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El día había llegado, Louis y Liam… se marchan.

Estábamos en la sala de espera, aguardando justamente a que anunciaran el vuelo de Lou y Liam… yo estaba callada, seria y diez niveles más arriba de la palabra triste. Eran las mismas emociones que me embargaron en cuanto dieron a conocer la gran noticia, ésas que no dejaban de dar vueltas en mi cabeza; y por cursi que suene, en mi corazón.

Pero aún así, traté de mantener mi cara de “estoy bien Lou, no te preocupes, es lo mejor para ti… y lo comprendo”… esas fueron las palabras que logré pronunciar al día siguiente que me enteré que mi hermano se mudaba a otro país, a otro continente y sin mí.

Él y yo hablamos al siguiente día, cuando ya estaba más calmada y había estado casi toda la noche pensando en lo que le diría y en cómo sería mi vida sin él aquí, conmigo todos los días, comiendo, jugando o simplemente viendo la televisión recostada en su pecho… Esos pensamientos eran los que no me permitían ver todo con más claridad… esos eran los pensamientos que me decían que no podía dejarlo ir.

-¡YA _____!- Me digo a mi misma, no podía seguir así. Lou se iría y era por su bien, pero ¿y mi bien? Sé que sueno egoísta, pero jamás me he separado por un prolongado periodo de tiempo de mi hermano, es como si una parte de mi, fuese cortada de mi cuerpo, una parte esencial; como si arrancasen mi corazón, obligándome a vivir mi vida así como así, de la forma más normal que puede existir.
Soy mimada y consentida, lo acepto. Pero culpemos de eso a mí –ahora- fugitivo hermano.

Pasajeros del vuelo 815, con destino a Los Ángeles, California. Favor de abordar por la puerta 12-A.

En ése instante mi corazón volvió a estrujarse. Ése ha sido el llamado maldito –palabras mías, no dichas- que no quería escuchar.

Nos levantamos todos de nuestros respectivos lugares. La mamá de Liam abraza fuertemente a su hijo mientras habla repetidamente de algo que supongo le ha repetido desde que emprendimos el camino desde casa, causando que Liam asienta levemente con una sonrisa, seguido de un abrazo gigante por parte de Danielle. Ugh, momento romántico no deseado.

Volteo levemente incómoda hacia mi escena familiar, en donde observo a mamá reiterando las mismas indicaciones a Lou. Ian también se encuentra aquí, obviamente sin poder ocultar la tristeza que la partida de Lou ocasiona, escudándose en una triste excusa que –al menos yo no creo- menciona lo mucho que extrañará a su “hermano mayor adoptivo”, ajá, ¿ahora se dan cuenta de la parte en la que no creo? ¿Hermano mayor? Jamás. Al menos no para ella.

A diferencia mía… ya que yo además de extrañar a mi hermano mayor, extrañaría a mi mejor amigo.

Lou se libera del abrazo de oso de mamá aclarando las típicas palabras que se le pueden decir a una madre cuando se estará fuera de casa durante un largo periodo de tiempo: “sí, en cuanto llegue te hablo” ,“no te preocupes voy a estar muy bien” “si mamá, te hablaré con frecuencia” “sí, yo también te quiero” “ya, mamá”… la única diferencia de mamá a todas las mamás es que no era la que “lloraba y lloraba al ver que su pequeño bebé se iba” mamá era seria, y se podría decir que un poco fría… es cosa de doctores, me decía Lou.

Al centrarse en la pelinegra, puedo percatarme del tenue color rosáceo en sus mejillas. Ambos comparten un pequeño, pero fuerte abrazo, en el cual, Louis murmura algo que hace reír a mi amiga, aligerando brevemente el ambiente.

-Zanahoria- dice al fin, cuando estamos frente a frente.

-Zanahorio- sonrío en un intento por no mostrarme como una pequeña llorona que no soporta la partida de su hermano mayor.

El ¿Odioso?... Amigo de mi hermano. (Liam Payne).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora