¿Qué me has hecho, mujer? || Sesshomaru y Kagome.

Capítulo 37. [Maraton 2/4]

La familia de Kagome llegó a su cuarto, pálidos al ver que sangraba mucho. Tuve que quitarle la ropa y ponerle mi haori encima y llevármela sin más. Esa no era una herida que los humanos normales podían tratar y si no la llevaba de inmediato a la otra época podría empeorar. No entiendo cómo pudo irse a su época con esa herida y no decir ni una sola palabra, su familia no estaba enterada de nada. No entiendo como, es una herida terrible.

Al llegar a la cabaña de esa anciana, la exterminadora, el zorro, el monje y el niño se acercaron, InuYasha no estaba cerca cosa que no me sorprendió. Apenas lo olfateara iría hacia él y le arrancaría la cabeza. La vieja puso el cuerpo pálido de Kagome en un futon que no tardó en mancharse de su sangre, todos estaban estupefactos, perplejos.. Pintada en su cara la pregunta "¿Cómo?" Yo no respondería su pregunta, el maldito híbrido lo haría.

—¿La señorita Kagome se salvará?

Me volteé enseguida cuando escuche la voz entre cortada de mi protegida, Jaken venía detrás de ella esta vez en silencio sin reproches ni cosas estúpidas que suele hacer. Suspiré y volví a fijar mi mirada en el cuerpo desgarrado de mi mujer. Kaede comenzó a balbucear algo y comenzó a echar unas plantas medicinales en las heridas para luego vendarla. Rin se agachó y corrió un poco de cabello que caía en el rostro de Kagome.

La mirada de la exterminadora se volvió opaca al igual que el del zorro, podía oler la sal de sus lágrimas que amenazaban con salir. Si no fuera por mi posición y orgullo estaría derramando lágrimas por ella, verla de esa hacía que bestia rugiera furiosa y que yo me sintiera impotente. Apreté mis puños hasta encajarme las garras en las palmas.

—Sesshomaru, ¿Dónde estabas? —Se atrevió a preguntar la exterminadora con los ojos ya rojos y lágrimas recorriendo sus mejillas. Podía ver la furia, la impotencia en su mirada. Me atravesaba como una espada. Se levantó zafándose del agarre del monje y se acercó a mí con los puños apretados, su pecho bajando y subiendo por su respiración acelerada a causa de su furia—. ¡¿No se supone que la protegerías, inútil?!

Todos la miraron con los ojos de par en par, incluyéndome. Me sorprende lo valiente que puede ser esta mujer para enfrentarme de esta manera y decirme inútil.

«Ella tiene razón, eres un inútil»

Gruñó Yako y yo fruncí el ceño.

—Hermana cálmate.. —Dijo Kohaku agarrándola de los hombros.

—Si, Sango, mantén la calma —Añadió la anciana poniendo una sabana encima de Kagome—. Es lo único que podemos hacer nosotros, el destino dirá que pasara luego.

La exterminadora se sentó a regaña dientes con ganas de estamparme un golpe en la cara. No puedo juzgarla, yo lo haría, debí estar con Kagome o al menos cerca suyo.

Y no lo hice.

Salí de ahí con Jaken detrás, iba en silencio con la cabeza gacha. Nunca había visto a mi sirviente de esa manera a menos que algo le preocupe o este dudando de algo. Me subí en un árbol y él se sentó en las raíces sosteniendo su báculo mientras miraba a la nada, aún pensativo.

—¿Qué pasa, Jaken?

Sentí su tensión cuando formule la pregunta, suspiro y luego se recostó en el tronco poniendo una de sus manos en su frente, con angustia.

—Siento que nada de esto va a terminar —Dijo—, aun cuando Naraku se presenta nunca sucede nada, el invierno ha sido infinito y presiento que las cosas van a empeorar si algo le sucede a la sacerdotisa. Ay ay ay, amo bonito.. ¿Qué será de todos nosotros?

Escuché pero hice como si no lo hubiera hecho y solo me limité a ver un punto indefinido. Para mí, un demonio que el tiempo se le pasa volando ahora esto va lento, puedo sentirlo, el tiempo cada vez se detiene, todo cada vez empeora. Todo comenzó a ser así desde que cayó el invierno. Tal vez ahora todo está siendo así porque le presto más atención a la vida, a las cosas, a todo lo que me rodea.. Puede ser eso.