2 TEMP CAPÍTULO 6

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— Abre los ojos de una vez Cindy.— Lily se sienta a mi lado mirándome mal.

— Mm...— gruño bajo. Abro los ojos fijándolos en el techo. Parpadeo un par de veces acostumbrándome a la luz. Bajo la mirada pudiéndola ver sonriente.— ¿Qué?— pregunto.

— Roncas muy fuerte. Incluso más que en el internado.— susurra lo último.— ¿Cómo se encontrarán los demás?— hace una mueca notable. Se levanta de su asiento y se acerca a mi lado.— Ya los quiero ver. Menos a Wale.— tensa la mandíbula al decir su nombre.

Todo hubiera sido mejor si yo hubiera muerto.— susurro. Me levanto del sofá, pero una mano me impide salir del lugar.— No intentes convencerme de nada. No va a servir.— niego con la cabeza.

— Quiero que te quede algo bien claro. WALE DEBERÍA HABER MUERTO, ¡NO TU!. ¿Te queda claro? Después de lo que te ha hecho no deberías pensar en salvarle la vida.— gruñe alto.— Debería y debe morir.— apreta su agarre echándome hacia detrás.

Me dijo que me amaba.— subo la mirada fijándola en sus ojos.— Y todo fue una farsa.— apreto la mandíbula con fuerza.— Mis buenos pensamientos sobre él se acabaron en el momento en el que me dijo esas putas palabras.— mi pulso se acelera. Gruño.— Si de verdad me conociera, no se le hubiera pasado por la cabeza hacerme esto.— río irónica.

Me zafo de su agarre y salgo del salón entrando en la cocina. Gigi se mueve de un lado a otro haciendo la cena.

Lily y yo, antes de regresar al departamento, paramos en un pequeño supermercado y compramos algunos alimentos.

— Gigi.— la llamo. Sus caderas se mueven al compás de la música de sus auriculares.— ¡Gigi!— alzo un poco más la voz.

—¡Ahh!— da un fuerte grito al verme detrás de ella. Quita sus auriculares y me mira de mal humor.— Podrías haberme avisado de que estarías detrás mía.

— Perdona, pe...— no sigo hablando al escuchar su voz.

— Perdonada.— dice sin más.

— Yo no...— vuelve a cortarme.

— Da igual. ¿Cómo se encuentra Lily?— me da una leve mirada y luego sigue con la comida.

— Bien.— frunzo mi ceño al ver como vuelve a mover las caderas.— ¡Gigi!— grito a todo pulmón. Da un leve salto en su sitio.— ¿Quieres escucharme de una jodida vez y no volverte a poner el estúpido auricular?— mi garganta pica por el fuerte grito. La miro mal.

— Relaja la raja, guapa.— extiende una mano. Me guiña un ojo y se vuelve a dar la vuelta.

Maldita Gigi.

Salgo de la cocina frustrada. Subo a mi dormitorio y cojo una chaqueta negra de cuero. Me la coloco y bajo las escaleras de dos en dos.

— ¿A dónde crees que vas?— Lily se pone delante mía.

— No intentes hacer el papel de madre Lily.— niego.— Dentro de media hora vuelvo. Necesito tiempo a solas.

— Pero ¿Y la comida?— insiste. Da un paso hacia detrás al ver mi cara de fastidio.

— La calentaré cuando vuelva. No hay problema por eso.— doy media vuelta y salgo de su campo de visión.

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