Todo a mi paso parece venir hacia mí para luego continuar su camino detrás, cuando en realidad la única cosa que se mueve soy yo.
Mis piernas no dan más, y dudo que si sigo forzándolas como vengo haciendo hasta ahora, no dejen de responderme. El ritmo con el que vengo cargando bien podría pertenecer a uno de los entrenamientos o hasta misión de un agente secreto. No obstante, no es más que producto del temor que me inunda al tan solo pensar que Karla está metida en todo esto, y puede llegar a hacer cualquier cosa. Ya ha demostrado lo fría y sin escrúpulos que puede llegar a ser a la hora de pelear por Austin.
¿Cómo pude ser tan ingenua? Me tragué todo el cuento de su arrepentimiento, aun cuando algo en mí me decía que se trataba de una de sus trampas. No confié en mi instinto, y me equivoqué. Decidí creerle y darle una nueva oportunidad, con la cual podría cambiar y convertirse en una mejor persona. Oportunidad que jamás estuvo buscando, porque la triste y cruda realidad, es que no le interesa en lo más mínimo cambiar su personalidad y su forma de ver la vida y actuar en ella.
Lo único que mantiene su mente ocupada, soy yo. Su rival, su contrincante, su enemiga. Así es como me ve; como la persona que amenaza su seguridad y bienestar.
Por más que le he dejado en claro una y mil veces que no tengo ningún interés en ella y su vida, no basta para que me dé la razón. Está cegada por su obsesión de ser la única, la mejor, la que todo lo tiene y la cual jamás se podría comparar con otra, pues nadie puede llegarle siquiera a los talones. Y lamentablemente, se ha chocado contra una pared: Emma. Y ahí se ha quedado, estampada, intentando recuperarse y continuar su camino. Pero lo que no comprende es que, para hacerlo, no debe empujar el obstáculo o destruirlo, sino rodearlo. Debe ignorarlo y aprender a vivir con la idea de que siempre existirán personas con muchos más dotes y suerte que ella, y eso no la hace mejor ni peor, simplemente una más, como el resto.
Me alejo de mis pensamientos, y me concentro en el camino. Ya estoy bastante cerca de lo de Austin, y a medida que acorto distancia con él, lo hago también con la mentira. Cada pie que pongo delante, es un paso a la verdad, y no tardaré mucho en llegar.
Comienzo a jadear sin darme cuenta, y antes de lo previsto, me encuentro frente a su casa. No permito que el tiempo me gane y me abalanzo a la puerta, mas antes de poder tocar el timbre, una voz me hace dar media vuelta asustada.
—¿Vas a presentarte así?
No me lo puedo creer... ¡es ella! ¡Es la señora del garaje! La responsable de que todo este lío se adentrase en mi vida, esa que aparece y desaparece como por arte de magia en mis narices, quien sólo llega cuando le parece oportuno hacerlo, y no cuando realmente la necesito. Está aquí.
— ¿Usted? —inquiero en cuanto me aseguro de que lo que veo es real.
Sonríe con un dejo de culpa. Ese ya tan conocido; el mismo que yo utilizo cada vez que me veo obligada a mentir.
—Siento mucho no haber aparecido en tanto tiempo, pero debo hacerlo explícitamente en momentos de urgencia, cuando es realmente necesario, ¿comprendes? —se disculpa.
Lo que ya sabía, únicamente se hace presente cuando cree que es imprescindible, pero se ha equivocado, pues ahora, no lo es.
— ¿A qué se refiere con "presentarme así"? —cuestiono, recordando lo que me ha dicho.
Se me queda mirando un rato para luego sacudir la cabeza y husmear en una bolsa.
—Creo que una imagen vale más que mil palabras, ¿no? —se limita a decir, alcanzándome un espejo de mano que, al parecer, era lo que buscaba.
No dudo en tomarlo, lo coloco frente a mí casi por instinto y observo el reflejo que éste muestra.
— ¿Se trata de una broma de mal gusto? —suelto, sin pensármelo mucho.
Sí, de seguro lo es, pues no encuentro otra excusa válida para verme a mí misma en el espejo y no a Emma.
Dirijo mi mirada al reloj pulsera que llevo en la muñeca izquierda, para cerciorarme de que aún no han llegado las doce. Como suponía, así es, y menos comprendo la situación.
—Lo que debes buscar no va en tu brazo, sino en tu cuello.
Al escucharla decir esto, llevo mi mano a la zona mencionada, encontrándola vacía. ¡No puede ser! ¡Mi collar! Continúo buscándolo desesperadamente, pero parece ser en vano. ¿Cómo es posible que no esté?
» ¿Ya ves como sí es necesaria mi presencia aquí en este momento? —me recalca.
—¡Bien, lo entiendo! Pero, ¿comprende la gravedad del asunto? ¡El collar no está conmigo! Y si no lo tengo en mis manos, ¿dónde está? —comienzo a gritar descontrolada.
—Esa actitud no nos llevará a nada, querida. Debes calmarte y podré ayudarte, ¿si?
¿Calmarme? ¿Cómo pretende que no esté así si la psicópata de Karla está en mi caza y he perdido el objeto que controla mi transformación? Sí, el mismo objeto que ella busca y el cual podría servirle para arruinarmelo todo si logra encontrarlo antes que yo. ¡Si llegase a hacerlo, estoy perdida!
—¡Dígame donde está, por favor! ¿Dónde lo he perdido? Porque de seguro ha sido eso, ¡se me debe de haber caído mientras venía hasta aquí! —exclamo sin detenerme.
—Dime, ¿quién es la dueña del collar? —cuestiona, antes de hacer una breve pausa en la que debo interpretarme a mí como la respuesta—. Ajá, ¡tú! Entonces, ¿cómo crees que yo podría saberlo si ni tú misma lo sabes?
Rayos, ¿y ahora qué haré? Se suponía que esta señora tenía "poderes" o al menos "objetos mágicos". Si eso es posible, ¿por qué no lo sería el que pudiese localizar mi collar y confesarme dónde se encuentra? Sería algo así como un GPS, ¡nada más que eso es lo que pido!
—¡De acuerdo, lo he entendido! Pero no tengo la más mínima idea de donde pueda estar... ¡vine desde el parque que queda al centro de la ciudad!
—Tendrás que encontrarlo tú sola, yo ya he hecho mi parte advirtiéndote de la pérdida—se detiene para observarme por unos segundos—. ¡Ánimos! Quita esa cara larga y ponte manos a la obra. Te aseguro que lo lograrás... tarde o temprano.
—¿Cómo puedes estar tan segura? Dices que no puedes hallarlo, ¿pero sí puedes ver el futuro? ¡Vamos! —me quejo.
Ella se limita a sonreír.
—Quizás creas que tu camino está lleno de piedras, y sí, lo está. Cada día éstas se harán más y más grandes, hasta que, cuando menos te lo esperes, las habrás superado todas, y llegará la peor. Todo depende de ti. Ahora debo irme—me hace saber—. ¡Chss! Detrás de esa puerta hay una—termina, guiñándome un ojo.
Doy media vuelta, quedando frente a la entrada de la casa. De pronto, el pestillo comienza a girar y sin más la puerta se abre.
—¡Ahh! —grita Austin asustado al verme.
Giro mi cabeza atrás, pero la señora del garaje ya se ha ido.
Aquí estoy una vez más, sola, en medio del mar, con un tsunami que viene a mí, y sin nada a que poder aferrarme.
—Yo puedo explicártelo—le digo, indicándole que sea paciente con ambas manos abiertas extendidas en su dirección.
—¿Qué haces aquí? —se enfurece.
Parece que la seña no ha funcionado para nada.
Antes de que pueda volver a hablar, mi teléfono vibra en el bolsillo y lo tomo. Tengo un mensaje, en el cual hay una foto. Lo abro sin preámbulos y sin preguntarme qué estará rondando la cabeza de Austin en estos momentos. No... ¡no! Es... ¡es una foto de mi collar!
"¿Buscas algo?"
De: Número desconocido.
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Joha
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Quiero ser otra
Novela JuvenilTodos tenemos algún complejo en esta vida, algo que querríamos cambiar a costa de cualquier sacrificio. Fiorella no es la excepción. Toda su vida le hicieron creer que no era bonita, y su autoestima se vio afectada por ello. Sin embargo, en su coraz...