VII (parte II).

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Dos años después.

-Sinceramente no entiendo ese afán de hacernos venir a la preparatoria días antes de comenzar las clases. A fin de cuentas es nuestro tercer y último año, ¿creen que no la conocemos ya? ¡Deberíamos disfrutar nuestros últimos días cómo es debido!-Ise continuaba rezongando como la peor de las madrugadoras, en tanto, su cuerpo se recargaba en los casilleros a mi costado. Me limito a sonreír disfrutando éste gracioso momento; lo sé, ninguna de nosotras es madrugadora, pero ella era un problema serio cuando se tratan de vacaciones interrumpidas.

Cuando conocí a Ise, todo lo que pude hacer, fue reír. ¿Raro? No, sinceramente cualquiera hubiese reído del peculiar modo en que reclamaba a nuestro profesor de química por la “injusta” calificación que hubo recibido en el primer examen del semestre… De acuerdo, tal vez si fue un poco raro, ya que yo fui la única  que reía al verla enojada y moviendo los brazos de un lado a otro, parecía un pequeño mono enjaulado. En el momento que comenzamos a hablarnos, no pude evitar decírselo; ella me miró mal y un segundo después comenzó a reír. Las dos compartimos ése ácido y extraño sentido del humor, además, me encantaba lo directa que podía ser; independientemente de su aparente tímida personalidad.

-¿_______? Y encima de todo, me ignoras. ¡Gracias eh!-ella sólo alza sus brazos dramáticamente.

-Disculpa, quejumbrosa. Mi cuerpo está aquí, mi mente sigue dormida y acurrucada en mi cama –recargo mi cabeza en la puerta entreabierta de mi casillero. Estoy agotada.

-¿El tuyo nada más? Amiga, sinceramente nunca me acostumbraré a levantarme temprano, y menos a tener que venir días antes de comenzar clases formalmente –ahí están esos brazos en el aire, nuevamente. No puedo evitar reír.

-¡Deja ya de quejarte! –respondo propinando un golpe a su hombro izquierdo. Ise saca su lengua infantilmente.

-¡Me limitas porque eres una ñoña!

-¡OYE! –repito ése pequeño golpe-. ¡No soy ninguna ñoña!, espera… Isela ¿ya desayunaste? –entrecierro los ojos juguetonamente. Bien podría ser la razón de su amargura matutina.

- _____ te recuerdo que no estás hablando con Niall eh.

-¿Yo qué? –responde un adormilado rubio acercándose a nuestro “punto de reunión”, en otras palabras: Mi casillero.

-¡Bebé! –exclamo sonriente. Okay, díganme ridícula, pero éste rubio oji-azul robó mi corazón en el momento en que lo conocí. Soy la persona más maternal al tratarse de él y sí, no me importa que se escuche cursi.

-¡Bebé! –responde envolviéndome en un abrazo de oso-. ¿Cómo ha estado la castaña más hermosa de Londres? –pregunta impregnando su cálido aliento en la cima de mi cabeza.

-Muy bien, gracias. Con sueño –responde Ise en medio de un bostezo.

-¡Ise! Ven aquí, ¡pequeña gruñona! –Niall se percata de la refunfuñona pitufa envolviéndola en otro enorme abrazo de oso.

-Niall, no me digas gruñona –advierte enarcando una ceja en cuanto es liberada de sus largos brazos.

-Es que veo que levantarse temprano, no le hace bien a tu salud. Yo digo que deberíamos ir a desayunar, para que se te quite esa cara de berrinche.

-Eres un glotón, Horan –profiere una masculina y profunda voz a mis espaldas- Hola preciosa –susurra ésta vez, posicionando ambas manos en mi cintura.

-Hola, guapo –respondo sintiendo cierta calidez agolpándose en mis mejillas. Sé que debería estar acostumbrada a éste tipo de actitudes por parte de mi mejor amigo; como todos sabemos, Zayn es un coqueto nato… Pero siendo honestos, si llega un chico a tempranas horas de la mañana, abrazándote por detrás y susurrándote al oído con ésa profunda y sexy voz; no respondes sin antes sonrojarte, al menos-. ¿Cómo ha estado la castaña más sexy de Londres? –bien, es hora de dejar el sonrojo.

El ¿Odioso?... Amigo de mi hermano. (Liam Payne).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora