34- Sueños

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Duele. Duele mucho y por mas que intente calmarme, es imposible. Ella lo mató... Ella fue la causante de ese accidente.

— Amor... Ya es hora de abordar el Jet —susurró en mi oído.

Estaba tan perdida en mis pensamientos que no era consciente del tiempo que llevo sentada en esta silla.

— Vamos.

Así nos subimos al jet privado de Sebastián, con destino a Los Angeles.

— Se que nada de lo que te diga, te hará sentir mejor...

— No es necesario que digas algo. Estoy bien —lo interrumpí en su intento de darme consuelo.

— Te amo. Nunca olvides eso. Y estaré ahí siempre.

— Se que siempre estarás ahí. Siempre serás tu el que este a mi lado. Recuerdalo. Siempre tu.

Con esas últimas palabras, me dejo caer en el respaldo del asiento y me dejo llevar por una oleada de sueño. Creo que estos cinco días sin pegar un ojo, están haciendo mella en mi.

°~~°

Sonrío mientras dejo que me fotografíe. Su cara de satisfacción me hincha el corazón.

—Ya deja eso.

— Anda, una más... Sonríe a la cámara.

Sin poder evitarlo, cuelgo una sonrisa en mi rostro y permito que el flash se estampe contra mis ojos, no una, sino cuatro veces más.

— Ya vasta de tus caprichos.

Salgo corriendo por todo el parque y me escondo tras un tobogán en forma de dinosaurio.

— Hey, no te escondas, que aún me hacen falta tres fotografías.

— Ya tuviste suficiente de mi belleza exótica. Déjame en paz —me quejo como una nena pequeña. Pero siempre con una sonrisa de diversión y pura felicidad.

— Si me dejas fotografiarte una vez más. Juro que hoy duermo contigo, viendo ese maratón de doctor House, sin quejarme. Además de que te prepararé churros de chocolate con crema de macadamia y jugo de frambuesa.

¿Como rayos me voy a negar a eso?

— Eres un tramposo —salgo de mi escondite y hago un ridículo puchero.

— ¿Puedes colocarte en ese extremo? —me señala un lugar en el que el sol pega de lleno.

Hago lo que me pide y me acomodo. Unos segundos después lo veo enfocar el lente y apuntar justo a donde estoy. Miro hacia el lente y aunque no sonrío, se que estoy feliz. Estoy feliz porque este simple acto, hace feliz a este maravilloso hombre.

Pone la cámara en el trípode y se acerca rápido a mi.

— Ven... Vamos a tirarnos una foto.

En un rápido movimiento me envuelve en sus fuertes brazos y besa mi pelo, yo sin poder evitarlo sonrío. Es como la décimo quinta vez que lo hago. Pero es que eso es lo que sucede cuando decido pasarme el día con él.

Cuando llegamos a mi apartamento —mis primas están donde las tías—. De inmediato paso a la cocina y procuro que estén todos los utensilios e ingredientes para que me prepare mis churros de chocolate. Porque donde se atreva a poner una excusa para no hacerlo. Le corto los dedos y no vuelve a tirar una foto en su vida.

— Deja de fruncir los labios. Ya sabes que no me gusta que hagas eso.

Vuelvo hacerlo, solo para fastidiarlo.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora