Capítulo 42

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Kagome se encontraba en un lugar oscuro, con pequeñas luces verdes que parecían luciérnagas.. no podía ver nada, no podía sentir nada y no podía escuchar. Se sentía sola en esa oscuridad, no había nadie con ella. Podía escuchar solo sus pequeños sollozos y sentir sus lagrimas deslizarse  con rapidez. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no hay nadie? ¿Qué hacía en ese lugar?

Sacó su rostro de entre sus piernas y miró a su alrededor, oscuro.. todo estaba oscuro.. —Alguien.. por favor.. —Pensaba aterrada. Necesitaba verlo, a él, a sus amigos, a su familia.. Ni siquiera pudo despedirse, no pudo hacer nada..

—Kagome..

Se levantó de golpe al escuchar la voz de alguien. Comenzaron a salir más lagrimas de sus ojos, sintió un alivio en su interior. No soportaba más estar en esa oscuridad, quería ver a alguien, quería sentir a alguien. Le aterraba la idea de tener que quedarse ahí para siempre.

Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro pero no dejó de llorar. Comenzó a caminar con el corazón en la garanta.. Deseaba, deseaba con el corazón salir de ese lugar, de volver a ver la luz del día. Eso quería.

Dejó de caminar para comenzar a correr. Gritaba, gritaba una y otra vez con la esperanza de que alguien le respondiera. —¡Por favor! —Gritaba desconsolada. No tenía herida alguna en su hombro, tenía su habitual uniforme.. Sabía que había perdido la vida pero imaginaba llegar a un lugar brillante y estar con más gente, no rodeaba de luciérnagas y en la oscuridad. Donde nadie la escuchaba.

Al final de la oscuridad vio una luz blanca y debajo de ella una figura que reconocería en cualquier lado. —¡KIKYO! —Gritó estallando en llanto. La figura se volteó y la miró fijamente, con esa típica mirada fría que parecía no importarle nada. Kagome corrió con más rapidez con la esperanza de poder alcanzarla pero esta comenzó a caminar y a desaparecer en el trayecto—. ¡No, espera! —Pero no se detuvo.

Kikyo desapareció dejando solo su arco, esa luz alumbraba el arco de Kikyo incitando a Kagome a que se acercara. Ella miró por unos segundos el arco de Kikyo y luego se acercó. Se hincó y lo agarró.

En el momento que su mano tocó el arco apareció una honda desapareciendo la oscuridad y mostrándole a Kagome una serie de imágenes. En ellas se podía observar todas las veces que Kikyo estuvo a su lado a pesar de todos los problemas que tuvieron, cuando ella le ayudó con la herida que Naraku le había hecho con el veneno, todos esos momentos que habló con Kikyo y la última vez que la vio. Sintió un escalofrío al ver de último a Kikyo frente a ella pero sin moverse, parecía una estatua.

Limpió sus lágrimas y luego se acercó a la figura de su antepasado. Movió su mano de arriba hacia abajo pero no sucedió nada.

—Es solo una representación —Dijo alguien detrás suyo. Ella se volteó asustada—. ¿Qué tal, Kagome? -Sonrió una mujer de cabellos azabaches y largos. Su rostro era muy similar al suyo pero con una expresión menos alegre. Llevaba un quimono blanco y encima una armadura con una espada que se sostenía de su Obi.

Kagome la miró, a ella la había visto en algún lado. Hizo memoria, el arco se cayó de su mano e hizo una reverencia. No sabía si debía hacer una reverencia pero era una sacerdotisa alto rango y la creadora de la perla de Shikon —Señora Midoriko —Saludó aun inclinada haciendo la reverencia.

—No hace falta tanta formalidad, Kagome —Dijo como si nada la azabache mayor y Kagome se enderezó—. Lamento la tardanza, salir del mundo espiritual es algo difícil. ¿Estuviste llorando?

—Sí.. —Respondió en un susurro. Midoriko suspiró y se acercó a ella.

—Kagome.. es todo un enigma el porqué de que no llegaras al mundo espiritual. Tal vez es el lazo que formaste con ese demonio perro —Le dijo posicionándose a su lado mirando la figura de Kikyo. Kagome alzó una ceja sin entender lo que estaba diciéndole la antigua sacerdotisa.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó moqueando.

—Kagome tú no estás muerta.

La nombrada se quedó de piedra. Miró a la sacerdotisa mayor con los ojos abiertos de par en par.

—Sé que no entiendes pero trataré de explicarte de una manera sencilla -Comenzó a caminar. Kagome la siguió-. Durante años eso se creyó un Tabú lo de "la marca" —La sacerdotisa mayor se detuvo en frente del rosario que pertenece a InuYasha—. Cuando un demonio marca a una mujer forma un lazo irrompible —Ambas vieron como una serie de imágenes pasaban. Desde que Kagome conoció al híbrido hasta la última vez que lo vió—. La gente cree que es sólo para dar a entender que les pertenece pero la verdadera razón de porque hacen eso es para.. —Suspiró—. Para que su pareja viva más tiempo.

Kagome la miraba con atención. Estaba comenzando a captar pero, si no estaba muerta ¿Qué hacía ahí? En ese lugar tan oscuro y extraño..

—En otras palabras estas pasando por una transformación. Sólo estás inconsciente. La transformación estará completa en la mañana y te sentirás un poco distinta..

—Pero ¿Cómo ocurre esto? De la transformación.. —Interrumpió la menor avanzando a la vez que Midoriko lo hacía.

—Como ya no existe sangre humana en tu cuerpo el veneno de ese demonio se extiende por todo tu cuerpo y se convierte en tu nueva sangre —Ambas se detuvieron en frente de un bumerán gigante y miraron los recuerdos que tenía Kagome de Sango—. Es imposible que en tu forma humana aguantes tanto poder por eso ocurre la transformación -Explicó.

Kagome suspiró. De haber llorado su respiración estaba un poco entre cortada pero estaba logrando regularla.

Por un momento pensó que no volvería a ver a nadie.

—¿Porqué viniste aquí?

—Para hacerte compañía, niña —Dijo rodando los ojos. Kagome se sonrojó un poco y bajó la cabeza—. Oye.. no te preocupes por tus amigos y el perro ese. Ya ellos están siendo avisados de lo que va a suceder.

Ella levantó la cabeza con una pequeña sonrisa. Estaba feliz, Midoriko lo sabía pero la idea de ser demonio no le hacía mucha gracia. ¡Sí! Tal vez podía ser genial poder volar y tener muchos poderes, ser fuerte.. pero, ella quería envejecer como una persona normal. Sin duda ver a sus amigos morir por el paso de los años iba a ser doloroso.

Midoriko sólo la miraba de reojo. Estuvieron caminando mientras observaban recuerdos. Kagome seguía algo insegura de querer quedarse como un demonio toda su vida pero supuso que era mejor eso que quedarse en aquella oscuridad sin tener con quien hablar. Simplemente tendría que aceptarlo.

—Es el destino. No tiene remedio —Kagome se volteó. Midoriko miraba los recuerdos de Sesshomaru con algo nostalgia. ¿Lo conocía?

—Seño.. Midoriko —se corrigió rápidamente—. ¿Conoce a Sesshomaru?

Midoriko rió un poco y la miró.

—Digamos. Sesshomaru me recuerda a alguien —Kagome se acercó—. Yo cometí el error de enamorarme de un demonio y perdí la vida por eso —Kagome sintió algo en su corazón una sensación extraña. Dolía—. Lo amaba.

—Supongo que tengo hasta el amanecer para escuchar esa historia —Dijo Kagome haciendo una mueca.

Ambas se sentaron en el suelo. Kagome miraba con atención a la azabache mayor que buscaba como comenzar a relatarle esa historia. No era una de sus favoritas, pero sentía que debía contarle aquello a Kagome.

 No era una de sus favoritas, pero sentía que debía contarle aquello a Kagome

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¿Qué me has hecho, mujer? || Sesshomaru y Kagome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora