Capítulo 18

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Aviso: Reproduce el vídeo cuando te lo pida en la historia.

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-¿De verdad no piensas perdonarlo nunca?

Pienso unos segundos antes de contestar.

-No es cuestión de perdonar, Amalia. No puedo estar con alguien que me quiere por mi apariencia.

-¡Ay no! ¿Otra vez lo mismo?-se queja mi amiga-. Yo creo que la cuestión aquí, es que estas desperdiciando la oportunidad que te brinda Emma. Veamos, ¿sabes cuánto tiempo va a durar el hechizo del collar? Quizás mañana te despiertes siendo tú; y no podrás siquiera contarle la verdad a Austin.

Me pierdo en los brillantes colores de las cortinas, que evitan que los primeros rayos del sol se cuelen por la ventana. ¿Realmente quiero alejarme de Austin? ¿Mi objetivo es perderlo, que se olvide de mi? ¿Quiero que deje de quererme, sabiendo que yo no podré? Creo que hasta ahora no lo había pensado dos veces, porque automáticamente luego de hacerlo, sé que la respuesta a todas estas preguntas es una sola: no.

¿Entonces por qué he actuado de esta manera, como una estúpida enojándome con él por cada cosa que decía? Si me pongo en el lugar de otra persona que ha visto todas mis actitudes, ya sea mi amiga, o el propio Austin, lo considero completamente patético y enfermizo. Sin nombrar que todo el tiempo he repetido lo mismo, tanto a los demás como a mi misma.

El hecho de que Emma sea linda, fue una ayuda para que Austin se fijase en mi, puesto que es cierto que siendo Fiorella no lo hizo, ¿pero qué importa? El caso es que se enamoró de mí, y estoy completamente segura de que le gusta mi forma de ser. Claro, siempre y cuando vea a Emma.

No sé si va a enamorarse de mí algún día, pero lo que sí sé es que mientras el hechizo funcione, voy a estar a su lado, disfrutando de cada momento hasta que llegue el día en el cual todo termine.

-Tenemos que ir al colegio, ¡hay un chico que no puedo perder esperándome!-grito emocionada.

Mi amiga sonríe y a pesar de que faltan 30 minutos para que comiencen las clases, salimos prácticamente corriendo de su casa rumbo al instituto.

Una vez allí, Amalia me deja cerca de la entrada, para poder hablar a solas con Austin cuando llegue.

-¡Mucha suerte!-me desea.

-Gracias por invitarme a dormir en tu casa, es un alivio no tener que levantarme a las seis de la mañana como de costumbre.

Mientras se marcha, me quedo pensando en qué voy a decirle a Austin cuando lo tenga en frente. Espero que no sea demasiado tarde y me perdone por lo tonta que he sido. Sin embargo, el primero en atravesar la puerta y venir a saludarme no es él.

-¡Emma!

-Liam-respondo sin entusiasmo alguno, a diferencia de él.

-Te noto muy desanimada, al igual que en la cafetería.

-Perdona, no tienes culpa alguna, sucede que estoy nerviosa esp...-intento disculparme, pero me interrumpe antes de poder terminar la frase.

-Yo también lo estoy y creo que es por la misma razón que tú.

-¿Por la misma...? ¿Qué?

Sus ojos fijan la mirada en algo detrás de mi. Cuando intento darme vuelta para ver qué es lo que observa, agarra mi rostro con ambas manos impidiéndomelo, y antes de que pueda reaccionar, me besa a la fuerza.

¿Qué siento? Nada. Absolutamente nada. Pero tal vez yendo a tomar ese jugo con él, aceptando que me invitara, le di falsas esperanzas que acabaron haciéndole pensar que tiene una oportunidad conmigo. ¿Por qué otra razón me besaría? Y si es así, debo aclararle la situación. Me deja respirar aire puro, y es cuando debo hablar, pero sin darme tiempo a nada vuelve a besarme. Esta vez no puedo dejarlo pasar, y lo aparto de un empujón.

-¿Qué pasa?-pregunta, como si no comprendiera mi reacción.

-¡No! ¿Qué pasa contigo?-cuestiono-. ¿Por qué me has besado?

Frunce el ceño, confundido.

-Creí que te gustaba, dijiste estar nerviosa y el otro día aceptaste mi invitación.

-¡Qué una chica acepte una invitación no significa que le gustes! Y no estaba nerviosa por ti, solo que tú no permitiste que terminase la frase-le hago saber, tratando de no herirlo demasiado.

-Pues discúlpame, porque yo sí siento algo por tí, y necesitaba hacerlo.

-Besando a la fuerza no vas a conseguir que ninguna chica se enamore de ti.

-¿No sentiste nada, con el beso?

Niego con la cabeza.

-Lo sé, me he equivocado. ¿Podrás olvidarlo?

-Olvidarlo no, pero no voy a odiarte por ello-sonrío sin mostrar los dientes-. Siempre y cuando no vuelvas a hacerlo.

-Trataré...

-¿Qué?-pregunto sorprendida.

-Sólo bromeo. No volverá a suceder, si tú no quieres-promete.

Me quedo un poco más tranquila con la conversación final, pero no logra hacerme sentir mejor. ¿Cómo pudo enamorarse de mí con tan solo verme una vez? A menos que me quisiera desde antes, y me invitase a salir por eso. De la forma que haya sucedido, el problema es que no me ve como amiga, y me da un poco de miedo que siga intentando algo conmigo. No solo porque se armaría de falsas ilusiones, sino también por los problemas que me ocasionaría con Austin... ¡Austin! Debo hablar con él. ¿Por qué no ha llegado aún?

Camino hacia el pasillo de los casilleros, que da a nuestro salón de clases. Allí lo encuentro, sacando los cuadernos del suyo. El recuerdo de cuando nos conocimos, viene a mi mente y me quedo mirándolo por un momento de lejos. Antes de que termine de sacar sus cosas, me acerco.

-Hola-lo saludo, sonriendo como una estúpida, perdida en sus ojos que tanto me encantan.

-Emma...

Ahí acaba mi sonrisa. ¿Ha dicho Emma? En vez de... ¿Se ha olvidado del "Hola"? ¿De nuestro "Hola"?

Y me doy cuenta de que sin quererlo, estoy volviendo a lo mismo. Me estoy preocupando por cosas que no importan, cuando tengo delante al ser que quiero, y al que debo pedirle perdón por mi comportamiento.

Vuelvo a sonreír, olvidando nuestro código, como seguro le ha de haber pasado a él.

-¿Recuerdas cuando nos conocimos? Qué irónico. Fue en este mismo lugar, y ahora, aquí mismo vengo a...

(Reproduce el vídeo y continua leyendo)

-Eso me gustaría saber-confiesa, y me doy cuenta de que sus ojos han perdido el brillo con el cual solía mirarme siempre-. ¿A qué vienes, eh?

-¿Por qué me hablas así? Vengo a hablar contigo, a pedirte...

-A pedirme-ríe sarcásticamente-. ¿Qué requisitos tienes ahora, Emma?

Siento que me está clavando una puñalada en el corazón. No debe tener idea de cómo me duelen sus palabras y el modo en que las usa.

-Te felicito, muy buena táctica. Me decías mil veces que no querías que nadie jugara contigo, me pedías que no te fallara (hasta entrometiste a tu amiga para que lo hiciera también), me convenciste de que tú eras la más leal, buena y yo, el que andaba con todas por diversión. Lo mío quizás era cierto, pero lo tuyo-ríe nuevamente-. Lo tuyo no.

-No comprendo nada de lo que...-intento hablar, pero me interrumpe una vez más.

-Yo soy el que no comprende. Me metiste en la cabeza que solo me fijaba en lo exterior, una y otra vez, y me dejaste por eso. Ahora que lo pienso, que excusa más patética-hace una pausa bastante corta, antes de proseguir con las palabras que me destrozan-. Era mucho más fácil que decirme la verdad, lo sé. Pero sigo sin entenderlo. ¿Por qué no me dijiste que era por ese tipo?

-¿Qué... qué tipo?-pregunto en vano, pues sé la respuesta.

-Al que hoy besaste en la entrada del colegio. ¿O qué? ¿Pensaste que iba a entrar directo al salón por la ventana, y no ver nada?

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Espero les haya gustado el capítulo, gracias por leer la novela. ¡Besos a tod@s!

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