Capítulo 13

1.8K 66 14
                                    

Acaban de terminar mis clases por la mañana, y en cuanto toca el timbre de salida salgo corriendo rumbo al baño, donde me transformo en Fiorella.

Mi mente sigue dando vueltas a lo que ha sucedido. ¿Cómo pude aceptar ser la novia de Austin sin siquiera pensar en las consecuencias que ello podría acarrear? Sé que será complicado hacerle entender que no podremos vernos muy seguido, y espero que él lo comprenda y no se canse de mis idas y vueltas.

Al salir del baño me topo con Mike, el chico que me defendió ayer.

—Hola, Fiorella, ¿cómo estás? —me saluda transmitiéndome alegría al instante.

—¡Hola! Muy bien, ¿y tú?

—Feliz de verte. Ven, el timbre esta por tocar y no querrás llegar tarde a clase, ¿verdad? —bromea, invitándome a seguirlo.

Me encuentro sumamente extrañada con este chico. ¿Por qué se acerca a mí de la nada y se comporta tan gentil si apenas me conoce? De todos modos, no quiero pensar mal sobre él, pues es una de las pocas personas que no se ha burlado de mí y ha elegido conocerme de verdad, sin juzgarme por mi apariencia.

Llegamos al salón justo a tiempo, antes de que el profesor cierre la puerta y comience a dictar su clase de historia.

—Hoy me sentaré a tu lado—me informa, tomando asiento en el banco vacío que se encuentra a mi derecha—. Bueno, siempre y cuando no te incomode—suelta al notar la expresión de confusión que seguro llevo pintada en el rostro.

—¡Desde luego que no me incomoda! Solo me sorprende—le explico.

De este modo, transcurre la clase, que a diferencia de las de ayer, ha sido muy rápida, y no tan aburrida, en parte mérito de Mike. Todos vamos fuera, dejando solo al profesor.

La clase transcurre mucho más rápida que ayer, en parte mérito de Mike. Sin duda estar acompañada hace todo más sencillo y divertido; ¡hasta una clase de historia! El timbre toca antes de que pueda terminar mis apuntes, por lo cual mi nuevo amigo me ofrece los suyos al salir del aula.

—Mike, quisiera agradecerte por todo lo que has hecho por mí—clavo la mirada en sus ojos. Hasta ahora no me había percatado, pero tiene unos ojos verdes muy bonitos.

—No debes hacerlo, para eso están los amigos—me sonríe.

—Ya te he mencionado que no suelo hacer amigos por mi apariencia y autoestima. Tú te acercaste a ayudarme sin interés alguno más que realizar una buena acción, y es por ello que quiero darte las gracias.

—Escucha-me ordena al tiempo que toma mis manos con las suyas—. No debes darme las gracias por nada, ¿sí? Tú eres una chica hermosa por dentro y por fuera que el único defecto que tiene es no quererse a sí misma y valorarse como debería. El día que lo hagas todo cambiará y ya no te afectará lo que piense el resto. ¿Qué importa si un par de tontos cree que eres fea? Hay otras personas a la espera de conocerte que seguro piensen todo lo contrario, como yo.

Las lágrimas escapan de mis ojos y salen rodando por mis mejillas antes de que pueda detenerlas. Nunca nadie me había hablado de una forma tan dulce como lo ha hecho Mike. ¿Será este chico una especie de ángel que han enviado para hacerme sentir menos sola? No lo sé, pero sin duda carga una energía positiva capaz de expandirse a todo ser que lo rodea.

¡Cuánta razón hay en sus palabras! Pero también es cierto que no resulta tan fácil quererme a mí misma.

—No llores—dice, envolviéndome en sus brazos.

—De verdad que eres un ángel—espeto entre sollozos.

—No sé si un ángel, pero prometo ser el mejor amigo que pueda.

Su promesa logra hacerme sonreír.

***

Estoy entrando al colegio, un poco dormida. Es el segundo día en el cual he tenido que levantarme a las seis de la mañana para ocultar a Emma, y para completar mi buena suerte no pude pegar un ojo en toda la noche pensando en qué le diré a Austin cuando me invite a salir a algún lado. Más me vale inventarme una buena excusa que me cubra todas las tardes, pues de otro modo no me creerá ni una palabra.

Doblo a la derecha para dirigirme a la cafetería cuando vislumbro la figura de Karla acercándose en mi dirección.

—Veo que no has entendido nada de lo que hemos hablado, querida—espeta con toda tranquilidad.

Su presencia obstaculiza mi camino, por lo cual me veo obligada a quedarme donde estoy y discutir nuevamente con ella. ¿Qué querrá ahora? ¿Seguir reclamando sus derechos sobre Austin?

—¿Otra vez tú? —me quejo.

—Sí, cariño. Debo asegurarme de que comprendas cómo es la situación.

—¿Qué situación debo entender? —inquiero intentando no perder los estribos.

—Debes alejarte de Austin—me ordena.

Sus ojos se abren como platos y sus perfectos bucles dorados se sacuden mientras me amenaza. ¿Cómo pudo Austin meterse con esta chica? Es hermosa, de eso no quedan dudas. Sus grises ojos achinados enamoran con tan solo mirarlos, y sus delicadas facciones complementan el aura de muñeca con cuerpo de modelo. Pero no deja de ser lo que es: una perra. ¿La habrá olvidado por completo? ¿O seguirá gustándole?

—¿Cómo pudiste inventar que siguen siendo novios? Realmente estás obsesionada con él—le reclamo.

Ella responde con una risa sarcástica.

—¿Obsesionada? ¡Claro que no! Solo cuido lo que me pertenece.

—Pues Austin no te pertenece; no es un objeto.

—Te he perdonado una vez, pero no lo haré nuevamente. No me hago cargo de mis futuras acciones si decides seguir pegada a él como perrito faldero—me amenaza.

—¿A qué te refieres? —pregunto, temiendo su respuesta.

—A que no descansaré hasta hacerte la vida a cuadritos y separarte de él—gruñe.

—Eso lo tengo claro, pero no lo conseguirás—retruco.

—No me conoces, querida—espeta acercándose.

Dicho esto, se retira propinándome un empujón.

¿Qué le sucede a esta chica? ¡Está loca de atar! Solo espero que no intente nada grave, pues realmente parece capaz de todo.

Una vez en la cafetería me encuentro con Amalia, quien está sentada en la mesa más cercana a la entrada tomando un licuado de frutas.

—¡Hola, Amalia! —la saludo, tomando asiento a su lado.

—¡Qué bueno que llegas! Tengo que contarte algo...

—Yo también tengo noticias, pero habla tú primero—le cedo la palabra.

—Me ha detenido en la calle mientras venía aquí y me ha dicho que...

—¿Qué? ¡No entiendo nada! ¿Quién te ha detenido?

—¡Jack! ¡Me lo he encontrado camino al instituto y me ha dicho que quiere volver conmigo! —revela casi gritando.

-------------------------------------------

¡Hola! Gracias por leer la novela♥ Amalia en la imagen multimedia, ¡besos!

Joha

Quiero ser otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora