14- Perdóname

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Luego de un delicioso desayuno, decidí llevar al campeón al parque. Total, tengo todo el día exclusivo para él.

— ¿A donde vamos? —pregunta, mientras devora el cookies.

Con la boquita llena, no se habla... Y menos los príncipes —le pongo un dedo en los labios—. Termina de comer.

Llegamos al parque. Ya él  a terminado de comer. Abro la puerta del conductor y bajo, luego rodeo el coche y le abro la puerta a él.

— Un parque... Nunca he venido a uno de verdad —susurra alucinado.

Yo sonrió de oreja a oreja y me siento más feliz... Definitivamente este niño me a alegrado el día.

— Vamos... Quiero verte montado en los columpios —le cojo de la mano y lo llevo hasta uno de los columpios vacíos.

Se monta en él y yo lo empujo un poco para que pueda mecerse. Su sonrisa es digna de una fotografía.

Cierto ya tengo un tiesto bastante moderno y caro. Saco de mi cartera el IPhone y lo enciendo.

Joder, más llamadas perdidas de ese numero. Mari no me ha vuelto a llamar, pero ese numero no desiste.

Ahí también un mensaje de texto.


* ¿Porque desapareciste así? Comunícate conmigo o con alguna de tus primas. Necesito saber que estas bien y nos haz cometido alguna locura.
"Sebastian"

Frunzo el ceño y los labios. ¿Como demonios consiguió mi numero? ¿Porque me busca? No se supone que no quería verme, ni hablar conmigo... Pues que le den. No me interesa si esta preocupado, o no lo está. Me desilusionó, hizo que me sintiera fatal, por algo que ni siquiera es cierto. ¿A que se refiere con una locura? ¿cree que me intentaré suicidar otra vez? Por dios, que lo supere.

— Sonríe. Príncipe encantado —le digo a Samuel, en un intento de olvidar todo, él se encuentra meciéndose en el columpio.

Él obedece y adorna su blanco rostro, con una sonrisa amplia y sincera. No puedo creer que nunca lo había visto sonreír... Es tan especial.

****

Subimos al ascensor y yo marco el numero 17.

— Abrázame —dice el enano, con cara de susto.

— ¿Le tienes miedo a los ascensores? —pregunto con un atisbo de preocupación impregnado en mis palabras.

Él asiente frenético y se acurruca a mi lado. Me agacho hasta quedar a su altura y le deposito un tierno beso en la coronilla.

Nunca me había sentido así, con tantas ganas de proteger a alguien, de querer hacer a alguien feliz. Este niño saca lo mejor de mi.

— Ya esta, príncipe. Hemos llegado —susurro cuando siento que el aparato se detiene.

Ambos descendemos y cruzamos el vestíbulo.

— Bienvenido a mi...

Quedo petrificada cuando abro la puerta y veo dentro a Sebastian. Tiene la cabeza acunada en las manos.

— ¿Quien es ese? —pregunta la voz tímida de Samuel.

Miro hacia bajo y lo encuentro escondido tras de mi. Sebastian fija su felina mirada en mi y yo siento que las piernas se me vuelven líquido.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora