38- Crema De Maní

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Sus manos fueron explorando todo mi cuerpo hasta lograr que respirar no sea una de mis mayores habilidades. Apenas podía pensar. Él había logrado quitar toda mi ropa en un abrir y cerrar de ojos, y yo no había puesto resistencia... Por el contrario, yo contribuía con dicha acción y me encargaba de la ropa que él traía puesta.

Aun seguíamos en el baño, él sentado en la loseta y yo parada frente a él. No habíamos hablado sobre mi embarazo, tampoco es que estaba ansiosa por que eso pase. Es mejor si nos tomamos el tiempo para procesar la idea.

—Date la vuelta y siéntate a horcajadas sobre mi —yo estaba de espaldas a él, ya que al momento de quitarme el sujetador, me había dado la vuelta y solo lo miraba por el reflejo del espejo.

Obedeciendo a sus ordenes, me senté encima de él. Un gemido salio de mi, cuando sentí su dura erección presionar mi sexo. Yo no tenía nada puesto, el sin embargo, aún conservaba sus bóxers. Colocó sus manos a cada lado de mi cintura y su mirada felina recayó en mis pechos. Ahora es que me doy cuenta de que están un poco más grandes. Los tocó con suavidad y luego le dio un ligero pellizco a mis pezones, haciendo que me de cuenta de lo sensible que estaban. Sus manos fueron sustituidas por sus labios. Él se dedicó a chupar y mordisquear mis pezones, hasta quedar satisfecho.

—Envuelve tus manos en mi cuello —hoy definitivamente estaba más mandón que de costumbre. Al parecer el título de esposo tiene ese efecto en él.

Con sumo cuidado se quitó el único obstáculo entre nuestros sexos. Estaba excitada solo por la expectativa de lo que iba a pasar. Cuando sentí la punta de su pene en mi entrada, me mordí el labio inferior.

—Ummm —algo ininteligible salió de sus labios cuando estuvo completamente dentro de mi. Yo a duras penas podía pensar.

Esa posición me hacía sentirlo con más profundidad dentro de mi. Solo era mover un músculo de mi cuerpo, para poder experimentar uno de los mayores placeres de la vida.

—Muévete encima, cariño —pidió.

Vale, si que estaba todo mandón. Se sentía el rey del mundo, dando ordenes y yo toda una sumisa, haciendo todo lo que me pedía. Pero que más podía hacer, si yo estaba deseando este momento más que nada.

Empecé a moverme, adelante... Atrás... Adelante... Atrás... Adelante... Oh Dios, que rico se siente. La rudeza con la que se siente dentro de mi, me hace soltar gemidos de satisfacción. Él tomó las riendas de la situación y lo que había iniciado en el baño, terminó en la habitación.

La suavidad del edredón me cosquilleó la espalda cuando él me a recostó en la cama. Volvió a entrar en mi, pero esta vez con más lentitud, haciendome sentir cada centímetro de su muy proporcionado miembro. Era alucinante la manera en la que sus caderas se movían haciendo un sonido seco al chocar nuestros sexos. Aun en penumbras, sus ojos buscaron los míos. Su mirada era de amor, de lujuria, pasión y ternura. Solo él podía mostrar un sin número de sentimientos, solo con sus ojos.

—Te amo tanto —susurró antes de pegar sus labios a los míos.

—Te amo aun más —respondí con la voz ahogada en sus besos.

Media sonrisa se formó en la comisura de su boca y yo mimosa la besé. Estar con él es sin duda lo mejor que me ha pasado en la vida.

°~~°

—Eres una desconsiderada... No puedo creer que me hayas quitado la oportunidad de verte darle el si al hombre de tu vida —esas eran las palabras de mi madre cuando le conté acerca de mi matrimonio improvisado. Aun faltaba la parte del bebé y no tenía idea de como se lo iba a decir.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora