39- Final

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Un mes después

—Feliz cumpleaños a ti... Feliz cumpleaños a ti... Feliz cumpleaños mi hermosa princesa... Feliz cumpleaños a ti —canta  Sebastián en mi oído, mientras yo permanezco con los ojos cerrados. ¡Vamos, lo normal!—. Hoy cumples veinticuatro. Ya te estas volviendo vieja.

Le di un mordisco en el hombro que lo hizo reír. Abrí los ojos y me encontré con los de él. Sonreí abiertamente y Sebastián hizo lo mismo. Su nariz le hace cosquillas a la mía, mientras él está subido encima de mi, sin llegar a presionar mi cuerpo.

—Gracias por la serenata. Pero no era necesario despertarme a las seis de la mañana, solo para cantarme cumpleaños —me queje tratando de empujarlo.

—Claro que era necesario. Hoy tenemos un día muy agotador, y mientras más temprano iniciemos, más tiempo tendremos para nosotros.

Tiene razón, hoy el día será agotador. Mi familia se ha empeñado en hacerme una fiesta —yo no quiero, pues en lo personal odio el día de mi cumpleaños. Aun hay cosas que no he logrado superar con el tiempo—, pero ante una familia cabezona, mucho no se puede hacer.

—¿Que tal si nos damos una ducha juntos? —propuso coqueto el moreno.

Yo puse los ojos en blanco y asentí. Tengo claro lo que implica esa ducha. Pues hace unos minutos que estoy sintiendo algo duro presionar mis muslos —ya imaginaran ustedes que.

En este mes han pasado muchas cosas. Más de las que desearía recordar. Hace tres semanas llamaron del juzgado. Era el juicio de Cristal... Yo como testigo me vi en la obligación de asistir. Y cabe destacar que no fue nada agradable. Ella lucía demacrada, nada comparado con la pelirroja despampanante que me acosaba. El juicio fue largo. Pero al final se obtuvieron los resultados deseados. Aun me saca lágrimas recordar la cara de Carl, cuando su hermana fue condenada a noventa y cinco años en la cárcel. Cuando cumpliera la mitad de su condena, podría pedir un nuevo juicio, pero de aquí a que eso pase, ella tendrá muchos años encima. Y nadie sabe lo que pase en esa temporada.

En otro orden, Samuel se ha mudado definitivamente conmigo. Dos días después de nuestro matrimonio improvisado, conseguimos  la custodia total de él. Por fin tenía dos apellidos. Samuel Hoffman Shearer. Logré superar mi primer apellido. Puesto que eso era lo único que me unía al señor que me engendro y por mas que lo odie, no puedo hacer nada para evitarlo. En cuanto al hospital, ya me he integrado nuevamente a mis labores como directora. Conseguí patrocinio de más de quince compañías —las ventajas de ser la señora Hoffman—. De saber que las cosas iban a ser más sencilla, me hubiese casado antes.

Hace dos días fui al apartamento de mis primas. Mari ya no vive ahí, se mudo con el inspector buenorro hijo de Sonia —si, el mujeriego del que me hablo Sonia, resultó ser el novio de mi prima—. Las sorpresas de la vida. Andrea sigue con sus inseguridades y el pobre Alex, aguantando calladito, como siempre. Ese chico tiene una paciencia admirable. Ella me había comentado que él le pidió matrimonio y que ella le contestó que tenía que pensarlo. ¿Pero en que mundo es que vive esa chica? Tiene a su lado un hombre que vale oro y ella va y lo desprecia. El mundo se está volviendo loco.

Diana, bueno ella ha reforzado su no relación con Daniel, el neurólogo que me atendía. ¿Quien lo iba decir? La enana teniendo un no novio. La verdad es que se veían muy lindos cuando los encontré acurrucados en el sofá de la sala, haciéndose mimos.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora