Capítulo 25

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En sueños me veo contándole toda la verdad a Austin, y a este dándome a entender que no le importa la gran mentira que le he echado, pues me ama a mi, a Fiorella. Dicen que los sueños se vuelven realidad, ¿por qué no confiar? De todas maneras, prefiero que se haga realidad otro día, no hoy.

Me despierto sobresaltada al oír un estruendoso ruido proveniente del baño. Suena como a... ¿arcadas? Veo el sofá vacío a mi lado y ato cabos. Antes de nada, decido cerciorarme de que sigo siendo yo misma para poder ir en modo de ayuda. Le echo una ojeada a mi reloj pulsera, el cual marca las siete y once a.m y suspiro aliviada. Me levanto de un tirón y corro en dirección al lugar del donde provienen los guturales sonidos.

-¿Austin, estás ahí? ¿Te encuentras bien?-cuestiono a través de la puerta.

Me responde con una arcada más, aun peor que las anteriores escuchadas desde el living, y decido ingresar.

-¡Austin!-bramo.

Se encuentra en cuclillas frente al inodoro, vomitando sin parar. Me acerco para contenerle y luego de unos segundos cesa.

-Quiero... volver a recostarme-logra articular.

-Si, si, ¡por supuesto! Ven, levántate y vayamos al living-respondo mientras lo ayudo a ponerse de pie.

Me destroza verlo así, más aún que lo que a él lo debe destrozar la resaca que trae. Como puedo vuelvo a acomodarlo en el sofá, y es cuando comienza a recobrar poco a poco las fuerzas para hablar. O tal vez no, y esté sacando estas desde lo más hondo para lograr decirme lo que quiere. Sea como sea, hubiese preferido no escucharlo.

-¿Por qué no te has ido?

Es como si me hubieran dado una patada en el hígado. Literalmente.

-No podía dejarte siendo que estabas tan mal-contesto, intentando sonar normal aunque el tono de su voz me haya dolido tanto.

-No tenías por qué hacerlo, ahora tendré que explicarle también a Emma que has pasado la noche aquí, ¡y no me digas que lo entenderá porque no lo creo!

-No fue mi intención acarrearte un problema en ningún momento, Austin, pero aunque no quieras creerlo, yo conozco a Emma mejor que nadie, y sé que se lo tomará con calma-y vaya que la conozco-. Ya me estoy yendo, de todas maneras, así no sigo molestándote y te quedas tranquilo. Y el beso, bueno, fue solo eso, un beso, producto de tu alucinación.

-¡Es que eso es lo que más me molesta! ¡Para mi no fue solo un beso! Cuando te besé, yo sentí que estaba besando a Emma, ¡sentí lo mismo que siento cuando la beso a ella! Hasta más cosas, diría yo. ¿Sabes lo culpable que me siento por eso? ¿Cómo crees que voy a mentirle, diciéndole que no ha significado nada? ¡No puedo! ¿Ahora me entiendes cuando digo que no va a perdonarme?-termina fuera de quicio.

Me ha dejado helada. Ahora entiendo toda la exageración que ha hecho desde lo ocurrido. Ahora entiendo por qué tanto rechazo hacia mí. Ahora lo entiendo todo. Tiene miedo de que vuelva a pasar lo que le sucedió cuando me besó. Tiene miedo de que ese sentimiento hacia mí, que no duró más de unos segundos, se repita. ¡Austin sintió algo! ¡Por mí! ¿Es esto posible? ¿He sido capaz de despertar algo de pasión, aunque temporal, en él? ¡No logro caer en sí! Es increíble que Austin me esté dando a entender todo esto.

Por otro lado, comprendo que fue todo parte de un delirio en el cual él me creía Emma. De seguro eso fue lo que lo llevó a imaginarla y encenderse tanto. ¿Pero a quién engaño? Más alla del frasco, el contenido soy yo. Quiero decir, ¡soy yo quien lo besa, no ella! Si ha sentido lo mismo, o más, o como sea, ¡es porque ha sido el mismo beso que siempre recibe de su parte!

Quiero ser otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora