5- Prometelo

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Ya vamos por el beso diez y cada vez se nos hace más difícil controlar la respiración. Él simple contacto de mis labios con los suyos, despierta todas las mariposas mutantes de mi estomago.

— A la mierda —espeta con excitación.

Me coge fuerte por la cintura, me mira a los ojos, y sin más me besa con auténtica pasión. Sus manos masajean con delicadeza la piel desnuda de mis caderas. Me muerde el labio inferior y me pierdo en el acto.

— No puedo vivir sin ti —no me dejó siquiera procesarlo. Me chupo el mentón, y luego siguió su recorrido de besos por mi cuello.

¡Ummm... que sensación más... Más exquisita! Nadie mas que él, sabe como hacerme llegar al clímax sin tener que tocar ciertas partes de mi cuerpo.

— Hueles a vainilla... Mi aroma favorito de todo el mundo... Porque esta impregnado en ti.

Ladeo la cabeza para darle fácil acceso a la curva de mi cuello. Sus labios bajan desde mi clavícula hasta la piel al descubierto de mi vientre. Introduce su lengua en el orificio y lo lame con devoción.

Oh Dios. Pero que gustito siento.

— Eres perfecta, princesa —murmura con voz ronca.

— Oh, Sebastian... —eché la cabeza hacia atrás y me perdí en sus caricias y besos.

Puso una de sus manos en mi muslo y con la otra desabrocho el botón de mi pantalón. Lo busque con la mirada y lo encontré haciendo dibujitos con su lengua en mi vientre.

—  Esto esta mal... Ah —me muerde alrededor de el ombligo y es lo que necesito para estar calladita y cooperando.

Logra quitarme el top por encima de la cabeza aun subida en su regazo a horcajadas. Se levanta con torpeza y se dirige hacia un pasillo. Lo recorre conmigo cargada. Para no caerme y facilitarle el trabajo, enrolle mis manos en su cuello y mis piernas en su cintura.

— Esta es mi habitación.

Como si eso me importara ahora. ¡Por Dios!

Me deposita en la cama, como si fuera una pluma. Se pone al pie de la cama y me contempla.

— Pensé que jamás iba a tener la oportunidad de verte así... Pero ya sabes lo que dicen. La esperanza es lo ultimo que se pierde.

Me quita los pantalones y me siento avergonzada por estar en ropa interior delante de él. No es la primera vez, pero después de todo lo sucedido... me siento extraña.

— Bragas negras... Mis favoritas —se relame el labio superior y se coloca entre mis piernas.

Rosa su dedo índice por la cara interna de mis muslos, haciéndome un cosquilleo que lo siento en todas partes. Y cuando digo todas partes, es todas partes.
Aprieta su erección contra mi, y sin hablar me informa lo que aún provoco en él. Y sin pensarlo mucho, pasamos a la segunda fase. Volvernos uno en un simple acto.

*****

Pasamos una tarde maravillosa. Luego de hacer el amor como dos locos enamorados, que técnicamente lo somos. Porque él me confesó que me sigue amando y aunque yo no se lo dije de la misma forma, se lo di a entender con mi forma de mirarlo, abrazarlo y hacerlo mio.

¿En serio tienes que irte? —vuelve a preguntar desde la cama, mientras yo busco uno de mis tenis por la habitación.

Asiento con la cabeza.

— Está tras de ti —murmura fingiendo estar de malhumor—. Eres una cieguita, no debes dejar en casa los lentes y el bastón.

Le saco la lengua y me calzo los tenis. Me amarro el cabello de una forma más decente. Busco mi top, pero luego recuerdo que me lo quitó en el sofá.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora