31- Tan Idiota

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El viaje fue corto, pero de igual modo estresante. Además de que iba todo el camino pensando en él y su forma de reaccionar ante todo esto. Entiendo que acababa de enterarse de la noticia y estaba exaltado y un poco alterado, pero eso no es motivo suficiente para hablarme como lo hizo.

— Al hotel "E. R Hoffman", por favor —le dije al taxista al montarme.

Este me miró a través del retrovisor, como si fuera una desubicada.

—¿No ha visto las noticias últimamente, señorita? —preguntó con cierta gracia en la voz.

Lo mire mal, pero igual conteste :

— No he visto noticias, ni me interesa mucho hacerlo ¿puede usted por favor llevarme a donde le he pedido?

Al parecer entendió el mensaje de que no estoy de humor y dio marcha al coche. No se cuanto tiempo tardamos en llegar, pero de un momento a otro el sonido de las sirenas de una patrulla policíaca, se hizo muy intenso.

—Llegamos señorita. Son veinte  dólares con cincuenta —dijo el señor de unos sesenta y tantos años.

— Gracias —dije pasándole un billete de cincuenta —. Puede quedarse con el cambio.

Me desmonté y el tumulto de gente me abrumó de inmediato. Habían muchas personas en medio del camino, comentando sobre lo sucedido. No pasaban de las diez de la mañana.

Yo había cogido el vuelo que salía inmediatamente. No me dio tiempo a armar una maleta decente. Incluso a Sonia le impresionó que los señores hayan decidido viajar de esa manera tan repentina y por separado. Mientras yo buscaba ropa, ella me iba comentando que Sebastian la llamo y le dijo que tenga una maleta de ropa lista en veinte minutos. Que alguien iba a pasar por ella. Y aunque no quería saber, ella me dijo que una mujer alta, como de mi edad y con un aspecto muy rudo, fue la que paso por la maleta, exactamente a los veinte minutos de haber recibido la llamada.

Supongo que esa mujer, es Leila, la asistente de Sebastian. Que me caen muy mal y siquiera la conozco.

— Señora, no puede pasar —le decía un policía a una mujer que gritaba desesperada, que le devuelvan a su hijo.

Inmediatamente mi corazón se encogió. Esa mujer lloraba y el hombre solo intentaba detenerla. Ya el fuego esta totalmente apagado y me imagino que han sacado las personas que habían dentro. Nunca había venido, pero puedo notar —digo, por el aspecto que tiene—. Que ha sido una pérdida millonaria, la que a tenido Sebastian.

— Hey, señor... Me puede decir que paso —aventuré a preguntarle a uno de los policías que estaba en la puerta, evitando que la gente pase.

Él me miró y considero la posibilidad de ignorarme, pero luego de unos segundos lo vi hacer ademán para contestar.

— Alguien inició el fuego en la madrugada. Pero antes había apagado los interruptores de energía de todo el hotel y cortado los cables de la alarma de emergencias. Las cámaras de seguridad no lograron captar nada... El incendio inicio en el octavo piso, es decir en el del medio. Lo que causó que el fuego se propagara, tanto hacia los pisos de abajo, como a los pisos de arriba. Por suerte el hotel no estaba lleno. Si no que tenía solo algunas habitaciones ocupadas.

» Ya se ha iniciado la denuncia y se a confirmado que todo fue provocado... Solo esperamos que nos den la orden y alguna pista, para iniciar la búsqueda del causante de este atentado.

Me tapé la boca reprimiendo un sollozo, al ver a un bombero, venir con un niño inconsciente y con parte de su cuerpo quemada. La señora que había visto llorando y gritando cuando llegué, se acercó deprisa y empezó a gritar histérica al agente que traía a su pequeño hijo en brazos.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora