36- Quiero Tenerte

83 10 1
                                    

Llegamos a casa. Ya era tarde, así que el niño subió a acostarse de inmediato. No encontré a Sonia por ningún lado, así que supuse que también se había ido a dormir.

Aunque no tengo hambre, se que debo comer algo. Pues los mareos y constantes ganas de vomitar, son por la mala alimentación que estoy llevando últimamente. En la cocina me preparé una ensalada de frutilla con crema de leche. Acompañado por un vaso de agua con sabor a mandarina. Cuando tuve todo listo, me senté en un taburete y cene bajo la escasa luz de una lámpara de la cocina.

Cuando terminé, lavé todo lo que había utilizado y luego me puse a perder el tiempo. Se que todo eso lo hago porque no quiero ver a Sebastián. Tengo la opción de irme a dormir a una de las tantas habitaciones de la casa. Pero tengo claro, que eso no es exactamente lo que yo quiero hacer.

Cuando al fin estuve frente a la puerta de roble de la habitación que comparto con Sebastián. Mi estomago dio un vuelco horrible, por los nervios y sentí ganas de expulsar lo que apenas unos minutos acabo de ingerir.

Entra ya y deja de hacer tanto drama. Fue la humilde y muy humana, opinión de mi yo interior -notese el sarcasmo.

Haciéndole caso, giré el pomo de la cerradura y abrí la puerta. Cuando entre complemente, mi alma calló al piso al no ver a nadie en la habitación. Yo pensé que él estaría ahí acostado. Pero no, la habitación estaba totalmente vacía. Entre al baño con la esperanza de que estuviera dándose una ducha. Pero el baño estaba completamente vacío.

Entonces todas las cosas que he vivido en el día entero se abalanzaron sobre mi, haciendo que sienta un peso en mis hombros que necesito liberar a toda costa. Desde ese sueño que tuve con Kevin, hasta el monólogo-conversación que tuve con mis padres. Y sin poder evitarlo empecé a llorar.

- Soy una tonta -me dije a mi misma entre sollozos.

Siento que estoy perdiendo a las personas que más quiero por mis actos. Cada día me alejo más de aquella mujer fuerte que decidió un día salir de casa de sus padres, mudarse con sus primas y estudiar psicología en la universidad. Cada día se pierde un poco más aquella chica que sonreía sin motivos. Que hacía chistes sin gracia solo para que otros rieran. Pero lo que más duele es el saber que eso esta sucediendo, y no hacer nada para intentar cambiar esa realidad.

- Soy patética -volví a decir en voz alta.

- Eso no es cierto -escuche decir detrás de mí.

De inmediato me giré. Encontrándome con Sebastián. Está sin camiseta, con un pantalón negro de chándal y unas sandalias de andar por casa. Su pelo mojado y sus ojos más oscuros que nunca.

- Yo...

- Tú eres maravillosa -dijo él.

Otra absurda lágrima bajo por mi mejilla. Cuando intenté taparme el rostro, él se acercó rápidamente y me envolvió en sus brazos.

Su abrazo fue como un bálsamo para el dolor. Sentí los pedacitos de mi corazón, unirse un poco. La suave piel de su pecho, estaba unida a la piel de mi mejilla. Haciéndome sentir más cálida, más protegida. Haciéndome sentir segura otra vez.

- Lo siento -susurré cuando nos despegamos.

- No. Yo lo siento -contesto él.

- No debí comportarme de esa forma.

- Yo no tenía que haber dicho esas cosas. Me deje llevar por mi enojo y mis celos, no fui consiente del dolor por el que estabas pasando al enterarte de que tu mejor amigo fue asesinado por esa loca. Me comporte como un tremendo idiota. Y tenias razón al irte de mi lado.

Siempre Fuiste Tú (Pasado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora