37- Nervios

78 8 3
                                    

—No puedo creer que estemos haciendo esto —murmuré retorciendo mis dedos en mi regazo.

—Todo saldrá bien. Te lo prometo —me dio un beso en la sien y me abrazó por los hombros.

Estamos sentados en una sala, esperando que nos llamen, para así contraer matrimonio.

¿Como sucedió?

Verán. Cuando fuimos a la cita que teníamos con la abogada. Ésta nos informó que lo único que hacía falta para la adopción de Samuel, era que nosotros estamos casados. Entonces ella misma propuso hablar con un amigo suyo, para que nos casará en menos de tres horas. Solo necesitábamos un par de papeles y por suerte, ella misma de hizo cargo de conseguirlos para nosotros. Luego llamamos a Mari y a Daniel —su mejor amigo—. Para que nos sirvieran de testigos. Ella al principio se mostró sorprendida y ligeramente confundida, pero luego de saber las circunstancias por las que lo hacíamos, comprendió todo y me hizo caso, y no llamo a ninguna de mis otras primas, para comunicarles sobre nuestra locura.

—Amor, ya es hora —me susurró al oído.

Como siempre, me entretuve en mis pensamientos y el tiempo se me escurrió de las manos.

Agarrados de la mano, pasamos a una sala. Allí había un señor con una corona de barba en la cara. Su sonrisa era genuina y parecía realmente alegre de estar allí parado.

—Hola chicos —saludó.

—Hola —contesté.

Los demás asintieron en su dirección en forma de saludo. Momentos atrás —cuando estábamos esperando—, yo era la nerviosa que no podía ni hablar. Ahora —a la hora de la verdad—, ellos son los que se han quedado sin palabras.

Que irónica es la vida.

°~~°
Dos horas después, Luisa la hermana de Sebastian, me abraza como si no hubiera un mañana. Su panza esta enorme, se ve tan hermosa así.

—No puedo creer que se hayan casado a escondidas. Es algo muy impulsivo... Tanto que no parece haber sido una idea de mi hermano —nos sonrió con coquetería—; después de todo será cierto que el amor nos transforma.

—Nos casaremos por la iglesia luego —informé. Sonreí al imaginar la cara de mis padres cuando sepan lo que he hecho. Por Dios, si yo soy alérgica a esas cosas del matrimonio.

—No estarás embarazada ¿verdad? —preguntó mi cuñada.

Eso hizo que escupa el jugo que me estaba tomando. Ella siempre tan sutil. Daniel le dio una mirada de reproche y Mari solo se hecho a reír. Yo empecé a toser y sentía que todo mi cuerpo estaba muy pesado.

—Disculpen. Voy al baño —anuncié antes de pararme del sofá del salón.

Corrí y cuando divisé el escusado. Expulse todo lo que había digerido en el día completo y un poco más. El sabor amargo en mi boca era muy desagradable. Cuando al fin despegue mi cara del escusado, me mire al espejo. Me veía pálida y mis ojos estaban un poco cristalizado. Me eche agua en la cara y en el cuello. Cerré los ojos y tome un respiro.

¿Embarazada? Las probabilidades eran máximas. No recuerdo haber tenido mi periodo en este mes. Era consciente de ese encuentro feroz que tuve con Sebastián en la oficina de mi madre. Si mal no recuerdo, ese día no usamos protección y estaba en mi día de ovulación. Además últimamente me he estado sintiendo muy mal y casi todo lo que como va parar al escusado de cualquier baño. Y si a eso le sumamos que me repugna el chocolate. Todo tiene sentido. Es más creo que no necesito un tez para confirmarlo.
Salí del baño, cuando regresé al salón, todos estaban hablando con mucho entusiasmo. No quise interrumpir, así que salí como un ladrón y busqué el coche de Sebastián. Yo tenía una copia de la llave de su coche. Pues a él se le perdían las llaves con mucha facilidad y para asegurarse de que tendría siempre una de repuesto, decidió dármela a mi.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora