Capítulo 22.

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Habían pasado tres días desde que Kagome hizo aquellas compras. Decidió ir a la época feudal por unas semanas y luego volvería para pasar la navidad con su familia. Ahora ella se encontraba con sus amigos, a cada uno le había dado un regalo, el de Sesshomaru seria para después. —Me alegra que les haya gustado —dijo Kagome con una sonrisa; a Sango le había regalado una pulsera, a Miroku le había dado una bufanda ya que el decía que le gustaría tener algo que lo calentara, a Shippo le dio dulces y a InuYasha(aunque no merece ni un rábano) le dio una caja llena de envases con ramen. Todos se lo agradecieron con un cálido abrazo.

Una extraña presencia apareció alertando al grupo, no era Naraku ni alguna de sus extenciones, era una presencia desconocida para todos. De inmediato apareció Sesshomaru junto a sus acompañantes, ya que el también sintió la extraña presencia y pensó que Kagome podría estar en peligro. Las mejillas de la azabache se tornaron rojas por la presencia del demonio y no paso desapercibido por el híbrido molestándolo un poco aunque ya no podría reclamar nada.

—Eso ha sido muy extraño —Dijo el monje. Todos estaban en el bosque reunidos por la extraña presencia y estaban esperando a que el dueño o dueña de esa presencia se hiciera presente, que no tardo en hacerlo.

Una risa de bruja hizo eco en el bosque, los hermanos gruñían. Ambos estaban Exasperados por saber de quien se trata. Una mujer de baja estatura, de cabellos blancos y unas cuantas arrugas apareció en frente del grupo con una pequeña sonrisa. Sus ojos rojos brillaban con intensidad, esa anciana era conocida como la bruja del tiempo, hacia apariciones en invierno para encerrar a las personas en una ilusión del pasado por simple diversión, ella no elegía las personas, simplemente lo hacia al azar y no saldrían de la ilusión hasta que hayan visto el pasado de cada uno. La vieja bruja con su bastón empezó a hacer un tipo de remolino seguido de una explosión dándole lugar a la ilusión.
La vieja desapareció y tal como había aparecido, sin decir una sola palabra. Todos estaban confundidos, perdidos. Aparecieron en lugar diferente de la nada.

—¿Dónde estamos? —Preguntó la exterminadora. Todos miraron hacia al rededor, el lugar estaba cubierto de nieve, no había ni un alma presente.

—Shippo, Rin y Jaken no están —Dijo Kagome.

—Es una ilusión del pasado —Dijo Sesshomaru—. Esa anciana que estaba ahí es conocida como la bruja del tiempo y se encarga de meter a la gente en ilusiones de eso mismo. No saldremos hasta que hayamos visto el pasado de todos. Las criaturas pequeñas o niños no son afectados por su magia. —Explicó tranquilamente—. Será mejor que avancemos. Entre más rápido miremos el pasado más rápido terminaremos.

Todos asintieron y siguieron al demonio, observando todo. Un sonido de espadas los hizo caminar mas rápido pues querían ver de quien se trataba. Guiándose por las voces y el sonido que causaban las espadas llegaron a un campo dónde habían dos albinos, uno mayor y otro, un pequeño niño. Todos miraron con atención. Sesshomaru ya sabía que ese pequeño que estaba ahí luchando con su padre, era él.

—Un momento —Dijo InuYasha entre cerrando los ojos—. Ese mocoso a caso es.. ¿Sesshomaru? Y el que esta en frente es.. Padre —El híbrido estaba levemente impresionado. Pues el recuerdo de su padre es mínimo. Nunca compartió con él, pues murió el día en el que InuYasha nació.

El pequeño tenía el cabello corto un poco mas arriba de los hombros. Vestía un kimono blanco con bordados azules, su estola y las fieles botas negras. Su expresión era seria y su mirada fría como siempre, pero ante los ojos de las dos humanas eran lo más adorable que habían visto.

—¡Qué lindo! —Dijeron las dos con los ojos brillantes. Miroku e InuYasha miraron a las mujeres con confusión, pensando también que era totalmente ridículo que ese demonio fuera lindo. Sesshomaru se estaba yendo.

—Espera —Le dijo Kagome agarrando la mano del demonio—. ¿Pasa algo? —Preguntó preocupada. Sesshomaru no respondió. Kagome lo miró por un momento, tal vez era porque de pequeño Sesshomaru no tuvo la mejor infancia y se la pasaba entrenando aunque tal vez podría ser otra cosa y a él no le gustaba recordar.

—Desde que era niño anhelaba derrotar a mi padre —Dijo. Kagome miró al pequeño que seguía luchando con su padre. Para que fuera tan pequeño era muy hábil y hasta algo fuerte–. Mi madre me dijo que si quería formar un imperio cuando estuviera como mi padre lo haría solo alcanzando el máximo poder. Así que pasaba siempre entrenando para poder derrotarlo pero murió antes de que eso se diera a cabo —Kagome lo miró algo impresionada. Sesshomaru nunca ha sido muy abierto al hablar, se sintió bien para ella que Sesshomaru le contara eso con confianza, aunque en parte se sentía mal.

—Oh.. —Fue lo único que pudo decir. Kagome y los demás siguieron viendo al pequeño Sesshomaru. Inu No Taisho ya se había ido y Sesshomaru había quedado solo.

—Já —Dijo InuYasha cruzándose de brazos—. Durante todo este tiempo no cambiaste nada, querido hermano —Dijo con sarcasmo.

—InuYasha.. —Kagome habló con advertencia. El orejas de perro se quedo callado pues sabía que si seguía hablando se llevaría un buen golpe.

El niño que estaba ante sus ojos miraba con atención la pequeña espada que tenia. Su mirada realmente te congelaría con solo verte. —Alcanzaré a mi padre —Susurró para luego comenzar a levitar y desparecer de su vista.

Nadie dijo nada más y comenzaron a caminar para saber de quien se trataría la próxima ilusión.

¿Qué me has hecho, mujer? || Sesshomaru y Kagome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora