27- Algo Más

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Verla con él en esta situación, es como un balde de agua fría. Ellos no pueden verme, pero yo a ellos los veo a la perfección. Cuando los empiezan acercarse, decido salir.

— Hola, Mari —fue lo que dije cuando me pudieron ver y los enfrente.

Ambos se quedaron petrificados, sin decir absolutamente nada. En la cara de espanto de Mari, se le nota que no esperaba que la descubran y mucho menos que sea yo quien lo haga.

— ¿Como ha estado inspector Carlos Dawcher? —dije con cinismo y una sonrisa en los labios.

— Señorita Camila —dijo mi nombre como si le incomodara pronunciarlo.

Frunci el ceño, se que esto es incómodo. Si el caso fuera al revés y yo no le hubiese contado a ella que ando con alguien y que para colmo ese alguien es policía. Estoy casi segura de que se alma la de troya.

— Camila... Yo... He... —empezó a tartamudear y eso me causa mucha gracia. Ella nunca a hecho eso.

Me acerque aun mas a ellos y le di dos besos en la mejilla a cada uno. El inspector me miró expectante.

— ¿Entramos? Creo que nos están esperando —dije.

Mari se adelantó y empezó a caminar. Yo mire al inspector, quien a decir verdad es bastante guapo. Tiene unos músculos bien marcados y esa americana le queda de infarto. Es alto, le aproximo un metro ochenta. Es de pelo negro, no muy corto, pero no es tan largo que digamos. De piel blanca tostada. Su nariz un poco perfila que le da un toque elegante —se parece a la de alguien que conozco—, tiene unos ojos negros muy extraños, que me miran con rudeza... No se si es porque los descubrí o por otro motivo, lo que si se es que su mirada me asusta.

— Espera —me detuvo por el brazo.

A lo lejos vi la figura esbelta de Mari entrar al restaurante.

— ¿Que quieres? —pregunte.

— Quería explicarte... O sea quiero decirte que estoy con tu prima —dijo con la mandíbula apretada.

— Supongo que lo imaginaba —respondí con toda mi calma. No hay porque hacer de esto un drama. Ella es grande y él también lo es. Además de que me cae mejor que Edwards, su antiguo novio (todos me caen mejor que ese rubio sin color).

— Ella no quiere decírselo a ustedes aun... Pero yo estoy intentando convencerla —confesó apenado.

— Ella suele ser así —tengo ganas de preguntarle desde cuando andan juntos, osea desde cuando se conocen. Pero lo prefiero ahorrar para preguntárselo a Mari.

Él volvió a apretar la mandíbula y justo cuando abrió la boca para decir algo, apareció Sebastian.

— ¿Inspector? ¿Que sucede? ¿Que hace usted aquí? —empezó Sebastian a agasajar de preguntas al hombre.

— Señor Hoffman. Pues yo...

— Yo lo invite a la cena... Quería agradecerle por el buen trabajo que ha hecho —lo interrumpí y conteste por él.

— Oh —esta contestación vino acompañada de un ceño fruncido que no me gusta para nada—. En fin. Tu madre espera por ti.

Se dio la vuelta y se adentro al local. Yo me encogí de hombros y mire al hombre que se está muriendo del susto. No se exactamente que es lo que hace aquí, si se supone que Mari no quiere que lo sepamos ¿Para que lo invita?

— No era necesario que mienta por mi —me recriminó.

— Fue una mentirita blanca... En cierta forma estas aquí porque una Pikers te invito —me defendí o por lo menos esa es la intención.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora