XXVI

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Es curioso pensar como un momento puede parecernos eterno, quizá es porque intentamos preservar lo más que podamos alguna experiencia agradable o un suceso único considerado por completo irrepetible... y quizá lo sea, o quizá hemos querido otorgarle cierta relevancia a uno de muchos momentos que hemos disfrutado haciendo algo que nos satisface, y que sobresale debido a la persona con la que hemos compartido ése breve instante.

No quiero pensar en éste momento como uno de esos momentos de realización que dictaminarán algún comportamiento fuera de lugar en mi futuro cercano, o un pensamiento al cuál recurriré constantemente como un dulce e inesperado encuentro imprevisible.

Pero... esto no es precisamente algo que se pueda dejar de lado con facilidad.

No cuando su frente permanece recargada a la mía y nuestras desestabilizadas respiraciones son todo cuanto podemos escuchar del otro a solo unos segundos de haber separado nuestros labios.

-Esto definitivamente está mal –murmura Liam con reproche.

No puedo evitar soltar una pequeña carcajada al percatarme de la constante guerra entre sus acciones y sus pensamientos.

-Lo sé, lo sé –murmuro ligeramente divertida, mi nariz comienza a rozar la suya con lentitud, sus ojos se cierran por completo.

-¿Podrías no hacer eso? –su voz es suplicante, incluso jadeante.

-¿Hacer qué? –murmuro dejando que aquella replica quede colgada entre nosotros. El ceño de Liam comienza a fruncirse; sin embargo no demuestra una gran fuerza de voluntad y por supuesto no ha concebido la idea de separar nuestros rostros por completo.

>> ¿Te pongo nervioso? ¿Es eso? –enarco una ceja con presunción. Probablemente no sea lo más conveniente, pero ver la mueca en su rostro es casi lo más lindo que le he visto hacer.

-Katherine –advierte con una severa mirada.

-Liam –contraataco utilizando el mismo tono.

-No puedes decir cosas como ésa, Kate. Lo único cuanto concibo pensar es en meterte justo a ésta cama, y me importa un demonio si no cabemos–espeta severo sin despegar por un solo segundo la obscurecida mirada de mi rostro.

Me escucho jadear de sorpresa.

Mierda, ¿qué?

Él comienza a reír.

-Ahora puedo confirmar una teoría.

-¿Ah sí? –me muestro altiva. Él no sólo puede divertirse a mis expensas sin esperar una reacción contraria de mi parte.

-Vaya que sí.

-¿Y cuál es esa dichosa teoría, si se puede saber?

-Sigues siendo una niña, Katie –uno de sus dedos se desliza por mi mejilla, dejando detrás de sí un enardecido color rojo en mi piel.

-Una niña –asiento-. Una niña que te encanta besar.

Su sonrisa es suave y suspicaz, tal parece que ha comprobado alguna otra teoría. Aprovecho éste breve instante para tomar un poco de distancia, dirigiéndome a un costado de la habitación, sonrío triunfante al cruzar los brazos sobre mi pecho.

-La palabra que estás buscando es: "Touché", Liam.

-Como dije: una niña.

-Como dije: una niña que te gusta.

-Touché, Tomlinson –concede ladeando su rostro.

Sonrío una vez más observando el nacimiento de una pequeña y traviesa sonrisa por parte de Liam, escuchando de pronto el inoportuno sonido de mi celular.

El ¿Odioso?... Amigo de mi hermano. (Liam Payne).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora