Capítulo 24

952 39 22
                                        

Debo de estar alucinando... ¿Austin... acaba de besarme? ¿A MÍ? "Bien Fiorella, ¿te estás saltando la parte en la cual te ha llamado Emma?" me digo a mi misma. No, por supuesto que no. Esto no está nada bien, y por más que lo haya deseado con toda mi alma hace unos segundos, en este momento necesito pensar con la cabeza más que con el corazón; no puedo aprovecharme de su estado.

-Austin, esto no está bien...-anuncio apartándolo.

-Emma-continúa delirando.

Lo sujeto con ambas manos para mantenerlo lejos de mi boca, y esto consigue que abra los ojos y vea la triste realidad.

-¿Fio-rella?-suelta con la voz entrecortada.

Asiento con la cabeza, como si tuviese que confirmarlo para que lo crea, y acto seguido, cae recostado sobre el césped, vencido ante el sueño. Vaya que lo ha afectado el exceso de alcohol que ha ingerido.

Corro dentro del restaurante a pedir la ayuda de Amalia y Jack para llevarlo a su casa, y estos no dudan ni un segundo en tirar la comida al plato y levantarse de sus sillas al escuchar que se ha dormido en el suelo. Me alegra contar con ellos en este momento, pues de lo contrario tendría que apañarmelas yo sola, y vamos, no me iría nada bien. Puede que la suerte me acompañe siendo Emma, ¿pero al ser yo misma? Ja, no es algo que se vea todos los días.

Pagamos la cuenta y cuando salimos, Austin sigue ahí tendido. Su amigo, que al parecer posee un organismo mucho más resistente a la bebida, lo carga mientras Amalia abre la puerta del auto. Ingreso yo primero, y recuesto su cabeza en mi falda.

-Jack, ¿no pensarás conducir en ese estado, verdad?-suelta Amalia, al ver que este se encuentra a punto de entrar al asiento del conductor.

-¿Acaso tenemos otra opción? Además, no estoy tan ebrio.

-No creo que el policía que nos detenga en el camino opine lo mismo.

-De acuerdo, llamaré un taxi-refunfuña, cerrando la puerta del auto.

Amalia se percata de que ha perdido un arete, y le pide a Jack que le acompañe dentro a buscarlo. De seguro se le ha caído mientras cenábamos.

-¿Te quedarías un minuto aquí, Fiore? Volveremos enseguida, luego de recuperar mi perla y llamar al taxi-me pregunta, por la ventanilla.

Asiento, cuestionándome qué harán con el coche si no regresaremos en él, mas sin articular palabra alguna. Imagino que el novio de mi amiga debe de tener todo fríamente calculado.

Se pierden de vista y miro a Austin. Así, dormido sobre mi falda, tan indefenso, tan inocente, no pareciera ser el mismo que me insultó. Ni siquiera parece ser el mismo de siempre. Le acaricio el pelo con la mano izquierda, y entrelazo la derecha con la suya. Un instante más tarde, comienza a recobrar el conocimiento, y me obligo a soltarlo.

-Austin, ¿cómo te sientes?-suelto preocupada.

-No... no lo sé-responde, incorporándose en el asiento-. La cabeza me da vueltas y...

De pronto, parece recordar todo lo ocurrido, pues no habría manera de que pudiese abrir más los ojos, y su mirada de espanto, me revela el sentimiento que está sufriendo; rechazo.

-Tranquilo, luego hablaremos de eso-digo, como si nos comunicásemos por telepatía.

-Esto nn-o pu-puede ser-tartamudea, confundido-. ¿Yo... te-te besé?

Nos miramos por cinco segundos, en los cuales el silencio inunda el espacio y no existe más ruido que el de los autos fuera pasando veloces frente a nosotros.

Así que no lo recuerda del todo bien... Una parte de mi me dice que no cuente la verdad. Podría hacer de cuenta que no sé de lo que me está hablando, y echarle la culpa de sus alucinaciones al alcohol. Ambos podríamos olvidarnos para siempre de lo sucedido y ninguno tendría complicaciones. Sin embargo, aunque este lado, el de la mentira, el de ocultar, el de fingir, casi siempre triunfa desde que me transformé en Emma, hoy es la excepción.

Quiero ser otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora