta llegar al suelo, Kagome se bajó de ella y le acarició la cabeza dándole las gracias. —Nos vemos, Kirara —Luego de decir eso la gata se fue y ella caminó al pozo. Al estar lo suficientemente cerca puso sus manos en el borde del pozo mirando el interior, dio un largo suspiro y luego se sentó en el mismo borde. Miró el cielo, el lugar, todo lo que la rodeaba y luego bajo la mirada. Se iría por un largo tiempo sin importarle la opinión del híbrido y se llevaría también los fragmentos de Shikon—. Bien.. ahora sí, me v..

—¿Qué haces ahí? —Una voz grave y fría la hizo voltearse de inmediato, se sonrojó al ver al ser, el estaba ahí parado con una expresión de tranquilidad en su rostro, su largo cabello plateo se movía por el viento, al verlo ahí parado y con ese paisaje detrás lo hacía ver ¿Hermoso? sí, se veía hermoso. Con su típico paso elegante se acercó quedando en frente de ella. El sonrojo de Kagome seguía presente pero su mirada era triste.

—Voy a mi casa —Se limitó a decir. Sesshomaru hizo su cabeza a un lado sin entender— Por este pozo puedo volver a mi época..

—¿Y por qué te vas? —Le preguntó. El tono que usaba Sesshomaru era dulce y no había tanta frialdad e indiferencia como de costumbre, ella miró a otro lado y se dio la vuelta para prepararse y saltar. Apretó la madera con sus manos.

—Yo.. necesito pensar.. —Sesshomaru no dijo nada, ambos fueron envueltos por el silencio. Era la primera vez que Kagome tenía una conversación decente con Sesshomaru— Bien, me tengo que ir, nos vemos —Le sonrió, obviamente era una sonrisa falsa pero no quería ser descortés. Saltó y del pozo apareció una luz violeta.

Mirando a ambos lados el demonio se aseguró de que no hubiera nadie y se fijo en el pozo, ella ya había desaparecido..

—Nos vemos..

¿Qué me has hecho, mujer? || Sesshomaru y Kagome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora