—¡Jovencita, explíqueme ya mismo qué está haciendo aquí o llamaré a la policía! —insiste mi madre.
No sé qué me voy a inventar, pero va a tener que ser una muy buena excusa para que mi madre no me eche a patadas; conociéndola, puede llegar a pensar que soy una ladrona. Aunque pensándolo bien sería bastante incoherente que una ladrona se quede dormida en la cama de sus víctimas.
—Eh... S-soy amiga de su hija. Llegué desde mi ciudad en la madrugada y como no tenía dónde pasar la noche Fi-Fiorella me ofreció hospedarme aquí—explico a toda velocidad.
Fatal. Es indescriptible mi facilidad de trabarme y tartamudear ante una situación como esta. Nunca se me dio bien mentir, pero tampoco me importaba porque nunca necesité hacerlo. Ahora, sumergida en esta situación tan extraordinaria me resulta muy necesario y casi obligatorio para que nadie se percate de que poseo dos identidades.
A cada segundo que pasa, el rostro de mi madre delata aún más toda la confusión que tiene en su cabeza. Y no es para menos.
—No le creo. ¡De ser así mi hija me hubiese avisado! Esta es mi casa—protesta enfadada.
¿Sigue sin creerme? ¿O le ha desconcertado que no la haya hecho partícipe de mi pijama party? Pues tendré que esforzarme un poco más.
—Señora, lo que le digo es cierto. Su hija de seguro no quiso molestarla, pues yo llegué muy tarde y usted se encontraba durmiendo—intento convencerla—. Pero no se preocupe; yo ya me marcho. Pregúntele a Fiorella cuando regrese del instituto y comprobará que no le he mentido.
—¿A dónde piensa ir así vestida? Al menos tome algo prestado del armario.
Muy cierto. Digamos que está más que claro que no puedo ir con este pijama a ninguna parte... ¡y mucho menos al instituto! Sería el hazme reír de todos, por no mencionar que enfadaría bastante a los profesores. No obstante, tampoco puedo ir con cualquier otra ropa: debo ir vestida con el uniforme. ¿Y cómo haré para salir con él de aquí sin que mi madre lo note?
—¿De verdad puedo tomar algo de ropa prestada? —le pregunto, suplicando para mis adentros que haya creído mi historia.
—Desde luego que sí. Si dices ser amiga de mi hija, no veo qué problema pueda haber. Elige algo de ahí—me invita, señalando mi armario con su dedo índice.
Tengo un plan para poder llevarme el uniforme, pero para eso necesito distraerla.
—Muchas gracias, señora—carraspeo antes de continuar—. Si no es mucha molestia, ¿usted podría ofrecerme un vaso con agua? Siento la garganta seca.
—De acuerdo, no se mueva de aquí—acepta sin ganas.
Dicho esto, se retira del dormitorio y al perderla de vista aprovecho de inmediato para sacar el uniforme y guardarlo en la mochila. Luego elijo mi remera y jeans preferidos y me visto con ellos; ya luego podré ponerme el uniforme en el baño del instituto. Cuando vuelve mi madre ya estoy lista.
—Ten—dice, alzando su mano para darme el vaso con agua—. Debo admitir que esa ropa te queda preciosa. En cambio, a mi hija... mejor ni hablar.
Siento unas impotentes ganas de llorar. ¿Cómo puede mi madre decir eso de mí, de su hija? ¿Acaso no me aprecia ni siquiera un poco, como para guardarse la amargura que le genera el que yo no sea bonita? Ya lo sé, sé perfectamente que el corazón se le iba partiendo a pedazos a medida que yo iba creciendo, y sus esperanzas de que yo fuese al menos un poco atractiva se desvanecían por completo. Si tan solo supiese que está diciéndole todo eso a Fiorella... Aunque de todos modos dudo mucho que le importase contenerse. Siempre me ha dejado en claro con sus actitudes el rechazo que le provoco.
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Quiero ser otra
Fiksi RemajaTodos tenemos algún complejo en esta vida, algo que querríamos cambiar a costa de cualquier sacrificio. Fiorella no es la excepción. Toda su vida le hicieron creer que no era bonita, y su autoestima se vio afectada por ello. Sin embargo, en su coraz...