Capítulo 31

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—¡No, no y no!—chilla exasperada.

—Amalia, tranquilízate—le indico, haciendole notar que su actitud no es nada madura.

—¿Cómo es posible que ese tal "Mike" lo supiese todo y yo no? ¡Es injusto!

Se cruza de brazos en actitud caprichosa, lo cual ayuda a confirmarme lo egoista que está siendo.

—¿Eres consciente de que te estás ahogando en un vaso de agua, verdad? ¡No es para tanto! Él fue quien me dio la idea de contarle todo a Austin de una buena vez, ¡por esa razón se ha enterado antes!

—Vaya idea te ha dado...—le echa la culpa, pero al ver que no me agrada nada, da un giro—. ¡Desde que te juntas con él me has olvidado por completo! Ya no es como antes.

El solo pensar que Amalia esté celosa de Mike me causa muchísima gracia. No logro proyectar una imágen de ellos dos llevándose bien en mi mente... y menos siendo buenos amigos. Ella es demasiado descontrolada, loca, extrovertida... un torbellino en acción. Mientras que en él abunda la paz, la armonía, y siempre está intentando ayudar a sus amigos mediante palabras de aliento, las cual pareciera sacar de un libro de autoayuda. Vuelvo a pensarlo, y la respuesta sigue siendo la misma. Sería como juntar agua y aceite.

—No me puedo creer que estes celosa de Mike—suelto riéndome de la situación, al tiempo que desbloqueo mi celular, el cual he sentido vibrar hace un minuto.

Amalia responde algo a mi comentario, pero no alcanzo a comprenderlo, pues en este momento, toda la atención se la lleva el teléfono.

"Ayer no obtuve respuesta, ¿sucede algo? Recuerda que mañana Domingo almorzamos todos juntos en casa :) ¿Sigue en pie verdad?"

Austin.

Realmente no recordaba para nada el mensaje que me envió ayer, ¿cómo se me pudo pasar contestarle?

"Recién veo ambos, perdona :/ Por supuesto, allí estaré :)"

Una vez enviado, regreso a la conversación con mi amiga.

—¿No podías esperar para responderle a tu mejor amigo?—la oigo refunfuñar.

—¿Qué? De veras que estás mal, ¡era Austin!

—De acuerdo—entrecierra los ojos, dudando de mi palabra—. Como te decía (y lo repetiré porque veo que no estabas escuchándome), no se trata de celos, sino de tu ausencia últimamente.

—Acepto que hemos estado un poco distanciadas, pero justamente por esa razón, deberíamos aprovechar este momento y ponernos al día. Sobre todo yo, pues necesito el consejo de mi psicóloga personal, y no creo que ésta pueda ayudarme mucho si lleva pintada una expresión de sufrimiento en el rostro—exclamo, intentando motivarla a terminar con la tonta conversación que ha iniciado.

—Pues qué te diré. Lo mejor que puedes hacer ahora es hablar mañana con él siendo Emma, y volver a confesarle la verdad. Si aún sigue dudando de tu palabra, deberás pasar al plan C.

Frunzo el ceño sin entender de lo que habla.

—¿Plan C? ¿Cuáles han sido el A y B?—inquiero.

—¿No es obvio? El plan A ha sido revelar el secreto siendo Fiorella, y el B consistirá en hacerlo siendo Emma—me explica—. En caso de que ninguno de estos funcione como esperamos, procederás al C; transformarte en sus narices.

Sonrío ante el ingenio de Amalia, aunque el plan B me suene a segunda humillación y el C descabellado.

—Lo intentaré—prometo.

Quiero ser otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora