2 TEMP CAPÍTULO 22

1.1K 78 7
                                    

Curtis

Lily me abraza con fuerza. Los tres vemos como los médicos ponen en una camilla a Cindy y se la llevan.

Giro la cabeza mirando a mi cuñado completamente destrozado. Tira de su cabello con fuerza produciéndole dolor.

Wale.— susurra Lily con la voz temblorosa. Él se gira y la mira.

Se aleja de mi y a pasos lentos se va acercando a él. Se queda mirándolo por unos segundos y se avanza hacia él abrazándolo. Wale tarda unos segundos en reaccionar, pero una vez lo hace la abraza con la misma intensidad.

Tengo miedo.— solloza agarrando a mi futura mujer.

Respiro hondo y decidido me alejo de ellos dirigiéndome a la pequeña tienda que hay justo al lado del hospital.

Cojo algo de comida rápida y me dirijo de nuevo al hospital andando a pasos lentos.

No sé qué pensar. No sé cómo reaccionar. ¿Debería gritar? ¿Llorar? ¿Qué se supone que tengo que hacer? Me encuentro en estado de shock, y lo peor de todo es que podría perder a mi hermana y sobrinos y no puedo hacer nada para que no ocurra.

Me siento en una burbuja incapaz de explotar. Una burbuja de la cual nadie puede entrar, ni yo puedo salir.

Gran parte de nuestra vida ha sido una farsa. Podríamos haber sido una familia humilde, unida, amada, pero no fue así. Tuvieron que destrozarla, sin importar qué o a quién podrían llevarse por delante, solo lo hicieron, y eso me cabrea.

¡Curtis!— mis manos tocan su abdomen haciendo que ella ría.— ¡Pa... Para!— sigue riendo y yo la sigo de igual manera.

— ¡Curtis¡ ¡Cindy!— mamá nos mira con los brazos cruzados haciéndose la enfadada.— ¿Puedo yo también?— los dos la miramos ceñudos. Ella se acerca rápida y empieza a hacernos cosquillas a los dos.

— ¡Ya!— gritamos los dos a la vez riendo a carcajadas.

¿Ya? ¿Tan rápido se cansais renacuajos?— ríe mirándonos.

Curtis es un renacuajo, no yo.— dice Cindy a la defensiva. La miro de reojo y niego.

Sonrío de lado recordando los momentos en los que éramos o aparentábamos ser felices, momentos que nunca más podrán volver.

Una solitaria lágrima cae y de momento la quito. No me puedo dar el lujo de ser débil. Tengo que ser fuerte por mí y por todos, así, y solo así podré ser feliz.

Entro de nuevo al hospital y los encuentro a los dos sentados mirando un punto fijo sin decir nada.

— ¿Tenéis hambre?— me miran y asienten.

La Chica NuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora